MORRIS STRAUCH PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDIO MEXICO

 

Carta_Göring
«Carta Göring». Carta de Hermann Göring a Reinhard Heydrich acerca de la «Solución Final». Wikimedia Commons

Después de las declaraciones de Benjamín Netanyahu  en el último Congreso
Sionista Mundial todos nos preguntamos:

¿Qué se dijeron Hitler y el Muftí de Jerusalem en su reunión del 28 de noviembre de 1941, cuánto influyó el Muftí en la Solución Final nazi?

Para saberlo hay que ir a los Documents on German Foreign Policy 1918-1945, Series D, Vol XIII, London, 1964, pp.881 ff, donde aparece el resumen que hizo de dicha reunión el embajador Grobba.

Más de 2 años antes de que Hitler y el Muftí se reunieran, el 30 de enero de 1939, en el Reichstag –Parlamento-  Hitler declaró que su política hacia los judíos debía de ir más allá de la expulsión: “.. el resultado no será la victoria del judaísmo sino su aniquilación en Europa.”

El 31 de julio, 1941, en plena invasión alemana a la Unión Soviética, Hermann Göring encargó al General de las SS Reinhard Heydrich arreglar todo para ejecutar una “solución total a la cuestión judía”. Tres campos de exterminio se edificaron para dicho uso en Polonia como parte de la llamada Aktion Reinhard: Belzec, Sobibor y Treblinka.

En el frente soviético, cuya invasión comenzó el 22 de junio, el genocidio entró en operación a ese país: los Einsatzgruppen, fueron asignados entre otras cosas, para matar a todos los hombres, mujeres y niños judíos del territorio que fueran ocupando. Para diciembre de 1941 ya habían asesinado a más de 500.000.

Rudolf Hoess, teniente coronel nazi en la Schutzstaffel, SS, y comandante del campo de concentración de Auschwitz, declaró en su juicio en Nuremberg, que en junio de 1941 fue llamado por Heinrich Himmler a quién se le acredita históricamente la autoría intelectual del exterminio judío:

“El Führer ha dado la orden de proceder a la solución final del problema judío. Nosotros, los SS, somos los encargados de llevar a cabo esta orden. A usted le incumbe esta tarea dura y penosa”.

Adolf Eichmann le daría todas las órdenes operacionales, y dicho genocidio se mantuvo como “asunto secreto del Reich” como lo trató Hoess hasta el final de 1942, cuando le confesó a su esposa lo que sucedía en el campo de concentración. En septiembre de 1941 comenzó el exterminio en masa con gas Zyklon B. Más adelante, durante el otoño, Himmler, ordenó al jefe de las SS del distrito de Lublin llevar a cabo otro plan para la matanza sistemática en Polonia.

La reunión entre Hitler y el Muftí tuvo lugar al final del segundo tercio del otoño de ese año, el 28 de noviembre. Ciertamente los palestinos estaban preocupados por la llegada de judíos europeos a los poblados israelitas de Palestina y que su población creciera en número; el Muftí veía en Hitler a un aliado. En 1939 el gobierno inglés limitó la migración hebrea a Palestina a 10 mil personas/año.

La carrera anti judía y anti sionista del Muftí fue muy vasta, desde reclutar musulmanes bosnios para incorporarlos como unidades dentro de las Waffen SS nazis, llamar en 1943 a seguir el ejemplo de la Solución Final nazi sobre los israelitas en Medio Oriente, hasta bloquear la salida de 500 niños judíos del campo de exterminio Arbe hacia Turquía, por mencionar algunas. Sus reclutas bosnios que se refugiaron en Medio Oriente, después de la guerra mundial, pelearon contra Israel en la independencia de 1948.

 

Éste es el resumen de la reunión entre A. Hitler y el Muftí de Jerusalem que hizo ahí mismo Fritz Grobba, no existe ninguna transcripción textual de la reunión:

 

“Cancillería del Reich, Berlín 28 de noviembre 1941 reunión del canciller alemán Adolf Hitler y el Gran Muftí Haj Amin al-Husseini, en presencia del ministro del Exterior del Reich y el ministro Fritz Grobba, embajador en Medio Oriente:

 

Gran Muftí:

El gran muftí comenzó dando las gracias al Führer por el gran honor de haberlo recibido. Quería aprovechar la oportunidad para reiterar al Führer del Reich Alemán, admirado por todo el mundo árabe, su agradecimiento por la simpatía que siempre había mostrado a los árabes y especialmente a la causa palestina, de lo cual habían dado muestras claras en sus discursos públicos.

Los países árabes estaban convencidos firmemente de que Alemania ganaría la guerra y que la causa árabe prosperaría. Los árabes eran amigos naturales de Alemania, ya que tenían los mismos enemigos, los ingleses, los judíos, y los comunistas. Por lo tanto estaban dispuestos a cooperar con Alemania con todo su corazón para participar en la guerra, no sólo negativamente mediante la comisión de actos de sabotaje y la instigación de revoluciones, sino también positivamente con la formación de una Legión Árabe.

