Enlace Judío México – En esta clase, impartida por el Rabino David Hanono en honor de la Sra. Rachel (Shella) Cohen Hallale de Samra Z”l, a propósito de Rosh Hashaná, aprendemos sobre el dolor de la pérdida y el sacrificio, y la vuelta a D-os. ¿Cómo se sintió Abraham durante los tres días que pasaron después de que D-os le ordenó sacrificar a su hijo? Estaba sufriendo. Se sentía dichoso por cumplir una orden de D-os pero le fue muy difícil.

 

 

La pregunta es ¿por qué le tocó sufrir en ese lapso? Imaginemos una persona que se descubre una bolita en el cuerpo y va con el médico y le dice que le tendrá resultados hasta 3 o 4 días después. Por fin le habla el médico y le dice “no es nada”.

La persona sentirá que revivió ¿pero esos días cómo estuvo? Vuelto loco. Es lo que tenemos que preguntarnos ¿Por qué Dios le mandó esos tres días de angustia tanto a la persona que va al médico como a Abraham Avinu?

El Zohar HaKadosh nos dice una respuesta: cuando Abraham y Sara celebraban con un banquete el nacimiento de Itzjak, llegó Satán con Dios y le dijo que ¿cómo era posible que realizara un banquete para todos, mientras que a Él no le ofreció nada?

Dios le respondió a Satán que cómo se atrevía a decir eso, cuando todo lo que había hecho fue porque le había mandado un hijo. “Si yo le pidiera que sacrificase a ese hijo, Abraham aceptaría”. Y el Satán le dijo: “Si es verdad, pruébalo”.

Así es el Satán realmente. Espera a que caigas en algo para agarrarte de ahí y no dejarte salir.

¿Cómo podemos callarle la boca a Satán para que no tenga poder sobre nosotros? La Torá cuando nos habla de los asesinos, los divide en dos: el intencional y el culposo.

La Torá manda que al asesino real se le pegue fuerte, pero al culposo se le manda a las “ciudades de refugio”.

Dice el pasuk, a este hombre Dios le presentó que matara a alguien. No era su plan, era algo de Dios. Y le pondrá un lugar. Con las iniciales de la frase Inah leYado veSamti lejá makom (Dios lo puso en su mano y te señala un lugar), se forma la palabra Elul.

Si uno quiere escapar de los errores cometidos, tiene que ir al mes de Elul. Por ello sirve para todos aquellos que asesinaron, el mes es ese lugar de refugio, esa escapatoria.

¿Pero qué hay con aquellos que pecaron sabiendo que estaba mal, es decir adrede? También ellos lograban tener protección en las “ciudades de refugio” en un inicio.

¿Qué pasaba si uno hacía teshuvá en ese inter? Aún así, la Torá dice que no se le perdonaba, y tenían que matarlo. La respuesta a esto es ¿quién sabe si hizo teshuvá o no? ¿quién sabe si su arrepentimiento es o no sincero? Nada más Dios. Porque solamente Dios sabe si eres honesto o no.

Y por eso, como en la tierra los jajamim no pueden saber, la sentencia de muerte sobre el criminal se tenía que llevar a cabo.

Hoy en día no hay ningún tribunal que pueda hacer este tipo de castigos. Hoy en día tenemos una ventaja en ese sentido que no había en el Midrash, porque Dios es el único que se encarga de todo. Y si te arrepientes con un rezo, en ese momento Dios te borra todo.

Es por eso que el mes de Elul sirve como escapatoria para todos, pero solamente cumpliendo una condición: reconocer los errores.

El Yetzer haRa, ese Satán que tanto nos molesta nos hace sentir lo máximo, que somos buenos, y por eso no podemos reconocer nuestros errores porque nos sentimos lo mejor.

Hay que saber que en realidad Dios puede pasar todos nuestros errores por alto. Debemos de creer en la teshuvá de Elul.

¿Qué es regresar a Dios? Tener la actitud de ir mejorando cada día y reconocer las equivocaciones. ¿Qué se está llevando a cabo en el cielo cuando alguien se enferma? Dice el Midrash, cuando una persona sale a la calle en un día normal, sería comparado a alguien que sale a un lugar peligroso. En ambos casos pueden pasar cosas.

