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Tomando en cuenta todo el debate social y legal actual alrededor de esta planta ancestral, la Universidad Hebraica consultó a un especialista sobre los últimos avances en la investigación sobre este tema. ¿Qué tan perjudicial es el cannabis? El doctor y reconocido investigador nacional de la UNAM, Oscar Prospero García, maestro en psicología, Dr. en neurociencias y terapeuta cognitivo conductual habla ampliamente del tema.

Algunos puntos que destaca son los siguientes:

1. El principio de la adicción a la marihuana es que nuestro cerebro está preparado para recibirla, así es, contamos con receptores para ésta ya que de forma natural tenemos marihuanas endógenas, las cuales son lípidos que las neuronas producen para modular su actividad, también inciden en la forma en que aprendemos y nos inducen placer al comer, al beber agua, al estar sexualmente con la pareja, nos relajan e incluso nos ayudan a dormir. La marihuana actúa sobre esos receptores como si fueran los endocanabinoides, entonces nuestro “sistema cerebral del placer”, que es esencial para la sobrevivencia, puede verse “sobre estimulado”, alterando varias funciones, apagando la amígdala, encargada de reacciones importantes como la huida y la lucha y la corteza prefrontal, encargada del juicio y la toma de decisiones. El activar estos receptores de forma masiva y descontrolada puede generar efectos nocivos.

2. Por lo tanto fumarla sí genera dependencia, a pesar de que el mito urbano dice que los usuarios de marihuana no desarrollan dependencia, sí lo hacen. Asimismo las personas que la usan con frecuencia requieren consumir en cantidades cada vez mayores para obtener el efecto deseado, lo cual se conoce como “tolerancia”. A veces se piensa que quien consume cada dos o tres semanas no es dependiente, pero es importante saber que la marihuana permanece en el cuerpo por un mes y sigue llegando constantemente al cerebro.

3. En los consumidores habituales de marihuana sí existe síndrome de abstinencia, el cual consta principalmente de ansiedad, irritabilidad, problemas para dormir y cambios en el apetito, además durante el síndrome de abstinencia a las drogas en general, la marihuana incluida, nuestro “sistema cerebral de defensa” entra en acción, pues el cerebro experimenta la privación de la droga como una situación que amenaza el equilibrio del organismo, lo que también contribuye a que los sujetos con una adicción recaigan en el consumo. Aunque en un inicio es el deseo de placer lo que genera el consumo, lo que mantiene la adicción a la larga es este desequilibrio, el cual genera malestar y sufrimiento al individuo.

4. Existen consecuencias medibles por consumir marihuana las cuales son:
Fumar marihuana causa alteraciones y modificaciones a nivel cerebral, las marihuanas endógenas participan de manera natural en regular funciones como la memoria y la toma de decisiones ¿Qué pasa cuando se consume THC?, hay disminución en la actividad en algunas regiones del cerebro, lo cual puede afectar la forma en que percibimos el placer, desregulación a nivel emocional y aumento de ansiedad. Asimismo los sujetos se vuelven más lentos para responder, tienen fallas en la atención y la memoria (sobre todo en cuanto poder formar nuevos recuerdos y mantener nuevos aprendizajes).

La intoxicación con marihuana también altera otras funciones cognitivas, como el pensamiento, la percepción de sí mismo, de la realidad y la socialización.

Por lo mismo se ha visto que el consumo crónico de THC a altas dosis conduce a un estado de pasividad e indiferencia, caracterizado por una disfunción generalizada de las capacidades cognitivas, interpersonales y sociales, lo cual conduce en muchas ocasiones a la deserción escolar, el desempleo, la dificultad para establecer relaciones duraderas y profundas, etc.

