En Cochín, provincia de Kerala, La India, sólo quedan 26 judíos. Al abandono de sus sinagogas y cementerios hay que añadirle conflictos internos desde hace siglos. Reportaje de Dana Hartaman par Ha´Aretz.

P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO :

Cochin, una gran ciudad portuaria en el suroeste de la India, cuenta con no una, sino con  dos calles con el nombre “Judío.”  Una,  en el barrio que  algunos  llaman   “Ciudad de los  Judios”,  Marrancherry: la  Calle  de los Judíos,  plagada de baratijas,  donde se levanta la   más antigua sinagoga en activo de toda   La  India, Paradesi. Y  a nueve kms.  de distancia,  en el  abarrotado centro  de Ernakulam, en medio de los vendedrores ambulantes de  chanclas de plástico y chips de plátano frito, está  la segunda calle  de los Judios; oculta  trás  uan tienda de pececillos y flores , hay otra sinagoga, menos visitada,  con el Arón vacío: su Sefer Torá -y toda la comunidad- está en Israel.

Estas sinagogas son sólo dos de las siete  que hay en todo el estado de Kerala. (La sinagoga  de Paravur sorprendentemente , está situada a 25 kms.  de  otra calle  de los Judíos)  Aparte de esto, kerala no teine nada más con los judíos . Hoy en día, hay solamente 26 Judios permanecen en Cochin y algunos de ellos no se hablan, incluso no se reconocen como judíos entre sí.

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Según algunas versiones, los primeros Judíos llegaron a Kerala como  mercaderes  de marfil, monos y loros en el siglo XI a.e.c .  Los enviaban desde aquí al Templo del Rey Salomón en  de Israel. Otros relatos sugieren que aparecieron más tarde, después de la destrucción del Segundo Templo, estableciéndose en Cranganore, la antigua capital de Cochin.

Cuando el viajero  español y judío Benjamín de Tudela  visitó la India  hacia el año 1170,  contó  que había unos  1.000 judios en el sur, todos ellos negros. Se refería a los Judios Malabari, así llamados por estar en la costa de Malabar. A partir de finales del siglo XVI , los Malabaris se unieron a los otros judios, de piel más clara , que llegaron de Portugal, España y el resto de Europa. Las comunidades, parece ser, nunca se mezclaron bien -o en absoluto-  ya fuera por racismo , como sostiene la  gente mayor  de la comunidad, como  por las diferencias personales y culturales, dicen otros.

Bien recibidas por los gobernantes y las poblaciones locales, las comunidades prosperaron hasta finales de 1940, cuando  Israel y La India obtuvieron la independencia, con apenas  meses la una  de la  otra, estimulando un éxodo masivo desde La India  a Tierra Santa.


A los 93 años, Sarah Cohen es la judía de más edad en Cochin.
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Dependiendo de a qué hora del día uno la encuentra en su pequeña casa , tienda  de  bordados  y baratijas , puede aparecer más o menos confusa. Pero cuando se le preguntó por  cuántos judios permanecen en Cochin hoy, ella no vacila: “Seis”. Esto se debe a que no cuenta el centro de Judios Malabari. Ella sólo cuenta con ella misma y los miembros de la familia Hallegua,  tres puertas más abajo – no es suficiente para un minian en la famosa sinagoga de Pardesi, “Pero vamos juntos a  cantar canciones,” dice ella,  poniéndose  sus gafas para ver  con quién está hablando.
“Esos Judios [dn Mattancherry] son idiotas”, resopla Josephai Elias, conocido por todos como Babu,  líder no oficial de la comunidad judía Malabari en Ernakulam. Babu, de 60 años, es dueño de  la tienda de peces y flores de Ernakulam y sin  ayuda de nadie , se preocupa por  la Sinagoga  de el Kadavumbagam , detrás de él, desde el S. XVII,  y que no se ha utilizado desde la década de 1970.