Si la persona presenta una enfermedad, necesita de méritos grandes para que Dios lo levante de la enfermedad. ¿Cuáles son esos méritos? Teshuvá y maasim tovim. Regresar a Dios y buenas acciones.

Con la teshuvá los cambios genuinos y de adentro, los que realmente importan, vienen solos. Es decir, que le demuestres a Dios que te interesa regresar a Él. A Dios le interesa que le demuestres interés.

Hoy la sociedad demuestra interés en todo. Y Dios dice: no me dejes solo, interésate por mi.

Cuando la Halajá habla de la polémica ley de la mujer de la guerra, es decir, cuando un soldado judío capturaba una mujer del enemigo para sí y la convertía al judaísmo. ¿Qué sentía esa mujer durante los 30 días que tenía que estar en posesión del soldado? Sentía angustia.

El Ben Ish Jai tiene una explicación sobre este tema. Se pregunta ¿cuál es la mujer más bella del mundo? Es el alma de la persona. Si queremos a nuestra alma debemos de llevarla con nosotros, y con ello sentiremos que queremos más a Dios y con ello llorarás un mes. Esto es el secreto para regresar a Dios.

¿Cuántas acciones negativas ha llevado durante toda tu vida? Quizá millones. A lo mejor haces teshuvá durante 30 días que verá Dios, pero también vera tus tantos miles de días malos.

Lo que debemos de quitarnos de encima es la etiqueta o sentimiento de ser un rechazado por Dios. Les pregunto ¿si el instinto del mal dejara de funcionar, se fuera de vacaciones, tendríamos las ganas de pecar? ¿sí o no?

En la Torá encontramos un caso: cuando Dios habló y su voz se escuchó en todos los rincones al dictar los Diez Mandamientos, el nivel espiritual del pueblo era tan elevado que se equiparaba al de Abraham o al de Adam, que carecían de instinto del mal.

Pero entonces ¿cómo explicamos el Becerro de Oro si ya no había instinto del mal en ellos? Los jajamim explican que cayeron de nuevo por la confusión que creó el Satán, cuando mostró al pueblo una imagen de que Moshé había muerto y se desesperó hasta caer de nuevo.

Está escrito en el libro de los profetas que un rey quería hacerle daño a los judíos, pero el rey de los judíos siempre se le adelantaba y lo vencía. Por lo que se preguntó por qué esto ocurría. Hasta que le dijeron que los judíos tenían un profeta llamado Elisha que se enteraba de las cosas.

El rey mandó apresar a Elisha, y cuando ya iban por él, un sirviente suyo le preguntó que qué harían a lo que el profeta le contestó: “Tranquilo, somos más que ellos” y le mostró una visión sobrenatural en la que miles de ángeles aparecían a su lado.

Los soldados llegaron y cuando estaban por capturarlo quedaron ciegos de repente y Elisha se salvó.

Hay una pregunta muy fuerte detrás de esto: ¿Qué hicieron los ángeles? Nada. Quien mandó la ceguera a los soldados fue Dios.

¿Para qué tranquilizas a alguien con los ángeles? Mejor dile: “Tranquilo, Dios nos va a ayudar”.

El Rabino Galinsky comenta sobre este pasaje que si no el sirviente no hubiera visto el grupo de ángeles no se hubiera tranquilizado, la desesperación y el miedo se hubieran contagiado, y si Elisha se hubiera contagiado de eso la tehilá no hubiera servido.

¿Qué es lo que da fuerza? La fe en Dios. Y si uno está desesperado pierde también la compañía divina.

Todos aquellos que confían en Dios plenamente, que estén tranquilos, dijo un rav alguna vez ante una epidemia.

¿Qué es lo más importante para cerrarle la boca al Satán? Confiar en que podemos regresar a Dios. Todos podemos regresar a Dios.

Hay cosas que desaparecen y cosas que no. Los errores que uno puede cometer en la vida pueden desaparecer. ¿Qué se necesita para borrar todo? Querer.

Pararse frente a Dios y decirle: “Yo me arrepiento, soy un ser humano nuevo. Le voy a echar ganas”. Es una oportunidad tan grande y tan valiosa que no creemos en ella.