AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El boycot a Israel esta de moda, y en sus intentos estas campañas puramente antisemitas no hacen mas que generar daños que poco afectan a la economía israelí. Contábamos en una reciente nota como el renombrado Stephen Hawking, se vio presionado a ser parte un boycot académico, contra el único país que hasta el momento es capaz de tratar el terrible mal que padece.

Ahora otra “genialidad” de estas campañas esta dando sus frutos. Para entrar en tema, contemos que es SodaStream y hagamos un poco de historia.

SodaStream es un dispositivo para preparar refrescos carbonatados caseros siguiendo los principios del invento que Guy Gilbey construyó en 1903. El artefacto permite a los usuarios carbonatar agua de la cañería para crear soda.

Añadiéndole un jarabe concentrado, producido también por SodaStream, los usuarios pueden hacer bebidas de más de cien sabores diferentes.

Después de que la compañía se fusionó con Soda-Club en 1998, fue relanzada haciendo énfasis en los refrescos saludables. Comenzó a cotizar en la bolsa de valores NASDAQ en noviembre de 2010. SodaStream tiene su oficina principal en Ma’ale Adumim, Cisjordania y posee trece plantas de producción.

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En su publicidad, la empresa se enfoca en el atractivo medioambiental al utilizar agua potable y cilindros de gas retornables. SodaStream ha participado en varios proyectos ecológicos que incluyen reducción de desechos, limpieza de playas y reforestación.

La actriz estadounidense Scarlett Johansson fue el centro de gran polémica después de que decidiera abandonar su puesto de embajadora de la ONG Oxfam Internacional por “una diferencia fundamental de opinión” con dicha organización.

El desacuerdo entre Johansson y Oxfam surgió después de que la intérprete se negara a romper su acuerdo de patrocinio con la compañía israelí SodaStream, que posee una fábrica en la colonia Maale Adumim de Cisjordania,

En ese tiempo varias organizaciones “propalestinas” habían hecho campaña para presionar a Johansson para que dejara de aparecer en la publicidad de SodaStream, aunque finalmente la actriz optó por acabar con la relación que la ha unido a Oxfam desde 2005.

Los representantes de la intérprete de 29 años, protagonistas de películas como “Lost in Translation”, “Match Point” o “Her”, emitieron un comunicando en el que explican que Johansson se va “respetuosamente” de la ONG por “diferencias fundamentales de opinión”.

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El entorno de la actriz había señalado e insistía en su apoyo a “la cooperación económica e interacción social entre Israel y Palestina”.

Fue el comité nacional del movimiento palestino para el Boicot, la Desinversión y Sanciones (BDS, por sus siglas en inglés), que promueve el boicot económico contra Israel, el que inició hace unos días la campaña de presión para que Johansson se desvinculara de SodaStream.

El director ejecutivo de Sodastream, Daniel Birnbaum, decia en sus declaraciones que la fabrica que tiene en Cisjordania es “un modelo para la paz”. “Estamos muy orgullosos de estar aquí y contribuir a la coexistencia pacifica”, señaló Birnbaum.

Ahora y luego de toda esta historia SodaStream decidirá plazo de dos meses si cerrar la planta de Cisjordania que impulsó la campaña de alto perfil de boicot, desinversión y sanciones contra el fabricante de máquinas de bebidas con sede en Israel.

La decisión del fabricante de bebidas de Israel no tiene nada que ver con los “terroristas financieros” que organizaron el boicot, dijo Birnbaum, CEO de la empresa. “Las consideraciones serán puramente financieras, y no incluyen el boicot europeo en la fabricación “, dijo Birnbaum. El boicot es una molestia, pero no causa un grave perjuicio económico. “No vamos a ceder ante el terror”, dijo.

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Ahora lo que sí es un dato objetivo es que SodaStream ya ha despedido de 100 a 200 trabajadores en la planta de Cisjordania. En la actualidad hay 1.100 empleados allí, casi todos son árabes o palestinos.

La compañía también tiene una planta en la Galilea y otra en Ashkelon, y 20 plantas adicionales en todo el mundo.

Entonces queda claro, que todo el Boycot, ha dado sus frutos: al menos 900 familias palestinas perderán por completo sus fuentes de ingresos, en una región donde las oportunidades laborales no precisamente abundan.

El impacto a la economía israelí seguramente no será siquiera perceptible, y una fábrica que servía como ejemplo de convivencia pacífica y paz económico-social será cerrada.

El odio irracional hacia Israel y su gente, nuevamente ha sido un bumerang que solo golpea a quienes lo lanzaron, o peor aún a quienes ellos “pretendían defender”.

Fuente: Latam Israel