RABINO SHRAGA SIMMONS

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Después de que se firmó el acuerdo nuclear con Irán, no he podido dormir por las noches.

Pienso en la historia de Purim, en la cual el gobernante del mundo libre, el Rey Ajashverosh, le dio permiso al demente persa Hamán para destruir a todo hombre, mujer y niño judío.

Imaginen cómo se deben haber sentido los judíos en el día de aquél fatídico decreto. Abandonados, solos y asustados.

Este acuerdo le otorga a un demente persa la habilidad de destruir a los judíos.

Ahora, en nuestros tiempos, las naciones del mundo han firmado un documento que no hace nada para disminuir —y quizás incluso aumenta— la habilidad de otro demente persa de cumplir con su juramento de destruir a todo hombre, mujer o niño del Estado judío.

Para partir, gran parte de los 200 billones de dólares que ganará Irán terminarán directamente en manos de sus agentes del terror, llámese Hezbolá, Hamás, y la Siria de Assad.

La rendición de occidente en todos los temas principales —centrífugas, inspecciones, misiles, sanciones, etc.— se encuentra bien documentada.

Es más, el acuerdo se basa en la esperanza de que los fanáticos Ayatollahs abandonen su misión yihadista de una dominación islámica global y elijan en cambio el camino occidental de tolerancia y conciliación. Y es difícil de creer que esto pueda ocurrir en realidad, especialmente dado que hace tan sólo dos días una multitud fanática quemó en Teherán —a plena vista del presidente de Irán— banderas estadounidenses e israelíes mientras cantaban: “¡Muerte a América! ¡Muerte a Israel!”.

Irán y sus secuaces están celebrando este acuerdo (el dictador sirio Assad celebró la “gran victoria”), el cual modifica el balance de poder del Medio Oriente desde los elementos que aman la libertad hacia los violentos y tiranos yihadistas.

El mundo debería estar de duelo por esto.

Detener a un Irán nuclear es prevenir un genocidio.

Detener a un Irán nuclear es básicamente un tema humanitario: la prevención de un genocidio.

Incluso si Irán no activa una bomba, el solo hecho de que podría haber un ataque nuclear en cualquier segundo haría que la vida en Israel fuera insostenible.

El acuerdo es profundamente inmoral

Es inmoral porque le provee a Irán miles de millones de dólares para financiar su expansionismo global y sus campañas del terror.

Es inmoral porque tolera el torrente de odio de Irán en contra de mujeres, gays, judíos, cristianos, estadounidenses, musulmanes sunitas y otros.

Es inmoral porque ignora el voto solemne de Irán de destruir al Estado judío, poniendo a millones de vidas en riesgo y traicionando al antiguo aliado norteamericano.

Las palabras de Eli Weisel resuenan en mi cabeza: “Hemos aprendido a tomar en serio las palabras de odio de nuestros enemigos”.

Clamando al cielo

Los detractores argumentarán que es muy tarde para hacer algo. ¿Qué podría detener a los líderes mundiales que parecen tan decididos?

Los judíos creemos que el Rey de Reyes es quien toma la decisión final en todos los asuntos.

Como dice el Talmud: Incluso si la espada está en tu cuello, nunca es demasiado tarde.
Nuestras plegarias sí tienen un impacto.

Cuando se avecinaba el genocidio en la historia de Purim, hace 2.700 años, Ester le hizo una petición a Mordejai: Haz que los judíos dirijan sus miradas hacia el cielo y lloren en plegaria.

Ella sabía que a pesar de que debemos actuar en este mundo, debemos reconocer que la fortaleza y la victoria provienen sólo de Quien declaró que somos una nación eterna.

Hoy, con 6 millones de vidas judías en riesgo, debemos clamar al cielo.

Fuente: AishLatino (fragmento)

 

<strong>El camino a Auschwitz</strong>

En 1944, cuando los judíos húngaros eran asesinados en las cámaras de gas a una tasa de 12.000 por día, Estados Unidos podría haber bombardeado los rieles del tren que conducía a Auschwitz, lo cual podría haber detenido de manera efectiva los asesinatos. Pero lamentablemente, no actuaron.

¿Cómo es posible que la humanidad —y en particular Estados Unidos— se haya mantenido inactiva y haya dejado que ocurra el Holocausto?

Cuando visité Auschwitz con Rav Noaj Weinberg zt’l, y observé la red de rieles ferroviarios que se dirigían hacia todas las direcciones, desde Noruega hasta Grecia, le pregunté: “¿Por qué los aliados no los detuvieron?”.

Él me respondió: “Al evaluar sus posibilidades, abandonar a 6 millones de judíos era una consecuencia con la que estaban dispuestos a vivir”.

¿Cuál será nuestra respuesta hoy?

Hace setenta años, ¿acaso las cosas no habrían sido distintas si hubiera habido una protesta de costa a costa en Estados Unidos demandando que el Congreso y la Casa Blanca se opusieran a las agresiones genocidas?

Si Rav Nóaj Weinberg estuviera vivo hoy en día, me imagino que nos aconsejaría: Utilicen el poder de Internet para hacer escuchar nuestra voz colectiva y detener este terrible acuerdo.

 

 

#NoalAcuerdoNuclear