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DAVID HOFFS*

Adentrarse en el metro entre las siete y ocho de la noche es toda una aventura. Basta con colocarse entre la multitud para que la misma, meta y saque a uno de los vagones sin esfuerzo alguno como máquina de embutidos (es mejor ponerse flojito y dejarse llevar).

El metro funciona con un presupuesto de más de 15 mil millones de pesos al año, es decir alrededor del .3% del presupuesto de la Nación para el próximo 2015 que es de alrededor de 4.67 billones de pesos.

Si bien se podría decir que las Secretarías más beneficiadas son aquellas que reciben mayor parte del presupuesto, como la de Comunicaciones y Transportes con 2.6% del presupuesto y la de Educación Pública con 6.4%, en realidad esta impresión no necesariamente es correcta, pues primero habría que ver que su presupuesto verdaderamente haya aumentado en mayor proporción que el presupuesto general (o sea que para subirle más a la misma, a otra se le tuvo que subir menos… he ahí el detalle).

Así, se podría decir que para mantener a cada Secretaría en su nivel de importancia en términos económicos, solo habría que incrementar su presupuesto particular en la misma proporción en que se incrementó el presupuesto global. Dado que éste último aumentó en alrededor del 4.6%, podemos ver que el primer análisis no era muy bueno. Por ejemplo, el presupuesto de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes incrementó solo el 2.3%, es decir incrementó menos que el promedio (y esto de beneficio no tiene nada).

Por su parte la SEP incrementó su presupuesto en 4.5%, es decir como el promedio (tampoco salió muy beneficiada que digamos). Algunas otras Secretarías sí fueron beneficiadas como la SAGARPA, que incrementó su presupuesto en 5.8%, o sea por arriba del promedio (esta vez salieron ganones). Entre los mayores beneficiados está el Poder Legislativo, que incrementó en más de 8% su presupuesto, es decir el doble que el promedio (estos siempre tienen que salir ganones).

Más allá de que la lógica con la que se construyó el presupuesto pueda ser cuestionable, pensar que hay alguna entidad que debe de sacrificarse en beneficio de un ya de por sí caro Poder Legislativo definitivamente no suena lógico (además de flojos, ¡caros!). Quizás haya sido necesario beneficiar al Poder Legislativo en pos de pasar las Reformas (aunque parece que siempre resulta necesario beneficiarlos más allá de si pasan leyes o no) pero seguramente la educación debería importarnos más.

El gasto gubernamental debe estar dirigido principalmente a la inversión (y no a los subsidios) y en segundo lugar a los servicios que generan oportunidades a los sectores que más lo requieren (y no a programas asistencialistas que los mantienen iguales). La visión del Gobierno sobre el gasto refleja un bajo entendimiento del valor que la asignación de recursos trae en el futuro. Hacer un presupuesto de egresos de la Nación, es apostarle a una estrategia para el futuro y no a una simple asignación de “lana” en el presente.

Quizás un buen uso del dinero sería comprar más trenes de metro, o al menos unos aires acondicionados (uno que otro Glade no vendría mal)…

*Ingeniero Industrial y Maestro en Administración y Finanzas.
Profesor en el TEC de Monterrey y asesor financiero para el sector público y privado.
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Fuente:capitaldemexico.com.mx