Enlace Judío México.- Prácticamente casi todos los movimientos religiosos dentro del judaísmo aceptan la muerte del tallo cerebral como el momento del fallecimiento, por lo que apoyan la donación de órganos para trasplantes.

MARCOS GOJMAN

En principio, el judaísmo apoya y alienta la donación de órganos para salvar vidas (pikuaj nefesh). Para la ley judía, la halajá, el salvar una vida anula casi todos los mandamientos en el judaísmo, con la excepción de los que prohíben asesinar, tener relaciones sexuales ilícitas y adorar ídolos.

Hay tres mandamientos bíblicos que indican cómo manejar los restos de una persona fallecida y estos son: “Nivul Hamet”, regla que prohíbe la mutilación innecesaria de un cadáver y es la base de por qué las autopsias son generalmente prohibidas; “Halanat Hamet”, el mandamiento que prohíbe retrasar el entierro de un cuerpo y “Hana’at Hamet” que prohíbe que uno obtenga cualquier beneficio de un cadáver. En los tres casos, pikuaj nefesh, salvar una vida, los anula.

En última instancia, la cuestión crítica con la donación de órganos es definir el momento de la muerte. Hay un debate en el Talmud sobre la definición de la muerte. Una opinión es que la muerte está indicada por el cese irreversible de la respiración. La otra es que la muerte ocurre con el paro irreversible de los latidos del corazón. [Tratado Yoma, 85: A]. La mayoría de los comentarios de nuestros sabios se inclinan por la primera causa.

Además, la medicina moderna ha establecido que el tallo cerebral controla la respiración, y si el tallo cerebral no está funcionando y muere, una persona nunca podrá volver a respirar por sí misma.

¿Definimos la muerte como el cese de la actividad del cerebro o del corazón? Mientras el corazón de una persona todavía late, los órganos pueden ser cosechados rutinariamente, incluso si la actividad cerebral ha cesado. Sin embargo, una vez que un corazón deja de latir, los órganos están privados de oxígeno, y se hace más difícil extirparlos con éxito y trasplantarlos. Si el judaísmo define la muerte como el cese de la actividad cerebral, los trasplantes de órganos son una opción viable para los judíos. Si definimos la muerte como el cese de la actividad del corazón, entonces remover un órgano antes de este punto sería asesinato. Pikuach nefesh no anula el asesinato. Uno no puede matar a alguien para salvar la vida de otro.

Prácticamente casi todos los movimientos religiosos dentro del judaísmo aceptan la muerte del tallo cerebral como el momento del fallecimiento, por lo que apoyan la donación de órganos para trasplantes. Inclusive, el movimiento conservador considera esta acción casi como un mandamiento. Los únicos que no lo aceptan son grupos de judíos ultraortodoxos, “haredim”, que consideran el paro del corazón como el momento de la muerte, postura que va en contra de la aceptada por el rabinato en Israel y rabinos ortodoxos como Zalman Nejemia Goldberg.

La creencia de que una persona debe ser enterrada con sus órganos para ser resucitado de entre los muertos cuando llegue el mesías, no tiene base en las fuentes judías clásicas. El hecho es que, a la muerte, todos los órganos, tejidos y músculos se descomponen. El libro de Ezequiel, por ejemplo, relata que la resurrección sería de huesos secos. La donación de órganos es una mitzvá.

 

Bibliografía: Página de HODS, Halachic Organ Donor Society y otras fuentes.

Fuente: alreguelajat.com