Podría definirse como el común denominador de lo que está prohibido hacer en Shabat, como todo aquello que resulta en cambios permanentes o durables en nuestro entorno. El propósito de cocinar es transformar algo crudo en cocido. El propósito de escribir es guardar información para recuperarla después. Pero usar una parrilla eléctrica para calentar comida ya cocida, podría estar permitido.

MARCOS GOJMAN

Thomas Edison, el gran inventor norteamericano, desarrolló en 1879 el foco incandescente. En 1882 echó a andar la primera planta generadora de electricidad en la parte baja de Manhattan, para darle servicio a 85 clientes que en total tenían 400 focos en sus casas. De entonces a la fecha, Edison nunca hubiera imaginado la cantidad de funciones que la electricidad llenaría en nuestros hogares. La usamos para una infinidad de actividades en nuestra vida diaria. Cuando se nos “va la luz”, nuestras vidas se trastornan enormemente. Ya no entendemos cómo se vivía sin electricidad.

Nuestros sabios empezaron a cuestionar como afectaba este nuevo paradigma a la vida judía. Especialmente en vista de que la electricidad nos daba luz y facilitaba mucho el desempeño de muchas de las labores domésticas habituales, como cocinar o lavar, por lo que se preguntaban cómo su uso afectaría el respetar el Shabat: ¿el usar un dispositivo eléctrico pudiera considerarse un “trabajo” (melajá) o afectar nuestra capacidad de descansar (shvut) en Shabat?

Hay 39 trabajos, melajot, que nuestros sabios definieron como prohibidos en Shabat y que la electricidad puede afectarlos. Por ejemplo, algunos consideran que subir o bajar el interruptor de una lámpara viola la prohibición de encender (37) o apagar (36) un fuego, pues consideran la incandescencia del foco equivalente al fuego. Otros opinan lo contrario. No consideran a la luz eléctrica como un fuego, pues no hay combustión, no hay una flama y no se genera carbón.

Hay otras melajot que se han usado para argumentar en favor o en contra del uso de aparatos eléctricos en Shabat. El uso de la computadora o el celular, se enfrenta con la prohibición de escribir (33). Usar parrillas eléctricas, con la prohibición de cocinar (11). Para algunos, encender la luz de un cuarto, equivale a terminar de construirlo (34) o a completar una tarea (38).

Podría definirse como el común denominador de lo que está prohibido hacer en Shabat, como todo aquello que resulta en cambios permanentes o durables en nuestro entorno. El propósito de cocinar es transformar algo crudo en cocido. El propósito de escribir es guardar información para recuperarla después. Pero usar una parrilla eléctrica para calentar comida ya cocida, podría estar permitido. Usar una tarjeta con banda magnética para abrir el cuarto de un hotel sería el mismo caso. En general se puede decir que un trabajo manual que está prohibido en Shabat, también está prohibido si se hace usando algo eléctrico. Rabi Joel Roth, citando escritos tan diversos como los de Samson Raphael Hirsch, Mordejai Kaplan y Abraham Joshua Heschel, nos explica que todos ellos coinciden en definir “melaja”, los trabajos prohibidos en Shabat, como todo aquello que les permite a las personas “dominar o cambiar” su entorno.

Muchos rabinos han tratado el tema del uso de la electricidad en Shabat y hay una diversidad de posturas, desde las más restrictivas hasta las más permisivas. Además, surgen nuevos dispositivos, como los focos a base de diodos (LED) que obligan a repensar viejas reglas. En el fondo, el asunto está más en el aspecto de “shvut”, descanso, que de “melajá”, trabajo. No es tanto qué trabajos no se deben hacer, sino qué debo hacer para descansar verdaderamente en Shabat.

 

Fuente:alreguelajat.com