ENRIQUE RIVERA PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Arte, gracia, juventud, ritmo y generosidad, sinónimos de María Aliaga.

Quienes asistimos al Lunario del Auditorio Nacional en días pasados, y presenciamos la actuación de María Aliaga, bailaora de flamenco, nos quedamos con un gran sabor de boca. Sin embargo, tener la oportunidad de conversar unos minutos con ella y conocer un poco más a la artista y a la persona, fue una gran fortuna. Sencilla y muy amable, María, luego de la presentación de su espectáculo Flamenco a la Mexicana, nos demostró la gran entrega que le tiene a su arte.

Desde los cinco años, estudiaba y, a los seis, decidió convertirse en bailaora. Estudió en diversas academias, tanto en México como en Sevilla, Madrid y otras ciudades. Además, pasó un tiempo en Alemania, con una compañía de gitanos, en donde “tenía cinco funciones al día. Ahí estudié, bailé, respiré y comí flamenco por varios meses”, recuerda la joven.

María, quien no duda en compartirnos su edad (ver video), sabe y comparte su amplio conocimiento sobre el flamenco y temas relacionados. A pregunta expresa, comentó: “Para mí, judíos y católicos son los mismo; tenemos ambos el Viejo Testamento pero, más importante, somos mexicanos”. Y ése fue, precisamente, el sello de su actuación en el Lunario: canciones como Amorcito Corazón, la Danza de los Viejitos (Michoacán), sones jaliscienses y, por el otro lado, palmeando, transportándonos con ella a los tablaos de Madrid o Sevilla.

Pero ella no solo es arte y juventud, sino generosidad también, ya que donó esta función al Froin Farein, esta noble organización que apoya con todo a las mujeres de la comunidad con carencias.

Cabe señalar que fue gracias a instancias de la Sra. Denisse Curiel que pudo darse este encuentro entre el arte y la tzedaká. ¡Felicidades!