5. Iniciar el consumo de marihuana en la adolescencia es realmente peligroso para el cerebro en formación.
Durante la adolescencia empieza a madurar una parte del cerebro conocida como corteza prefrontal, la cual sirve, entre otras cosas, para tomar decisiones y planear nuestra conducta. Ésta es la última parte del cerebro que madura, pues hasta los 30 años todavía se forman conexiones entre sus neuronas y este proceso se puede ver alterado por el consumo de marihuana.

Es por ello que los sujetos que inician el consumo en la adolescencia pueden presentar aún durante la edad adulta alteraciones en la atención y en otras funciones cerebrales, como la capacidad para razonar, planear, tomar decisiones y generar el lenguaje. Parece que conforme más temprano en la vida una persona inicia el consumo de marihuana, más se afectará su atención y su memoria. También se ha visto que hay cambio en estructuras cerebrales, como en el núcleo accumbens, el cual reduce su tamaño, lo que ocasiona que nuestro “sistema del placer” se desregule, por lo tanto lo que normalmente nos ocasiona placer, como por ejemplo, comer, beber, salir con los amigos o ir al cine deja de producirlo. Por lo tanto, las personas que inician el consumo en edades tempranas tienen el riesgo de que estos efectos permanezcan a lo largo de la vida aunque la persona ya no consuma marihuana.

6. Fumar marihuana puede ser riesgoso para la salud mental, el consumo de THC puede precipitar ataques de pánico así como el inicio de la esquizofrenia y el trastorno bipolar entre sujetos que presentan predisposición y vulnerabilidad a estas patología, especialmente entre quienes comenzaron a consumirla en la adolescencia.

7. La buena noticia es que con una intervención terapéutica adecuada las consecuencias negativas pueden verse reducidas considerablemente.
El tratamiento del paciente consumidor de cánnabis debe incluir el tratamiento de cesación del hábito de consumo, esto puede lograrse a través de terapias orientadas hacia el aumento de la conciencia del problema, así como a incrementar la motivación para abandonar el consumo. En este sentido el terapeuta orientará cada caso de manera individualizada, y optará por el arsenal terapéutico adecuado, dando importante atención a la integración psicosocial.

Pienso que los datos anteriores son preocupantes sobre todo porque hoy en día en nuestra sociedad está creciendo un modelo de consumo habitual, el cual está muy ligado a la vida diaria y consiste en utilizar la sustancia en las más diversas circunstancias: socializar, inducir el sueño, neutralizar el estrés, mantener relaciones sexuales, o para combatir la sensación de frustración vital.

Otra preocupación importante es que estamos hablando que la edad de inicio de consumo está dándose en una población muy joven, la cual es la más vulnerable a los efectos nocivos y de largo plazo de la droga. Asimismo otro factor de riesgo fundamental es la fácil accesibilidad que los jóvenes parecen tener para adquirir y consumir esta droga.

Dado el gran interés mediático por este tema, sería importante comprometer una política de información institucional, en colaboración con científicos y psicólogos, que permita contestar y reconducir con argumentos y datos, informaciones de los medios de comunicación relacionadas con intereses pro-cánnabis, con verdades “a medias” o con informaciones ambiguas, donde se asocia la marihuana con el ecologismo, el pacifismo y otros movimientos sociales especialmente atrayentes para los jóvenes.

Lo que está en nuestras manos como sociedad es conseguir disminuir la tolerancia social hacia el cánnabis en conjunto, y específicamente hacia el consumo siquiera experimental, incrementando la difusión de la información científica sobre las consecuencias negativas agudas y crónicas de su consumo logrando la sensibilización y prevención a nivel escolar, familiar y comunitario, los mensajes, tanto de los padres de familia como de las instituciones deben ser precisos e informados. ¿Si nuestros jóvenes realmente supieran que sus cerebros y por lo tanto su personalidad, su inteligencia y su futuro está en riesgo la seguirían consumiendo? Como con todas las drogas, algunos seguramente sí, pero pienso que el consumo bajaría considerablemente, necesitamos proteger nuestra sociedad y para esto es fundamental proteger la salud de nuestros chicos.