El fundador de Snacks Kind Daniel Lubetzky se inspira en las desgarradoras experiencias de su padre sobreviviente de Dachau para ser un ‘mentsch’ [dícese de persona de integridad y honor] socialmente responsable

Por  GABE FRIEDMAN

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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – En muchos aspectos, la sede de Kind Snacks en Manhattan – los proveedores de las barritas de frutas y nueces omnipresentes en todas partes desde tiendas de alimentos naturales a emporios de material de oficinas – son más o menos lo que cabría esperar: montones de ‘progres’ vestidos de manera informal pasean por elegantes salas de colores brillantes adornadas con citas inspiradoras de la talla de Desmond Tutu y Groucho Marx.

Pero pasando a la oficina del fundador y CEO Daniel Lubetzky hay un ambiente diferente. El mobiliario es antiguo, y una cubierta de la revista Time en una pared destaca la cara de Anwar Sadat. Lubetzky dice que su escritorio y las obras de arte en las paredes pertenecieron a su difunto padre, un sobreviviente del Holocausto que tuvo un efecto profundo en su filosofía de la vida y los negocios.

Sin embargo, no nos equivoquemos, – Lubetzky, de 47 años, está lejos de ser sombrío; habla con confiado carisma y un dejo de acento mexicano. En poco más de una década, ha hecho de Kind una de las marcas de snacks saludables más ubicuas en los Estados Unidos. En 2014, la compañía vendió más de 458 millones barritas y bolsas de granola, casi duplicando las ventas del año anterior.

Pero a Lubetzky no lo motiva solo el lucro. En marzo, publicó “Hazlo amable” (juego de palabras con Kind), parte memorias, parte manual para incorporar la responsabilidad social en el proyecto empresarial. El libro, que fue best-seller en la lista de negocios del New York Times, narra la historia de Lubetzky desde su infancia en la Ciudad de México a una temporada en Israel, donde trabajó para conseguir que árabes e israelíes trabajaran juntos, a un estudio en Nueva York, donde luchó durante años para conseguir que su empresa despegara.

Lubetzky atribuye a las historias de su padre sobre el Holocausto la inspiración de su instinto a ser socialmente responsable y promover la bondad.

Por ejemplo, de niño en el campo de concentración de Dachau, el padre de Lubetzky recibió una patata podrida de un guardia nazi que habría sido castigado si lo hubieran visto ayudando a un judío. El padre de Lubetzky atribuye a la papa – y a la actitud del guardia – que le ayudaran a sobrevivir.

Basado en la anécdota, Kind Snacks dona $ 10,000 cada mes a una causa social que es nominada y votada por clientes en línea. Los empleados también llevan tarjetas “kindawesome” que dan a los extranjeros en público por actos espontáneos de bondad. Cada tarjeta viene con un código a través del cual el destinatario puede reclamar algunas barritas Kind gratis y más tarjetas kindawesome para devolver el favor a los demás.

Daniel-Lubetzky-1Lubetzky dio a entender en términos no específicos que planea ampliar este llamado “movimiento Kind” para que coincida con el crecimiento global de la compañía.

Es probable que sea un gurú de la cafetería de hoy, pero no es eso lo que Lubetzky se propuso ser. Se crió en la comunidad “muy insular y muy unida” de la Ciudad de México, que es el hogar de alrededor del 75 por ciento de los aproximadamente 50.000 judíos del país.

Lubetzky tenía 12 años cuando se dio cuenta qué judeo-céntrica fue su crianza. Estaba jugando con un amigo.

“Yo dije algo como “Si no dejas de hacer eso, te voy a patear los tuchas”. “ Y él dijo: ‘¿Qué es tuchas? Y yo le digo, ‘¿Qué estás diciendo?’ “Lubetzky recordó. “Pensé que tuchas era una palabra en español”.

Así nació un deseo de construir puentes entre las comunidades. Como estudiante en la Universidad Trinity en San Antonio, Texas, Lubetzky escribió una tesis sobre la cooperación económica que podría acercar a los Estados-nación – como Israel y sus vecinos árabes circundantes.

“Si me hubieran preguntado en la escuela de derecho o en la universidad o de niño,” ¿Daniel va a dirigir una empresa de alimentos? habría dicho que estabas loco”, dijo Lubetzky. “Lo que tenía pensado hacer era representar a Israel en las Naciones Unidas.”

Pero después de la escuela de derecho en Stanford, Lubetzky recibió una beca de $ 10,000 otorgada por la Federación Judía del área de la bahía para dedicarse a la investigación económica en Israel y tratar de fomentar empresas conjuntas entre árabes e israelíes. Un día, en una tienda de comestibles, encontró un frasco de pasta de tomates disecados que devoró de golpe. Cuando volvió para comprar más, le dijeron que no quedaba porque la compañía iba a la quiebra.

Reconociendo la oportunidad, Lubetzky rastreó al fabricante de la pasta, Yoel Benesh, que usaba frascos caros y otros materiales importados de Europa. Lubetzky lo convenció para trabajar con los agricultores palestinos locales y un fabricante de vidrio árabe en Egipto.

Lubetzky y Benesh construyeron la empresa y la convirtieron en PeaceWorks, que hoy todavía vende tapenades y salsas. Su marca registrada: “¡La Cooperación Nunca Supo Tan Bien!”

Como Lubetzky describe en detalle en su libro, sus esfuerzos para ampliar PeaceWorks no salieron como esperaba. En un momento de la década de 1990, terminó teniendo que almacenar miles de cajas sin vender de ungüentos minerales del Mar Muerto en su pequeño apartamento de Manhattan.

Una serie de Kind bares (cortesía)
Una serie de barritas Kind (cortesía)

“Lo que me mantuvo en marcha fue mi sentido de misión: Yo estaba en esto para construir una base de apoyo a la paz”, escribió Lubetzky. “Tenía que ayudar a mis socios israelíes, árabes y turcos. El fracaso no era una opción”.

Años más tarde a Lubetzky se le ocurrió la idea de las barritas Kind minimalistas de frutos secos y fruta – uno de los primeros productos que evitan la fórmula “pasta” de otras barras – mientras anhelan un bocadillo relleno que los pueda sostener en su entrenamiento para la Maratón de New York en 2002.

Sus primeros obstáculos con PeaceWorks le ayudaron a aprender que la calidad de un producto es más importante que la misión social de una empresa. Kind no promueve su trabajo de caridad públicamente tanto como impulsa el sabor de sus productos y el valor de la salud; la empresa promociona su envoltorio transparente para que los clientes puedan ver dentro los sanos ingredientes.

La autenticidad es lo principal que debe manejar un negocio y su misión, dijo Lubetzky.

“Si [las empresas] pueden encontrar algo que puedan hacer realidad auténticamente para hacer de este un mundo mejor, ¿por qué no?”, Dijo. “Pero realmente tienes que tener un enorme asterisco allí – tiene que ser auténtico.”

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Fuente: The Times of Israel

Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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