Enlace Judío México.- Las maravillas de la tecnología son impactantes y más cuando se utilizan en cuestiones muy concretas. En aquel enero del ’94 (“presente lo tengo yo”, como dirían los estribillos de los corridos mexicanos), varios medios daban la noticia de que México bombardeaba a su población civil con aviones suizos Pilatus, en el conflicto Armado de Chiapas, lo cual nos puso de malas a muchos.

ENRIQUE RIVERA  PARA ENLACE JUDÍO

Claro, sin entrar en los orígenes del conflicto (pobreza, injusticia) y sin pretender justificar el alzamiento armado que vio nacer a un sex symbol y mítica figura, como lo fue el Sub Marcos; y menos aún comparar las folclóricas armas de madera de los zapatistas, contra las de verdad; esto puede señalarse en una frase del Subcomandante Marcos que -para mí- englobó todo el conflicto: “Podrán cuestionarse los métodos, pero no las causas”.

Saltando en el tiempo, llegamos a junio del 2017, y gracias a una serie de reportajes aparecidos allende la frontera, en el también mítico New York Times, nos enteramos de que varios comunicadores nacionales fueron espiados y estuvieron a merced de un software -una maravilla de la tecnología israelí- que convirtió los aparatos de los periodistas y de los defensores de derechos humanos, entre otros, en una ventana, libro y línea abierta para quienes les mandaron el link y lo “mordieron”. Cabe señalar que cada infección exitosa tiene un costo de 77 mil dólares (multiplique por la cotización de hoy y tendrá el costo del chiste).

Así como los aviones Pilatus, que en aquel tiempo se dijo no podrían ser utilizados contra la población civil, el software, vendido solamente a gobiernos, estaba destinado a otra cosa.

– “¿A cuál?”, me dirá inteligentemente usted.

Y, yo, para tratar de no parecer un idiota le responderé:

– Otra, que no era meterse con los comunicadores ni activistas sociales.

Pero, amable lector, veo la insatisfacción en sus ojos, por mi respuesta rápida y garrapateada, aunque poco eficaz.

Por ello, habiendo ganado un segundo de la escasa materia prima que es el tiempo, le diré con la frente en alto y con tono seguro:
— Esa tecnología se puede usar en las cárceles, con personas que verdaderamente pueden hacer daño a la sociedad. — Le diría terroristas, pero no creo (o no quiero) que haya en México. En las fuerzas oscuras de la sociedad mexicana que tiñen de sangre y zozobra a la población inocente. Para eso se puede usar un producto tan sofisticado y no para cometer delitos que debilitan a la sociedad y a su conjunto.