Josephai Elias
Avezado carnicero kosher, Babu  dice que se niega a “cortar el pollo” para la pequeña comunidad judía blanca, en referencia a los Cohen y sus vecinos. Ellos lo rechazan; él las rechaza. Las relaciones entre Babu y los otros judios Malabari – la mayoría de ellos,  sus propios hermanos – no son perfectas tampoco, admite con un encogimiento de hombros. Él está listo para  hacer el equipaje  y marcharse.
“Dos veces he querido  ir a Israel”, dice. Una vez, su abuela le rogó que se quedara; la siguiente, su madre dejó claro que no podía prescindir de él. De sus nueve hermanos, cuatro han hecho aliá, y el resto se ha quedado en Kerala,  pero ya están casados con no-judios o ya no están interesados en temas de la comunidad judía.
Babu reza solo la mayoría de los Shabbats, dice, sentado en uno de los bancos de la sinagoga de madera, bajo la luz naranja, azul y verde de las lámparas . “¿Qué puedo hacer yo?”   “Al menos tengo oro en el corazón.” La hija mayor de Babu,  Avithal, de 27 años, se enamoró de Israel en un viaje  y se quedó para hacer una maestría en el Technion. Luego se enamoró de un inmigrante judío estadounidense de Maryland. La boda es el mes que viene en Haifa. Su hija menor, de 24 años de edad, Leya, se trasladó a Mumbai para asistir a la escuela y ahora trabaja en el Centro de la Comunidad Judía  de allí. Se espera que vaya  a pasar a Israel y encontrar un novio allí. “Ella es un muy buena cocinera ,” dice, “y una bailarina maravillosa!”Lo único que mantiene Babu en Cochin es la sinagoga. Y no es el único preocupado por el futuro y el destino de este y otros puntos de interés judío allí. Los 8.000 Judios de Cochin que viven en Israel han discutido este tema en las reuniones anuales, y otras comunidades judías de todo el mundo también han mostrado interés. Mientras tanto, las autoridades de la India – el departamento  arqueológico del gobierno, en particular – han puesto la cuestión en sus mentes, junto con un proyecto de ecoturismo local.
Hay una persona que ha dedicado años de su vida a la cuestión de la preservación de este patrimonio,  un jubilado llamado Prof. C. Karmachandran, profesor de Historia para el gobierno,  no judío, pero un apasionado – y algunos dirían obsesionado con – el destino del cementerio judío en Mala, una extensa ciudad a 50 kilómetros al norte de Mattancherry y Ernakulam. Es el mayor cementerio judío en la India, según él, y el lugar de descanso final de lo que él estima entre 2500-3000 Judios.  “Este es uno de los pocos y más importantes símbolos que quedan de la presencia judía en Kerala,” dice Karmachandran.

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Los últimos Judios de Mala, aproximadamente 300 de ellos, se fueron a Israel a principios de 1955. Antes de hacerlo, los documentos lo demuestran, firmaron un acuerdo oficial con la municipalidad local para confiarle el cuidado y conservación del cementerio, así como la sinagoga. La sinagoga, se estipuló, nunca debe utilizarse como otra casa de culto o convertirla  en un matadero. Mientras que la antigua sinagoga se utiliza de vez en cuando para  funciones educativas o culturales, el cementerio por la  es una historia diferente: está previsto construir allí un estadio de fútbol.

“El cementerio está siendo destruido por las autoridades locales”, dice Karmachandran, acusándolos de sacar provecho de los bienes inmuebles. “Si no evitamos esto, no habrá nada que preservar para las generaciones futuras.” Y añade: “La situación es patética.”

Karmachandran no está solo en esta lucha. Pertenece a un grupo de activistas – hindúes, musulmanes y cristianos – que han salido a  luchar por la preservación del cementerio de  Mala durante varios años.
Hasta el momento, la pequeña comunidad de Cochin restante ha expresado su apoyo a la campaña, pero no se ha unido activamente, ya sea porque son demasiado viejos o  por estar demasiado atrapados en sus propias luchas de preservación. Karmachandran entiende esto, pero espera que la comunidad judía más grande de la India difunda el conocimiento de la situación. Sería bueno , dice, sque  los líderes israelíes  trasladaran el asunto  al gobierno de la India, que, bajo el primer ministro Narendra Modi, se ha acercado más  a  Israel.

Karmachandran admite que después de años de abandono, hay poco de valor  para preservar. Hoy en día, sólo  permanecen tres  lápidas, todas con inscripciones  en hebreo.
Pero la lucha es una cuestión de principios, subraya Karmachandran, así como un caso de prueba de la capacidad de la India para salvaguardar su  rica herencia multiétnica . “Tenemos una tradición de protección de nuestras minorías. Ellos nunca fueron tratados como ciudadanos de segunda clase en Kerala”  dice. “No soy judío, pero estoy orgulloso de la cultura judía. Es parte de nuestra cultura autóctona “.
 Reprodución autorizada : ©Dana Hartman/ HaÁrtez
 Traduce para Enlace Judío: P Huergo Caso