SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Mientras EE.UU. y otras potencias mundiales trabajan para limitar el programa nuclear de Irán, cinco naciones rivales planean programas atómicos

Por Karl Vick 

FM Zarif de Irán (C a la izquierda) y jefe de la OEA de Irán Salehi, C a la derecha, con sus colegas en Lausana 19 de marzo 2015. (Foto REUTERS)
Ministro de AAEE de Irán Zarif (izquierda) y jefe de la OEA de Irán Salehi, (derecha) con sus colegas en Lausana 19 de marzo 2015. (Foto REUTERS)

Una de las razones más importantes por la que EE.UU. está tratando de llegar a un acuerdo nuclear con Irán es evitar que una bomba iraní desencadene una carrera nuclear en Oriente Medio. Sin embargo, mientras continúan las conversaciones ahora en Suiza, rivales regionales de Teherán ya han empezado a actuar en silencio en sus propias ambiciones atómicas. Es probable que la energía nuclear esté en decadencia en casi todo el mundo, pero es el último grito en el lugar donde hay todo ese petróleo.

El anuncio de Egipto el mes pasado de que contrataba a Rusia para construir un reactor cerca de Alejandría fue simplemente lo último en entrar en una competición atómica emergente. Todas las otras potencias sunitas importantes en la región han anunciado planes similares. Y aunque ninguno parece tan ambicioso ni tan ambiguo como el que está teniendo lugar en Irán – dispuesta a dominar todo el ciclo de combustible-atómico, una bandera roja para un programa militar – cada anuncio establece un marcador en una región que, hasta hace poco, destacaba como el único lugar en el planeta donde los gobiernos habían hecho pocos progresos en la energía nuclear.

Con la excepción de Israel, que nunca ha reconocido públicamente su arsenal nuclear ampliamente conocido, ningún país de Medio Oriente más allá de Irán tenía un programa nuclear – pacífico u otro – hasta que los ricos Emiratos Árabes Unidos comenzaron a construir un reactor en julio de 2012 (que finalizará en 2017). La lista incluye ahora, además de Egipto, Turquía, Jordania y Arabia Saudita – archirival el último de Irán, y que el año pasado reveló planes para construir 16 plantas nucleares en los próximos dos decenios. Cuando el Presidente de Corea del Sur – que tiene 23 plantas nucleares propias – visitó el Reino [Unido] a principios de este mes, los líderes de ambos países firmaron un memorando de entendimiento pidiendo a Seúl que construya dos de las plantas nucleares. Los saudíes han hecho acuerdos similares con China, Argentina y Francia.

“No se trata sólo de que la energía nuclear es vista como un primer paso hacia una opción de las armas nucleares”, dice Mark Fitzpatrick, antiguo experto nuclear del Departamento de Estado de Estados Unidos que ahora dirige el programa de no proliferación y el desarme en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres. “También hay un factor de prestigio: mantenerse al día con los vecinos”.

Las naciones de Medio Oriente pueden tener razones legítimas para invertir en energía nuclear. Jordania, por ejemplo, casi no tiene petróleo en forma líquida, y apenas agua. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos poseen enormes reservas de crudo, pero pierden el potencial de ingresos en exportación al quemarlo en casa para crear electricidad – de las cuales enormes cantidades son aspiradas por las plantas de desalinización. Turquía, a pesar de su impresionante potencial hidroeléctrico, debe importar petróleo y gas natural.

Pero todo eso ha sido así durante décadas. Lo que ha cambiado en los últimos años es la capacidad nuclear de Irán – un país musulmán chiíta al que los líderes sunitas han llegado a considerar como amenaza importante. El rey de Jordania, Abdullah II, ostentosamente advirtió de una “media luna chiíta” de los países aliados con Irán que va desde el Mediterráneo hasta el Golfo Pérsico. Los saudíes han dejado en claro que adquirirán un arma nuclear si Irán la obtiene.

“Este no es el camino más corto para un arma nuclear, de ninguna manera”, dice Sharon Squassoni, director del programa de prevención de la proliferación en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington, DC. “Pero si me pongo en sus zapatos, creería que probablemente tiene sentido comenzar a recorrer este camino para ver si podemos desarrollar un [programa] nuclear civil, y si recogemos algunas capacidades en el camino, eso está bien”‘.

La sospecha surge con cada nuevo anuncio en parte porque Medio Oriente está yendo en dirección contraria a la tendencia mundial. A nivel mundial, el número de plantas nucleares ha disminuido desde la crisis en la planta de Fukushima Daiichi de Japón en 2011. Las reacciones variaron según el país. Alemania renunció a la energía nuclear por completo después de la catástrofe, mientras que China siguió adelante, planeando más de 100 nuevos reactores. Pero en la mayoría de los lugares, los riesgos ambientales y los altos costos han dejado a los países fuera de la energía nuclear.

“Mi queja respecto a la energía nuclear es que en cierto modo se la retiene como algo muy prestigioso”, dice Squassoni a TIME. “Hacemos acuerdos nucleares con nuestros mejores aliados … todas estas cosas de asociación estratégica. Y en realidad, es esta manera complicada, ligeramente peligrosa y extremadamente cara de hervir el agua. Y eso es lo que estáis haciendo, ¿no? Estáis hirviendo agua para hacer girar esas turbinas”.

Sólo el gasto puede impedir a algunas naciones de Medio Oriente que de hecho se unan al “club nuclear”. Construir una planta atómica cuesta por lo menos $ 5 mil millones, observa Fitzpatrick, y Egipto es desesperadamente pobre; Jordania depende en gran medida de remesas y ayuda externa. Pero los sauditas todavía tienen dinero para gastar y, de acuerdo con el ex funcionario de la Casa Blanca, Gary Samore, han rechazado consistentemente las imprecaciones de EE.UU. para firmar un compromiso de no desviar ningún programa nuclear hacia la producción de una bomba (compromiso que Emiratos Árabes Unidos asumió). Arabia Saudita ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear, pero también lo ha hecho Irán, y al final puede haber una carrera entre tan sólo dos: la India y Pakistán, vecinos irreconciliables, ninguno de los cuales es rico, se volvieron nucleares en 1974 y 1998, respectivamente. Han entrado en guerra una vez desde entonces, elevando los niveles de ansiedad en todo el mundo.

Así que las conversaciones en Suiza tratan de algo más que evitar que Irán consiga la bomba. También son un intento de persuadir a los vecinos de Irán que la opción nuclear está efectivamente fuera de la mesa. Si las conversaciones terminan con un acuerdo final que parezca una victoria para la República Islámica, los diplomáticos dicen que sus vecinos agilizarán sus propios planes. “Si el acuerdo no es lo suficientemente sólido entonces los países regionales dirán que no es lo suficientemente grave, por lo que también se propondrán tener el arma nuclear”, dijo el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius a radio Europe 1 el sábado. “Y eso llevaría a una proliferación nuclear extremadamente peligrosa.”

Fuente: Time