Los árabes podrían ser más útiles a Alemania como aliados de lo que podría ser evidente a primera vista, tanto por razones geográficas como por el sufrimiento infligido a ellos por ingleses y los judíos. Además, tenía una estrecha relación con todas las naciones musulmanas, de las cuales podrían hacer uso en nombre de la causa común. La Legión Árabe sería bastante fácil de levantar. Un llamado por el Muftí a los países árabes y a los prisioneros de nacionalidad árabe, argelina, tunecina, y marroquí en Alemania produciría un gran número de voluntarios dispuestos a luchar. De la victoria de Alemania en el mundo árabe estaba firmemente convencido, no sólo porque el Reich poseía un gran ejército, soldados valientes, y líderes militares de genio, sino también porque el Todopoderoso nunca podría otorgar la victoria a una causa injusta.

En esta lucha, los árabes se esforzaban por la independencia y la unidad de Palestina, Siria e Irak. Tenían la plena confianza en el Führer y buscaban su mano por el bálsamo para sus heridas que habían sido infligidas sobre ellos por los enemigos de Alemania.

A continuación el Muftí mencionó la carta que había recibido de Alemania, declaró que Alemania no tenía en su mano territorios árabes y comprendía y reconocía las aspiraciones a la independencia y la libertad de los árabes, al igual que apoyaba la eliminación de un hogar nacional judío.

Una declaración pública en este sentido sería muy útil por su efecto propagandístico en las naciones árabes en este momento. Podría despertar a los árabes de su letargo momentáneo y darles nuevos ánimos. También facilitaría el trabajo secreto del Muftí para organizar a los árabes para el momento en el que podrían atacar. Al mismo tiempo, les daría la seguridad a los árabes para esperar pacientemente, en estricta disciplina, el momento oportuno y sólo atacar después de una orden de Berlín.

Con respecto a los acontecimientos en Irak, el Muftí observó que los árabes en ese país sin duda no habían sido incitados por Alemania para atacar a Inglaterra de ninguna manera, sino habían actuado únicamente en respuesta a un ataque inglés directo en su honor.

Los turcos, a su juicio, darían la bienvenida al establecimiento de un gobierno árabe en los territorios vecinos, ya que preferirían más un débil gobierno árabe, a los fuertes gobiernos europeos en los países vecinos y, siendo ellos mismos una nación de 7 millones, no tendrían nada que temer de los 1.700.000 árabes que habitan en Siria, Transjordania, Iraq y Palestina.

Francia igualmente no  tendría ninguna objeción al plan de unificación porque había concedido la independencia a Siria ya en 1936 y había dado su aprobación a la unificación de Irak y Siria bajo el rey Faisal desde 1933.

En estas circunstancias renueva su solicitud de que el Führer haga una declaración pública para que los árabes no pierdan la esperanza, que es una fuerza tan poderosa en la vida de las naciones. Con esa esperanza en sus corazones los árabes, como había dicho, estarán dispuestos a esperar. No presionando para la realización inmediata de sus aspiraciones, podrían esperar fácilmente medio año o un año entero. Pero si no eran inspirados con tal esperanza con una declaración de este tipo, se podría esperar que los ingleses sacaran partido de ello.

 

Hitler:

El Führer respondió que la actitud fundamental sobre estas cuestiones en Alemania, como el propio Muftí ya había dicho, estaba clara. Alemania se levantó en guerra sin cuartel contra los judíos. Ello, incluía naturalmente una oposición activa al establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina, que no era otra cosa que un centro, en forma de un estado, para el ejercicio de la influencia destructiva de los intereses judíos. Alemania también estaba consciente de que la afirmación de que los judíos estaban llevando a cabo las funciones de pioneros económicos en Palestina era una mentira. El trabajo allí lo hacían sólo los árabes, no los judíos. Alemania estaba resuelta, paso a paso, a pedir a cada nación europea, una tras otra, resolver su problema judío, y en el momento adecuado hacer también un llamado similar a los países no europeos.

En la actualidad Alemania está involucrada en una lucha de vida o muerte con dos ciudadelas del poder judío: Gran Bretaña y la Rusia Soviética. En teoría había una diferencia entre el capitalismo de Inglaterra y el comunismo de la Unión Soviética, en realidad, sin embargo, los judíos en ambos países perseguían un objetivo común. Ésta era la lucha decisiva; en el plano político se presentaba más como un conflicto entre Alemania e Inglaterra, pero ideológicamente era una batalla entre el nacional socialismo y los judíos. Huelga decir que Alemania proporcionará ayuda práctica y positiva a los árabes que participan en la misma lucha, porque las promesas platónicas serían inútiles en una guerra por la supervivencia o la destrucción en la que los judíos serían capaces de movilizar a todo el poder de Inglaterra para sus fines.

