Israel: un Estado que llegó para quedarse

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Israel es el único país del mundo que no ha visto a un día de paz desde su fundación. Pero ha llegado para quedarse.

Giulio Meotti

A juzgar por una lente racional, empírica -y europea- , Israel debería haber sido ya borrado.

Israel es el único país del mundo que, en los últimos seis meses ha experimentado 50 días de guerra bajo ataques diarios con cohetes, el secuestro y asesinato de tres estudiantes, la matanza de cuatro rabinos, el intento de asesinato de sus activistas sociales, apuñalamientos diarios y ataques con cócteles Molotov en sus ciudades y en sus carreteras.

Los israelíes no temen el peligro y se divierten.

Israel es el único país del mundo cuyos dispositivos de agua son eliminados de los edificios occidentales. Los servicios de comedores de la Universidad de Harvard acaban de extraer las etiquetas de sus máquinas Sodastream y los reemplazaron con máquinas de agua de fabricación estadounidense.

Israel es el único país del mundo que tiene muy pocos amigos y muchos más enemigos, tantos que gritarían “¡eureka!” si Israel desapareciera.

Israel es el único país del mundo que puede ser destruido en un día de guerra: una pequeña batería de cohetes nucleares en la punta puede hacerlo desaparecer por completo.

Israel es el único país del mundo sin fronteras reconocidas.

Israel es el único país del mundo que no ha visto a un día de paz desde su fundación.

Israel es el único país del mundo que cuenta con 1.000 kilómetros de fronteras asediadas y convertidas en guetos.

Israel es el único país del mundo que parece peligroso y temporal, un punto en el mapa y un parche de casi desierto.

Israel es el único país del mundo que se retiró del territorio ganado en guerras defensivas.

Israel es el único país del mundo que tiene que liberar a cientos de asesinos para volver a ver a uno de sus soldados.

Israel es el único país del mundo cuyos libros, profesores, escritores y científicos son prohibidos, boicoteados y expulsados de las universidades y bibliotecas occidentales.

El país está abierto a las ofensivas, con fronteras largas y absurdas; vive en un estado de sitio, rodeado de enemigos peligrosos. Los israelíes no temen el peligro y se divierten. La orquesta filarmónica toca en un kibutz en la frontera jordano-siria, mientras en Jerusalén se celebran concursos para jóvenes cineastas.

Un periodista francés llamó a los israelíes un pueblo que no sonríe. Tal vez. Tal vez influenciado por una larga historia de persecución judía, lejana y reciente, de tragedias colectivas y personales que son el fundamento mismo de esta nación de refugiados. Israel no es, probablemente, un país alegre como un todo; pero rodeado de enemigos, los israelíes demuestran con hechos que huelen a no tener miedo del futuro.

Los Judíos de Israel están comprometidos en programas a largo plazo; construyen para las generaciones futuras un país moderno, altamente industrializado, que es, por tanto, más vulnerable.
Con la relación de fuerzas tan desproporcionada, el hecho de que el Estado de Israel continúe existiendo es una contradicción, o si se prefiere, un milagro permanente. Israel se comprime entre el mar y cinco naciones hostiles, ochenta veces más grandes y veinte veces más pobladas.

El nacimiento, la supervivencia y los logros de Israel son en sí una gran victoria. Israel es un estado construido de la nada y construido, defendido, desarrollado contra los obstáculos que la razón juzgaba insuperables.

E Israel, la única nación democrática nacida de una idea religiosa, promovida como un refugio para los perseguidos, seguirá siendo una de las más emocionantes aventuras humanas.

Así que a pesar de todo, Israel no caerá. Tras el primer exilio en el 586 aC y el segundo exilio en el año 70 dC y 132 dC, los judíos se extendieron por toda la Mesopotamia y la cuenca del Mediterráneo, Europa del norte y el este, hasta la India y China.

El Holocausto cerró esa aventura judío noble en la diáspora.

En el siglo pasado, los Judíos comenzaron a regresar a sus tierras y reconstruyeron la tercera comunidad judía. Esto no va a caer. No se puede caer. No debe caer. Los Jujíos no sobrevivirían a otro exilio. Y un mundo sin los judíos sería un mundo sin sentido.

El pueblo de Israel va a vivir. La Tierra de Israel prosperará. Israel está aquí para quedarse.

Fuente: Arutz Sheva

Irving Gatell: Nace en 1970 en la Ciudad de México y realiza estudios profesionales en Música y Teología. Como músico se ha desempeñado principalmente como profesor, conferencista y arreglista. Su labor docente la ha desarrollado para el Instituto Nacional de Bellas Artes (profesor de Contrapunto e Historia de la Música), y como conferencista se ha presentado en el Palacio de Bellas Artes (salas Manuel M. Ponce y Adamo Boari), Sala Silvestre Revueltas (Conjunto Cultural Ollin Yolliztli), Sala Nezahualcóyotl (UNAM), Centro Nacional de las Artes (Sala Blas Galindo), así como para diversas instituciones privadas en espacios como el Salón Constelaciones del Hotel Nikko, o la Hacienda de los Morales. Sus arreglos sinfónicos y sinfónico-corales se han interpretado en el Palacio de Bellas Artes (Sala Principal), Sala Nezahualcóyotl, Sala Ollin Yolliztli, Sala Blas Galindo (Centro Nacional de las Artes), Aula Magna (idem). Actualmente imparte charlas didácticas para la Orquesta Sinfónica Nacional antes de los conciertos dominicales en el Palacio de Bellas Artes, y es pianista titular de la Comunidad Bet El de México, sinagoga perteneciente al Movimiento Masortí (Conservador). Ha dictado charlas, talleres y seminarios sobre Historia de la Religión en el Instituto Cultural México Israel y la Sinagoga Histórica Justo Sierra. Desde 2012 colabora con la Agencia de Noticias Enlace Judío México, y se ha posicionado como uno de los articulistas de mayor alcance, especialmente por su tratamiento de temas de alto interés relacionados con la Biblia y la Historia del pueblo judío. Actualmente está preparando su incursión en el mundo de la literatura, que será con una colección de cuentos.