B7Ra4siCIAAg0Ne

ALEJANDRO VÁZQUEZ CÁRDENAS

Fenómeno de relativamente reciente aparición, subproducto no deseado ni deseable del avance en la tecnología de las comunicaciones, el odio, las mentiras, los insultos y las agresiones más delirantes han aparecido en las llamadas “redes sociales” destapadas y prohijadas, en mucho, por el supuesto “anonimato” que brinda una cuenta de Facebook o de Twitter abierta con un seudónimo o un nombre falso, sin foto verificable o con una imagen de caricatura. Cualquier usuario, así sea ocasional, de estas redes puede darse cuenta de la gran cantidad de rencor, odio y resentimiento que destilan muchas “cuentas”.

El llamado “discurso del odio” se define como cualquier comunicación que desacredite a una persona o un grupo sobre la base de algunas características como la raza, género, nacionalidad, religión, orientación sexual u otra característica.

El discurso de odio puede fácilmente incitar a la violencia, eso es una realidad. En fechas recientes el titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Ricardo Bucio, advirtió que en el país aumentaron las expresiones racistas, clasistas y homofóbicas en las redes sociales como Facebook y Twitter.

El funcionario informó que al día hay entre 25 mil y 35 mil mensajes diarios sólo en Twitter que fomentan el odio. Comentó que durante cuatro meses, el Conapred midió las expresiones en las redes sociales. Los hashtags discriminatorios más frecuentes al día son: puto, joto, naco, indio, güila, zorra y puta; esta última palabra ha llegado a tener hasta 20 mil menciones… por día, no lo olvidemos.

Agresiones, ataques, descalificaciones, insultos, burlas, discriminaciones e injurias de todo tipo pueblan las redes sociales y los foros de los medios digitales. Alientan estos comportamientos la precaria regulación normativa y la posibilidad del anonimato, de falsificación e incluso la suplantación de identidad que pueden generarse en estas plataformas virtuales.

Una duda, ¿nos comportamos en ellas con la misma irracionalidad e irresponsabilidad con la que actúa el individuo en masa o, realmente nuestras opiniones vertidas de ese medio, sin filtro, muestra lo que realmente pensamos?

Los especialistas en redes sociales califican a las conductas intolerantes y agresivas que se manifiestan online como “discursos de odio”. Pero, sin dejar de advertir con preocupación la generalización de conductas de esta naturaleza, consideran que los comentarios de los foristas o usuarios de redes sociales permiten documentar las “deficiencias” de una sociedad.

Recientemente, el analista Ezra Shabot fijó su posición sobre la salida de Carmen Aristegui de MVS. La respuesta a su posición, bastante respetuosa por cierto, fue un alud de insultos y expresiones de odio a su religión, la judía, por parte del ala radical de los agresivos fanáticos de Aristegui. Algunos ejemplos: “Judío adorador del dinero púdrete en el infierno que te espera”. “Malditos judíos siempre serán una raza maldita”. “Es como todos los priistas, reniegan de sí mismos pero sabemos para quiénes trabajan. JUDÍO DE MIERDA”. “… el judío siempre será un perro, siempre lo es, como EPN siempre será #presidentemarica”.  Todo esto desencadenado por el simple hecho de que Shabot fijó su posición personal sobre el caso MVS­Aristegui.

El “discurso del odio” es típico del supuesto “análisis político” en redes sociales. Escudados en el anonimato los profesionales del odio insultan, despotrican e injurian; concretamente, ejercen una libertad de expresión basada en el insulto y en un discurso del odio.

Concluyo, los comentarios en las redes sociales muestran un preocupante fundamentalismo, ignorancia, mucho odio, enorme rencor social, cobardía, absoluto desprecio por las normas e incapacidad para tolerar las diferencias.

[email protected]

Fuente: cambiodemichoacan.com.mx