La ayuda a los árabes tendría que ser una ayuda material. De qué poca ayuda serían las puras simpatías en tal batalla como se había demostrado claramente por la operación en Irak, donde las circunstancias no permitieron la prestación de ayuda práctica realmente eficaz. A pesar de todas las simpatías, la ayuda alemana no había sido suficiente e Irak fue vencido por el poder de Bretaña, es decir, el guardián de los judíos.

El Muftí no podría más que ser consciente, sin embargo, de que el resultado de la lucha que se está llevando acabo también decidiría la suerte del mundo árabe. Por tanto, el Führer tenía que pensar y hablar con frialdad y deliberadamente, como un hombre racional y sobre todo como un soldado, como el líder de los ejércitos alemán y aliados. Se tendría que hacer todo con carácter de asistencia en esta batalla titánica por la causa común, y por lo tanto también por los árabes. Sin embargo cualquier cosa, que pueda contribuir al debilitamiento de la situación militar se debe dejar a un lado, por muy impopular que pueda ser esta maniobra.

Ahora Alemania se encuentra en batallas muy severas para abrir la entrada a la región del Cáucaso norte. Las dificultades eran principalmente las de mantener el suministro, que era lo más difícil como resultado de la destrucción de vías férreas y carreteras, así como la cercanía del invierno. Si en un momento así, el Führer tuviera que plantear el problema de Siria en una declaración, esos elementos en Francia que se encontraban bajo la influencia de De Gaulle recibirían nuevas fuerzas. Interpretarían la declaración del Führer como una intención de romper el imperio colonial Francés y harían un llamado a sus queridos compatriotas para hacer una causa común con los ingleses para tratar de salvar lo que puedan. Una declaración Alemana respecto a Siria se entendería en Francia como referente a todas las colonias francesas en general, lo cual crearía en la actualidad nuevos problemas en Europa occidental, lo que significaría que una parte de las fuerzas armadas alemanas se movilizarían al oeste y ya no estarían disponibles para la campaña del este.

A continuación el Führer, hizo la siguiente declaración ante el Muftí, invitándolo a que la guarde en lo más profundo de su corazón:

 

  1. El (el Führer) llevaría a cabo la batalla hasta la destrucción total del imperio judeo-comunista en Europa.
  2. En algún momento que ahora era imposible de establecer, pero que en cualquier caso no era distante, los ejércitos alemanes llegarían en el curso de esta lucha, a la salida sur de Caucasia.
  3. Tan pronto como esto haya sucedido, el Führer daría por su cuenta al mundo árabe la seguridad de que su hora de liberación había llegado. El objetivo de Alemania sería entonces solamente la destrucción del elemento judío que reside en la esfera árabe bajo la protección del poder británico. En aquella hora el Muftí sería el portavoz más autorizado para el mundo árabe. Entonces sería su tarea detonar las operaciones árabes, que él había preparado en secreto. Llegado ese momento, Alemania también podría ser indiferente a la reacción francesa a tal declaración.

Una vez que Alemania haya obligado a abrir el camino a Irán e Irak a través de Rostov éste sería también el comienzo del fin del Imperio Mundial Británico. Él (el Führer) espera que el próximo año fuera posible para Alemania empujar para abrir la puerta Caucásica hacia el Medio Oriente. Por el bien de la causa común, sería mejor si la proclamación árabe fuera puesta de lado por unos cuantos meses, a que Alemania se metiera en aprietos a sí misma sin poder ser capaz, por lo tanto, de ayudar a los árabes.

Él (el Führer) aprecia totalmente el afán de los árabes para hacer una declaración pública de la clase solicitada por el Gran Muftí. Pero él le pediría que considere que él (el Führer) mismo, el Jefe de Estado del Reich Alemán, durante cinco largos años no le ha podido hacer, a su propia patria, el anuncio de su liberación. Tendrá que esperar a que el anuncio pueda hacerse sobre la base de una situación provocada por la fuerza de las armas para que el Anschluss sea llevado a cabo.

En el momento en que las divisiones de tanques y escuadrones aéreos alemanes hayan hecho su aparición al sur del Cáucaso, la apelación pública solicitada por el Gran Muftí podrá salir al mundo árabe.

 

Gran Muftí:

El Gran Muftí respondió que era su opinión el que todo iba a suceder tal como el Führer había indicado. Estaba completamente tranquilizado y satisfecho por las palabras que había oído del Jefe del Estado Alemán. Sin embargo, pidió sí no sería posible, al menos en secreto, llegar a un acuerdo con Alemania del tipo que acababa de delinearle al Führer.

 

Hitler:

El Führer respondió que tan sólo le había dado ahora al Gran Muftí, precisamente, esa declaración confidencial.

 

Gran Muftí:

El Gran Muftí le dio las gracias por ello y afirmó en conclusión que él se quedaba con la plena confianza en el Führer y con un agradecimiento reiterado por el interés mostrado en la causa árabe.”