MICHAEL OREN

Estados Unidos ha firmado acuerdos con tres regímenes delincuentes limitando en forma estricta sus capacidades militares no convencionales. Dos de esos regímenes —Siria y Corea del Norte— violaron descaradamente los acuerdos, provocando respuestas cambiadoras de juego por parte del Presidente Trump. Pero el tercer acuerdo —con Irán— es tan inherentemente defectuoso que Teherán ni siquiera necesita violarlo. Honrarlo será suficiente para poner en peligro millones de vidas.

Los acuerdos marco con Corea del Norte y Siria, concluyeron respectivamente en 1994 y 2013 y fueron similares en muchas formas. Ambos reconocían que los regímenes ya poseían armas de destrucción o al menos los medios para producirlas. Ambos suponían que los regímenes rendirían sus arsenales bajo un tratado internacional y abrirían sus instalaciones a los inspectores. Y ambos creyeron que estos estados represivos, si eran comprometidos en forma apropiada, podían ser llevados dentro de la comunidad de naciones.

Todas esas presunciones fueron erradas. Después de retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear, Pyongyang probó cinco armas atómicas y desarrolló misiles intercontinentales capaces de llevarlas. El dictador sirio Bashar Alassad, menos de un año después de firmar el marco, dio marcha atrás para gasear a su propio pueblo. Reforzada por la inacción de Estados Unidos y respaldada por otras potencias, Corea del Norte y Siria rompieron sus compromisos con impunidad.

O así pareció. Al ordenar un ataque con misil Tomahawk contra una base aérea siria y que una fuerza de ataque de la Armada de EEUU patrulle cerca de la costa de Corea del Norte, la administración Trump ha sostenido los marcos y colocó a sus violadores bajo aviso. Esta reafirmación de fuerza es bienvenida por todos los aliados de Estados Unidos, Israel entre ellos. Pero para nosotros, el acuerdo más peligroso de todos es el que puede no necesitar nunca ejecución militar. Para nosotros, la amenaza existencial se vislumbra en una década, cuando expire el acuerdo con Irán.
Como los marcos con Corea del Norte y Siria, el Plan Integral de Acción Conjunto (JCPOA) del 2015 supuso que Irán cumpliría con sus obligaciones y abriría sus instalaciones a los inspectores. El JCPOA supuso que Irán moderaría su comportamiento y se uniría a la comunidad internacional. Pero a diferencia de sus aliados norcoreanos y sirios, Irán fue el patrocinador más grande de terrorismo y prometió abiertamente destruir a otro estado, Israel. A diferencia de ellos, Irán mintió sistemáticamente sobre su programa de armas no convencionales durante 30 años. Y a diferencia de Damasco y Pyongyang, los que tienen prohibido en forma permanente adquirir armas de destrucción masiva, Teherán puede esperar con ansia construirlas rápidamente y en forma legítima a fines del 2020, una vez que expire el JCPOA.

Este, para Israel y nuestros estados suníes colindantes, es el defecto aterrador del JCPOA. Al régimen más comprometido con nuestra destrucción se le ha concedido un pase libre para desarrollar capacidades militares nucleares. Irán podría seguir los ejemplos sirio y norcoreano y engañar. O, mientras disfruta de cientos de miles de millones de dólares en alivio de las sanciones, puede adherir al acuerdo y desactivar partes de sus plantas nucleares en vez de desmantelarlas. Puede desarrollar nuevas tecnologías para producir bombas atómicas mientras prueba misiles balísticos intercontinentales. Puede continuar masacrando sirios, iraquíes y yemeníes, y financiando a Hamas y Hezbola. El JCPOA permite a Irán hacer todo eso meramente a través del cumplimiento.

Un Irán con armas nucleares sería tan peligroso como “50 Coreas del Norte,” dijo el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a la ONU en el año 2013, e Irán es ciertamente muchas veces más peligroso que Siria. Pero únicamente a Irán se le ha concedido inmunidad para masacrar a civiles y amenazar con genocidio. Solamente a Irán se le ha garantizado una capacidad nuclear futura. Y el régimen iraní —el cual aplastó brutalmente un levantamiento popular en el 2009— ha acumulado una fuerza de un millón de hombres para suprimir cualquier oposición futura. En vez de moderarse, el régimen actual promete ser más radical aun en otros 10 años.

¿Cómo pueden Estados Unidos y sus aliados adelantarse a la catástrofe? Muchos pasos son posibles, pero comienzan con penalizar a Irán por las convenciones que ya viola, tales como las restricciones de la ONU sobre desarrollo de misiles. Las sanciones estadounidenses restantes contra Irán deben permanecer firmemente en vigencia y el Congreso debe aprobar más legislación punitiva. Por sobre todo, debe establecerse un vínculo fuerte entre el JCPOA y el apoyo al terror por parte de Irán, sus promesas de aniquilar a Israel y derrocar a los gobiernos árabes pro-estadounidenses, y su complicidad en masacres. En tanto los ayatolas opriman a su propia población y exporten su tiranía al exterior, no puede permitirse que expire jamás ninguna restricción contra su programa nuclear.

Respondiendo enérgicamente a las atrocidades norcoreana y siria, el Presidente Trump ha dado un paso importante hacia restablecer el poder de disuasión de Estados Unidos. Su determinación de remediar los defectos en el JCPOA y de hacer frente a Irán acelerará en gran medida ese proceso. Estados Unidos, Israel y el mundo estarán todos más seguros.

El Sr. Oren es viceministro de Israel para diplomacia y un miembro de la Knesset por el Partido Kulanu.

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México