Margarita «Margo» Glantz Shapiro nació en la Ciudad de México en 1930 de padres inmigrantes de Europa Oriental. El pasado jueves 19 de enero se presentó en el Museo de las Culturas del Centro de la Ciudad de México, con la charla “La Merced de mis recuerdos”, organizada por la Sinagoga Histórica Justo Sierra.

ELENA BIALOSTOCKY PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO –A la escritora desde muy pequeña le gustó la lectura y en su adolescencia comenzó a escribir. Después se casó quien vivió muchos años en Francia.

Actualmente es escritora, ensayista, crítica literaria y académica. En sus obras se ven reflejadas sus preocupaciones por temas relacionados con la mujer, erotismo, sexualidad y cuerpo. Así como la migración, la memoria y genealogía.

“Mi abuelo fue el Sr. Burakoff, un panadero que tenía su establecimiento en la calle de Uruguay, en la que hacía pan tradicional de la cultura ashkenazi. La vida transcurría con mucha tranquilidad, los domingos nos íbamos a pasar el día a Xochimilco, mi madre llevaba la comida ya preparada. En esa época aún había un canal en las calles de Circunvalación y La Viga. Como fue pasando el tiempo, la comunidad judía fue progresando económicamente y fue cambiando de lugar de residencia. El primer gran cambio fue a la Colonia Condesa“, recuerda.

“Por nuestra situación económica tuvimos que cambiar muchas veces de casa. Esto causó que cambiara de escuela muchas veces y me costó trabajo hacer amistades, era muy tímida. Estudié Letras y Ciencias Sociales. Por mi carrera conocí a Jaime Sabines, a Rosario Castellanos, a muchos que después serían grandes escritores, filósofos y poetas mexicanos”.

“En esa época me habían dicho que los judíos habían matado a Cristo, en semana santa se quemaban los Judas como hasta ahora, a mí me daba miedo que por ser judía me fueran a quemar a mí. Cuando vivíamos en la Lagunilla mi padre sufrió un atentado durante una manifestación de los Camisas Doradas (un grupo nazista que se creó en México). Él usaba barba larga, se dieron cuenta que era judío y lo apedrearon, a unos pasos de una sombrerería que era de nuestra propiedad, lo pudieron meter a la tienda, le dieron a las vitrinas y una piedra le cayó en la cabeza, cerraron la cortina de hierro. A los pocos días se rasuró la barba”, cuenta.

“Después de la segunda Guerra Mundial, se fundó la organización The Joint, cuya finalidad era juntar fondos para ayudar a los sobrevivientes para poder llegar a Israel. Mi padre fue nombrado delegado de México, viajó por muchas ciudades de América del Sur para reunir fondos. A finales de los 30, los tres grandes poetas, escritores e intelectuales eran, mi padre Jacobo Glantz, Moisés Glikowsky e Itzjak Berliner. Ellos tres fundaron una revista que se llamó Los Tres Caminos. Posteriormente participaron en la fundación de dos periódicos en idish Der Beg (El Camino) y De Shtime (La Voz).”

“Mi padre ya tenía relación con novelistas e intelectuales mexicanos como Vicente Rojo, Manuel Felgueres, López Loza y muchos más. Al mismo tiempo era amigo de artistas como Orozco, Siqueiros y otros. En conclusión, mi vida en La Merced fue muy tranquila, podíamos salir a cualquier hora a la calle sin miedo. La ciudad estaba limpia, a excepción del Mercado de La Merced que sigue sucio”.