ALAN GRABINSKY / En una de las plazas principales de la vieja Habana, se encuentra una caja de cristal con un pequeño barco de pesca llamado “el Granma”. Hace sesenta años, un grupo de jóvenes militantes socialistas dirigidos por Fidel Castro atravesó el Golfo de México y desató una revolución que afectaría la región en los próximos decenios.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Hoy, “el Granma” forma parte de la mitología revolucionaria de América Latina. Entre otras cosas, el principal periódico del partido comunista cubano lleva su nombre. Y según el periodista mexicano Jacobo Zabludovsky, el hombre que ayudó con todo fue un judío mexicano llamado Jorge Besquin.

En 1956, Castro, cuya muerte el pasado viernes está siendo llorada y celebrada en todo el mundo, vivía exiliado en la ciudad de México, a donde huyó en 1955, después de haber pasado dos años en prisión por un fallido golpe de estado. Allí publicó su manifiesto, entrenó a sus tropas y planeó su regreso a Cuba a través de un asalto a la isla para iniciar un movimiento revolucionario.

Poco se sabe de Besquin, salvo que era ingeniero petrolero y amigo de Castro y que – junto con Antonio “El Fofo” Gutiérrez – participó en la financiación de la compra. Finalmente fue Antonio el Condo quien compró el barco en Tuxpan, Veracruz.

El 25 de noviembre de 1956, 82 revolucionarios – incluidos Raúl Castro y Ernesto Che Guevara – partieron de la costa de Veracruz con un objetivo en mente: deshacerse de Fulgencio Batista -el dictador amigo de Estados Unidos que había abolido los derechos políticos y constitucionales en Cuba desde 1940 – y el establecimiento de una sociedad socialista que recupere el país.

Dos años después de la expedición del Granma los combates continuaban. Jacobo Zabludovsky – amigo de Besquin y de Gutiérrez – volvía para pasar el Año Nuevo con ellos cuando recibió una llamada de la oficina. Batista había caído.

En una columna de 2014, Zabludovsky, quien era parte de una prominente familia judía mexicana, recordó haber llamado inmediatamente a Besquin para decirle las buenas noticias. El columnista, uno de los periodistas más prominentes de México hasta su muerte el año pasado, escribió la respuesta: “Me colgó el teléfono, pensó que era una mala broma”.

Fuente: Forward 

Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico