ENLACE JUDÍO MÉXICO –Esta semana probablemente ha sido la más dura de la prolífica carrera de Andrés Roemer, vilipendiado como traidor por unos y ensalzado como héroe por otros, y en medio de una disputa de alcance internacional en la que se ha puesto en duda desde su lealtad, los intereses económicos y políticos del Gobierno Federal y la pertinencia de que México se pronuncie, en un sentido u otro, sobre un tema del que pocos realmente entienden.

Una de las acusaciones más graves que se le han hecho en los medios de comunicación estos días es la de poner por encima sus “creencias” (como judío, claro) a su labor como diplomático mexicano, y haberse salido de la votación en la UNESCO para dejar que un subalterno emitiera el voto a nombre de México.

Tras darse a conocer la carta de respaldo que le envió el embajador israelí en la UNESCO, Carmel Shama Hacohen –misma que ha servido para fincarle responsabilidades por haber discutido el sentido del voto mexicano con representantes de otros gobiernos– diversos medios de comunicación reprodujeron una traducción al español de dicha carta, que causó la indignación de muchos en las redes sociales.

La carta de Carmel Shama Hacohen, tal como se reprodujo en este mismo medio, lee lo siguiente:

It was personally moving to see you leave the room during the vote in order to actively avoid the vote against your conscience”.

Una traducción aproximada podría decir:

“Me conmovió personalmente verlo abandonar la sala durante la votación para evitar activamente votar en contra de su conciencia” (énfasis nuestro).

Sin embargo, la traducción que circuló en medios de comunicación mexicanos, dice lo siguiente:

“Fue conmovedor ver que abandonaste el salón durante la votación para evitar votar en contra de tus creencias” (énfasis nuestro).

Diversos analistas y comentaristas se mostraron muy molestos ante la idea de que Roemer (quien públicamente se declara ateo con una herencia cultural judía), hubiera puesto sus creencias por encima de su labor como diplomático de un gobierno ostensiblemente laico.

Suponemos que ninguno de estos periodistas o editores se tomó la molestia de leer la carta original o de acudir a alguien con un conocimiento básico del idioma inglés. La palabra conciencia según la usó el Embajador Shama Hacohen corresponde a la segunda acepción recogida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “Sentido moral o ético propios de una persona”.

La conciencia es el timón moral o ético que guía de forma interna nuestras acciones a pesar de las circunstancias externas. Es la cualidad que nos permite, que nos obliga, desde nuestras convicciones internas, a hacer lo correcto incluso cuando las presiones externas nos impulsan a ceder al mal. En el caso de Roemer, sus convicciones están a la vista de todos: es un férreo defensor de la racionalidad, de la ciencia y la tecnología como herramientas para el mejoramiento de la humanidad y un defensor a ultranza de las libertades individuales.

Según el mismo diccionario, la tercera acepción de la palabra “creencia”, que es la que han asumido quienes lo critican en los medios, es “religión o doctrina”, cosa de la que Roemer carece.

Las palabras importan, e importan más en estos casos, en que un “sí”, un “no” o una “abstención” define la postura de un país entero ante un hecho de importancia histórica.

Los periodistas y opinadores que insisten en descalificar a Andrés Roemer como traidor por haber seguido sus creencias cuando él lo que hizo fue seguir a su conciencia, harían bien en comprarse un diccionario inglés-español, y de paso considerar con cuidado la importancia del uso del lenguaje en su vida diaria y profesional.