MELANIE PHILLIPS

La hostilidad palestina hacia la patria judía es tan patológica que ellos perpetran las falsedades más ridículas para borrar a los judíos de su propia historia.

Esta semana la UNESCO duplicó la apuesta sobre su resolución vergonzosa borrando la conexión histórica judía y cristiana con el Monte del Templo, el santo de los santos del pueblo judío, definiéndolo en cambio como “un sitio santo de culto musulmán.”

Por añadidura, la resolución original también condenó las “agresiones y medidas ilegales israelíes intensificadas” contra el departamento a cargo de los lugares santos musulmanes y deploró “la irrupción continua dentro de la mezquita Al-Aqsa/al-Haram al-Sharif por parte de extremistas de derecha y fuerzas uniformadas israelíes.”

Esta reescritura de la historia y creencia religiosa judía equivale a una yihad de la mentira. Las afirmaciones falsas de agresión israelí, proyectando en sus víctimas judías la propia violencia incesante, vandalismo cultural y terrorismo de los árabes sobre el Monte del Templo, son mentiras incendiarias que alimentan ataques asesinos contra los judíos y en los que la UNESCO se ha hecho cómplice ahora.

De todas las cuestiones preocupantes de nuestro tiempo, la más fundamental es el colapso de la distinción entre verdades y mentiras.
Cuando la sociedad posmoderna decidió que la noción de verdad objetiva era tontería y así todo era relativo, también destruyó la idea de una mentira.

Si no existe tal cosa como la verdad, entonces no puede existir tal cosa como una mentira. Todo se vuelve meramente una cuestión de opinión.

Los líderes palestinos mienten en forma reflexiva e incesante sobre Israel y los judíos. Los libelos inflamatorios de que los israelíes matan en forma deliberada a niños árabes o perpetran limpieza étnica y apartheid incitan a las turbas árabes a la furia asesina.

Estas mentiras son creídas también por muchos en el Occidente. Porque si bien sólo algunos occidentales son consumidos por la intolerancia hacia los judíos, la mayoría ya no son más educados para distinguir mentiras de pruebas fácticas. Se les enseña en cambio a otorgar igual respeto a “narrativas rivales.”

Profundamente ignorantes acerca del Medio Oriente, muchos han tragado así la mentira patentemente ridícula que los judíos no tienen conexión histórica con la tierra de Israel, cuyo pueblo indígena fueron en cambio los palestinos.

El año próximo marca el centenario de la Declaración Balfour, la carta escrita en 1917 por el Secretario del Exterior británico, Arthur Balfour. Esta comprometió al gobierno de Reino Unido a establecer un hogar nacional judío en lo que entonces era llamado Palestina.

Como el último frente en su campaña para deslegitimar y destruir a Israel, los palestinos ahora han amenazado con conmemorar el aniversario con una campaña anual de inventos y distorsiones.

En julio pasado la Autoridad Palestina amenazó absurdamente con llevar a juicio al gobierno inglés por la Declaración Balfour. El “ministro del exterior” de la AP, Riyad al-Maliki, dijo que esta “dio a gente que no pertenecía allí algo que no era de ellos.”

Esta es una mentira, sólo ha pertenecido siempre a los judíos, el único pueblo indígena existente de la tierra. Esto ha sido admitido por los árabes mismos.

En 1918, Sherif Hussein, el guardián de los lugares santos islámicos en Arabia, escribió que los judíos volviendo en manadas a Palestina eran “exiliados” regresando  a su “patria sagrada y amada.” En marzo de 1919, Emir Faisal escribió: “Desearemos a los judíos una sincera bienvenida a casa.”

Hace algunos años, en Londres, fue iniciada en la Cámara de los Lores, nada menos, por parte del Centro de Retorno a Palestina, una campaña para lograr que Inglaterra se disculpara “por sus crímenes coloniales pasados en Palestina.”

La sesión reunió a teóricos de la “conspiración judía”, negadores del Holocausto y otros aborrecedores de judíos en una exhibición de antisemitismo abierto. Las mentiras del antisemitismo son alimentadas por, y alimentan a, las mentiras sobre Israel.

Cuando editaba el Palestine Telegraph, el coordinador de la campaña de la Declaración Balfour del CRP, Sameh Habeeb, subió un vídeo del ex líder del Ku Klux Klan, David Duke, afirmando que Israel era una amenaza terrorista para Estados Unidos.

Ahora, el CRP afirma que cuando fue escrita la Declaración Balfour “los palestinos indígenas equivalían al 90% de la población total.”

La afirmación de que Inglaterra dio un país palestino a los judíos es una mentira.

El 24 de julio de 1922, la Liga de Naciones dio su reconocimiento a “la conexión histórica del pueblo judío con Palestina y a las bases para reconstituir su hogar nacional en ese país.” Como resultado, dio a Inglaterra un mandato para establecer a los judíos allí de pleno derecho.”

En 1917 los árabes que estaban viviendo en Palestina no se identificaban como palestinos. O eran nómades o se identificaban con países árabes, tales como Siria. Cuando la gente se refería a los palestinos en la primera mitad del siglo pasado querían identificar a los judíos.

Los judíos son el único pueblo para quien la tierra de Israel fue siempre su reino nacional. Son los árabes quienes están inclinados sobre un crimen colonialista, buscando robar la tierra de los judíos una vez más.

Como siempre, sin embargo, el gobierno de Israel, con su rechazo a lidiar en forma estratégica y forense con la guerra cognitiva que está siendo librada, ha respondido meramente con sarcasmo e indignación.

Israel tiene que educar al mundo acerca de precisamente cuán desquiciadas son estas mentiras. Porque muchos en el Occidente no conocen los hechos verdaderos y entonces no entienden que los palestinos están motivados por una locura.

Estas mentiras prueban inequívocamente que la verdadera agenda de incluso los llamados “palestinos moderados” es erradicar a Israel. Su hostilidad hacia la patria judía es tan patológica que perpetran las falsedades más ridículas para borrar a los judíos de su propia historia.

Los palestinos piensan que su gran mentira histórica terminará a Israel. De hecho podría repercutir sobre ellos de mala manera y terminar su propia causa, pero sólo si Israel reconoce la oportunidad que ahora debe aprovechar.

Fuente: The Jerusalem Post

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México