La halajá faculta al judío para vivir una vida de significado y esforzarse por el bien mayor.

ELI KAVON

Para entender el judaísmo rabínico, debemos entender el concepto de la Ley Oral. Que Moisés recibiera no sólo una Ley Escrita, encarnada en la Torá, ha legitimado la interpretación rabínica de la ley judía (Halajá) y ha mantenido la vitalidad de las comunidades judías en la Tierra de Israel y en la Diáspora. La flexibilidad de la halajá es su fuerza y ha dado a los rabinos gran latitud en la interpretación. La Ley Oral enraíza la interpretación rabínica en la Revelación en el Sinaí.

No creo que la Ley Oral esté consagrada en la idea de que Dios le dijo a Moisés que tuviera un par de platos separado para la carne y la leche. Pero en un antiguo Israel donde había diversidad en la comprensión de la interpretación de la Torá, la Ley Oral proporcionó a los rabinos un legado y una legitimidad que perduró más allá de la destrucción romana del Segundo Templo en el año 70 EC.

El fundamento de la Ley Oral es el Talmud. El Talmud consiste en la Mishná y la Guemará. La Mishná es el código original de la ley judía. Fue editado por Rabí Judá el Patriarca -líder de los judíos en la Tierra de Israel – alrededor del año 200. Está escrito en un hebreo singular que parte del hebreo de la Biblia y el foco del trabajo del editor era proporcionar un código basado en las decisiones de los fariseos y sus herederos los rabinos.

Rav, estudiante de Rabí Judá, llevó la Mishná a Babilonia y en las grandes academias de esa tierra el texto original fue interpretado y debatido a fondo en el idioma semítico y hablado del arameo. Mientras que en la Tierra de Israel, en un dialecto diferente del arameo, la Mishná era objeto de debate, fue el más completo Talmud de Babilonia, encarnado en la Guemará, el que se convirtió en el fundamento de la Ley Oral, especialmente en el mundo Ashkenazi.

El comentario de Rashi sobre el Talmud en el siglo XI fue un hito en abrir un texto denso a un mayor número de estudiantes. Irónicamente, fue en su lugar de nacimiento, Francia, que los cristianos quemarían el Talmud como una obra de herejía antieclesiástica.

Lo que es notable sobre la quema del Talmud, estimulada por un apóstata judío y el orden mendicante de los Dominicos, es el descubrimiento tardío de la Iglesia de que la Halajá era el fundamento de la vida y la ley judías. El problema comenzó cuando Nicholas Donin, un judío convertido al cristianismo, condenó al Talmud como blasfemia y llevó la acusación al Papa Gregorio IX (1227-1241). En 1239 el Papa ordenó a los gobernantes de Francia, Inglaterra, las tierras españolas y Portugal a apoderarse de todos los textos judíos y examinarlos por hostilidad a la Iglesia. El único rey que siguió órdenes papales fue Luis IX de Francia (1226-1270). El 3 de marzo de 1240, los libros sagrados judíos fueron confiscados en el dominio de este piadoso y joven rey.

En junio siguiente, el Talmud fue puesto en juicio en una disputa. Cuatro principales rabinos en Francia, dirigidos por Jehiel de París, debatieron al apóstata Donin. Pero los rabinos fueron obligados a perder la disputa y numerosas cargas de volúmenes manuscritos del Talmud fueron quemadas en París, probablemente en 1242 y 1244. La erudición talmúdica francesa nunca se recuperó completamente.

La condena del Talmud por blasfemia fue probablemente provocada por los actos de los propios judíos. En su Alfabetización judía, Rabi Joseph Telushkin expuso la intrigante tesis de que el interés de la Iglesia en los libros judíos pudo haber comenzado cuando tres rabinos franceses se acercaron a la orden dominicana de la Iglesia y pidieron que la Guía de Maimónides para los Perplejos fuera quemada por herejía. Este fue un punto de partida para que la Iglesia investigara todo el corpus de libros judíos. ¿La quema del Talmud tuvo su génesis en la quema del trabajo de Maimónides? La tesis de Telushkin es inquietante, pero él está convencido: la controversia sobre el trabajo filosófico de Maimónides pudo proporcionar una llave a la posterior quema del Talmud.

El rabino Telushkin ofrece otra razón para el ataque al Talmud en París. Mientras los judíos se adherían sólo a la Biblia hebrea – el Antiguo Testamento para los cristianos – la Iglesia creía que ellos serían más persuadidos para convertirse al cristianismo. Tal vez esto es así. En el dogma cristiano, se suponía que los judíos vivían como el pueblo de una Revelación que había sido destruida, con la Gracia reemplazando a la Ley. Se suponía que rechazarían esa Ley al final de los tiempos y reconocerían a Jesús como el mesías, resaltando el hecho de que el primero que rechazara a Jesús sería el último en abrazarlo. El Talmud es el fundamento de esa Ley y esa Ley libera a sus seguidores en lugar de proveer un obstáculo para la redención.

La Halajá faculta al judío para vivir una vida de sentido y esforzarse por el bien mayor. Que la Ley fuera tan dominante en la vida judía -aunque hay grandes obras de ética, filosofía y misticismo- desafiaba la supremacía de la Iglesia. Aunque mi primer amor es la historia judía y nunca he sido un maestro del debate y la lógica talmúdicos, ciertamente reconozco que los judíos sobrevivieron y prosperaron como pueblo que creía en vivir una vida de Ley Divina. La quema posterior del Talmud no hizo nada para abolir el gran edificio intelectual de la judería babilónica y como texto que encarna la Ley Oral sigue siendo una fuerza de liberación, no un obstáculo para la redención.

El autor es rabino de Anshei Sholom Congregation en West Palm Beach, Florida.

Fuente: The Jerusalem Post – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico