JANE EISNER / A través de la historia de Estados Unidos, ha habido judíos que han ocupado cargos importantes en la Casa Blanca como asesores de varios presidentes. Y ha habido miembros de la familia de presidentes, esposas y hermanos especialmente, que han ejercido un enorme poder político desde la residencia oficial de la presidencia.

ENLACE JUDÍO MÉXICO –Pero nunca ha habido la combinación que se refleja en la llegada de Jared Kushner como asesor principal de su suegro, Donald Trump. La combinación de la autoridad política pura y los lazos familiares en la dirección más poderosa en el mundo se traducen en que Kushner, que cumplió 36 años ayer, podría representar un nivel de influencia judía históricamente sin precedentes.

Cualquier cosa que pensemos de él o del hombre a quien sirve, Kushner volverá a dibujar la imagen del judío americano por excelencia – irónicamente, ya que como un hombre súper rico, moderno ortodoxo, políticamente conservador (especialmente en Israel), refleja la más pequeña franja de la judería del siglo XXI. Eso no importará, ni para quienes lo miran con admiración, o para aquellos que ven en él la encarnación del judío intrigante.

No será el primer presidente judío. Pero será el primer judío que llegará tan cerca, ya una edad tan joven, sin experiencia cívica o gubernamental – y con una seguridad laboral envidiable.

“No recuerdo un presidente que tuviera un consejero judío que también fuera su yerno”, me dijo Jonathan Sarna, el eminente historiador judío estadounidense de la Universidad de Brandeis. “Hasta donde yo sé, ningún presidente anterior tuvo un yerno judío mientras servía en la Casa Blanca”.

Sarna me recordó que otros presidentes del siglo XX tuvieron consejeros judíos muy cercanos: el presidente Woodrow Wilson escuchó a Louis Brandeis; el presidente Franklin Delano Roosevelt fue asesorado por Sidney Hillman, Henry Morgenthau, Samuel Rosenman y otros. (Es por eso que los antisemitas le decían el “deal judío”). “Bernard Baruch, por supuesto, debe haber aconsejado a nueve presidentes”, agregó Sarna. Richard Nixon tenía a su Henry Kissinger; Barack Obama a su Rahm Emanuel. Si las elecciones de 2000 hubiesen sido resultado de los votos directos, Joe Lieberman habría sido vicepresidente, a sólo un latido del corazón de la Oficina Oval.

Por siglos, las poderosas primeras damas también dieron forma a las presidencias de sus esposos, desde Abigail Adams hasta Eleanor Roosevelt. Después de que Wilson sufrió un derrame cerebral, su esposa Edith asumió los deberes presidenciales. Hillary Clinton fue encargada de reformar el sistema nacional de salud al lado de su esposo Bill.
Como en tantas cosas, Trump está reescribiendo el guión. Es difícil imaginar a Melania Trump – que, por ahora, ni siquiera se mudará a Washington – desempeñando algún tipo de papel político importante en la administración de su marido. En cambio, será Kushner con la oficina en la Casa Blanca, quien tendrá el oído del presidente – el poder detrás del trono. El único precedente es el rol que Bobby Kennedy desempeñó en el gobierno de su hermano Jack, cuando era Fiscal General de los Estados Unidos, pero ese arreglo levantó tantas banderas rojas que las leyes contra el nepotismo fueron escritas para evitar que volviera a suceder.

Esas leyes contra el nepotismo, junto con medidas estrictas para evitar los conflictos de intereses, deberían impedir que Kushner trabaje en un papel oficial no remunerado, pero esas sutilezas no parecen impedir que Trump actúe como si pudiera hacer lo que le venga en gana. Más bien, los lazos familiares garantizan que Kushner, a diferencia de cualquier otro consejero, nunca será despedido o destituido. Si, como parece, el yerno es sumamente leal al padre, presumiblemente el padre es igual de leal al yerno.

Y así tenemos la extraña perspectiva de que posiblemente el candidato más prejuiciado a ser elegido en la América contemporánea eleve al nieto de supervivientes del Holocausto a la posición más alta hasta ahora en nuestra historia.

La larga historia del pueblo judío cuenta con muy pocas instancias en que hemos tenido poder político genuino. “Siglos de supervivencia en las tierras de otras personas impidieron a los judíos lograr la plena aceptación – y el acceso a las esferas del gobierno. Algunos individuos pudieron haber vivido a lo grande, pero el pueblo judío en su totalidad vivió en el sufrimiento, temeroso de antagonizar a aquellos de quienes ellos buscaban la tolerancia”, escribió Ruth Wisse, una erudita de la literatura en yidish y autora de  “Judíos y Poder”.

Wisse escribió esas palabras hace casi una década – cuando Kushner y Trump, que aún no estaban relacionados, eran ambos demócratas – en el contexto de insinuaciones de que el “lobby israelí” estaba ejerciendo demasiado poder, un punto que Wisse, conservador, negó vigorosamente. En lugar de ello, argumentó, los judíos habían desarrollado durante siglos “estrategias de acomodación”, sobresaliendo en los oficios y el comercio permitidos por los gobernantes no judíos, con cuidado de no alterar el orden económico, político o social vigente, dispuestos a asimilarse o mantenerse al margen para asegurar la supervivencia.

El proyecto sionista fue una respuesta a esta posición inherentemente servil, por lo que el establecimiento del estado de Israel, que concede a los judíos tierra y soberanía y medios de defensa, era un punto de inflexión tan monumental, un alejamiento agudo de las atrincheradas limitaciones de la historia.

La ascensión de Jared Kushner podría ser otro punto de inflexión, mucho menos monumental, por supuesto, pero significativo. Algunos judíos pueden alegrarse de este hito, usando la presencia de Kushner como una prueba de que Trump no es tan malo como sabemos que es, que realmente no dice las cosas que dice en serio, y que seguramente no puede tolerar ningún antisemitismo, ya que tres de sus nietos están siendo criados para observar Shabat.

Pero Kushner también se convertirá en un imán para cada tropo antisemita qflotando en Internet. Ya ha comenzado, con sitios web de supremacía blanca que publican amenazas veladas sobre la influencia indebida de Kushner en “Jewmerica“.

No merece tales palabras de odio. Nadie lo merece. Pero tampoco Kushner se ha pronunciado en contra de la oleada de antisemitismo – junto con la intolerancia contra otras minorías, inmigrantes y discapacitados – desencadenada por la campaña de su suegro. ¿Su lealtad lo cegó? ¿Su deseo de ganar a cualquier costo borra todos sus demás valores? ¿No ve la conexión judía?

Me pregunto últimamente si Kushner es un José moderno, el primer “judío profesional” de la Biblia, quien se levanta literalmente desde las profundidades para convertirse en el segundo al mando del Faraón en el antiguo Egipto. Kushner debe sentir cierta afinidad por la historia de Joseph – uno de sus hijos lleva el nombre.

José, magnánimo, salva a su familia, asegurando la continuación de lo que se convertiría en el pueblo judío. ¿Servirá Kushner a su pueblo – por lo que me refiero no sólo a los judíos, sino al pueblo estadounidense? ¿O sólo permitirá avanzar a los peores y más peligrosos impulsos del hombre que ahora determinará su futuro? ¿Qué cosa es el poder si no se utiliza para hacer el bien?

Fuente: Forward.com