margie-Haber

Para celebrar el Día de la Independencia de México, pedimos a nuestros escritores disertar sobre el tema:

“México, una mirada Judía”: ésta es la participación de Margie Haber

MARGIE HABER PARA ENLACE JUDÍO

Y Dios nombró al hombre “hombre” … y luego el Mexicano nombró a los tacos “tacos”.

Siempre he pensado que en el país de México existe un ingenio alucinante, maravilloso y monstruoso a la vez, ingenio que nos circunda a todos los ciudadanos a modo de atmósfera; y lo que es aún más maravilloso es aplicar ese ingenio a la cotidianeidad: ya sea en el habla, con los famosos albures que emanan de los labios como canto celestial; pues mientras que algún poeta llevaría años de pensamiento, un albañil de la ciudad de México puede decir dos o tres albures por minuto, ¡ah! pero eso sí, rimados y medidos cual soneto. Ni hablar de los objetos superpuestos que de pronto transforman su uso; pues si Duchamp se jactaba al hacer de un urinario lo que hizo, no conoció el uso del periódico para calzar las mesas, o el trozo de mecate que se transforma en cinturón ajustable a todo tipo de cuerpo, el limón que dejó de ser un cítrico para convertirse en fijador de pelo, etc. En fin, el ingenio, como lo dije antes, también tiene su parte monstruosa, y esto consiste en hacer de la violencia (situación irremediable en México) parte de la atmósfera alucinante que hemos creado, y como en México el ingenio se vive en todos los sentidos, si ya vemos y oímos violencia, ¿por qué no degustarla?

Está por demás decir que en México la comida tiene que verse y oírse bien– el sabor depende del estado de ebriedad en el cual se consuma–. Si bien, hay gente que prefiere no saber de la muerte del corderito y degustarlo ya hecho un manjar en su mesa; al mexicano le gusta saber algún aspecto de la muerte del animal, e imaginar lo demás (que para imaginar nos pintamos solos), de ahí los nombres tan creativos que nuestros mercadólogos puesteros de comida se han encargado de crear. A continuación algunos ejemplos de los mismos:

  • El puesto de tacos El borrego viudo es la prueba concisa de que al mexicano le gusta saber qué animal se come, con cuál se relaciona, y qué mejor que te lo diga el deudo.
  • Hablando de los deudos tenemos los tacos El huérfano, pues si nos lo dice el crio, de seguro sus padres son deliciosos.
  • Ahora que si prefieres saberlo de fuentes aún más confiables prueba Los huevos dormidos, deliciosos huevos que yacen en su lecho –un resistente bolillo– bien condimentados.
  • En cambio, La cabeza de virreyes deja más a la imaginación, pues si bien sabes la zona de donde comes y la parte del cuerpo que te comes, no sabes de quién o de qué será la cabeza; uno puede pedir taco de ojo, de cachete, de seso; en fin, hay tantas partes comestibles en la cabeza de un animal, como hambre en nuestras panzitas; ahora que si eres más aventurero y te gusta dejar volar la imaginación, podrías pedir “la sobrina” –parecida al suadero– y pintar un cuadro de Picasso en tu estomago, con un ojo por aquí un cachete por allá, un trozo de seso por el otro lado,etc. Y no es que sea una revoltura sino un nuevo orden.
  • Hay gente que prefiere no perder tiempo imaginando y saber qué se come, por eso existe El cuero, claro y conciso.
  • Si la violencia animal no es lo tuyo deberías probar La violada enchilada, El canibalazo o si te gusta de todo La muertita.
  • Regresando a los tacos, podrías comer en Los cuchilleros, si no te lo dice el deudo, te lo dirán los asesinos.

Los tacos son un arte y merecen ser nombrados, pues no todos son lo mismo ni de lo mismo. Aquí en México la gente no utiliza el ingenio para disfrazar la verdad, sino para decirla de una forma más divertida.

¡Qué chingaos! nos gusta la violencia, aunque nos quejemos de la misma, y si bien, los forenses estudian el asesinato desde el cuerpo del delito, los mexicanos nos comemos el cuerpo y nos olvidamos del delito.