Cuando una mujer de 29 años de edad ingresó al Centro Médico Cedars-Sinai Los Ángeles para someterse a cirugía de vesícula, la enfermera le hizo dos preguntas que podrían haber parecido irrelevantes. “¿Ha sentido depresión últimamente? ¿Muestra poco interés en hacer algo?”

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SABRIYA RICE

La respuesta del paciente alteraría significativamente el tipo de atención que estaba por recibir. Resulta que la mujer tenía historial de depresión así como trastorno de estrés post-traumático, la paciente recibía tratamiento de un antidepresivo prescrito para personas con enfermedad mental grave.

Si la enfermera no hubiera preguntado acerca de la depresión, los médicos del hospital no habrían continuado el tratamiento de salud mental del paciente. Tampoco hubieran consultado al psiquiatra que manejó su cuidado y capacitado al equipo en el manejo de los pacientes psicológicamente vulnerables.

“La gente tiende a recuperar su ánimo y tratan de verse felices aunque por dentro no estén bien”, afirma el Dr. Itai Danovitch, Presidente del Departamento de Psiquiatría y Neurociencias del Comportamiento del Centro Médico Los Ángeles Cedars Sinai. “Es importante contar con un proceso sistematizado para identificar a las personas con altos niveles de angustia que pueden estar pasando desapercibidos.”

Desde abril de 2014, el hospital ha desarrollado un sistema para identificar depresión de forma rutinaria en todos los pacientes que ingresan para recibir tratamiento, es uno de los primeros hospitales de Estados Unidos en llevarlo a cabo. Aproximadamente el 1% de los 4,700 pacientes monitoreados cada mes se encuentran en situación de riesgo de suicidio, circunstancia difícil de detectar en el pasado.

Los Servicios Preventivos de EE.UU. (U.S. Preventive Services Task Force ) ampliaron sus recomendaciones para la detección de la depresión a todos los adultos mayores de 18 años, incluyendo mujeres embarazadas y posparto. El panel también informó acerca de los beneficios del tratamiento para la salud mental, aun cuando éstos presentan efectos secundarios, afirmando que los beneficios son superiores a los riesgos potenciales.

Una suma de factores condujo al Hospital Cedars-Sinai a poner en marcha este programa. Como la mayoría de los hospitales de Estados Unidos, tienen que reportar a los programas federales que imponen sanciones por altos reingresos y malos resultados. Estas iniciativas también buscan reducir costos y duplicación de servicios en la administración hospitalaria.

En el Centro Médico Cedars-Sinai, las enfermeras proporcionan pruebas de detección de depresión a cerca del 95% de todas las admisiones. Los pacientes pueden optar por no participar en la prueba, y algunos no pueden someterse a las pruebas debido a su estado de salud al ser admitidos. Las primeras preguntas responden a si el paciente se ha sentido deprimido y desmotivado durante el último mes. Aproximadamente el 7% de los pacientes responden de manera que desencadena un cuestionario de seguimiento.

La siguiente fase del cuestionario es más profunda. ¿Se ha sentido desesperanzado? ¿Tiene problemas para concentrarse, dormir o comer? ¿Ha considerado el suicidio o una autolesión? Alrededor del 3% de estas respuestas desencadenan señales de alerta, y el 1% se consideran en riesgo de suicidio.

El médico puede revisar el funcionamiento de la tiroides o buscar otras enfermedades crónicas que pueden desencadenar o bien se manifiestan como depresión. La trabajadora social desarrolla un plan de acción, que puede incluir la coordinación de consulta externa. Un psiquiatra también puede ser consultado para iniciar el tratamiento en el hospital.

El Dr. Danovitch reporta que los pacientes con problemas de salud mental tienden a regresar al hospital con mayor frecuencia, muestran pobres resultados y son pacientes más costosos. “No identificar al paciente con problemas mentales, dificulta la atención hospitalaria y su tratamiento”.

Fuente: modernhealthcare.com