Enlace Judío México – ¿Te imaginas una ciudad construida entre piedras? Más de 10,000 cuevas interconectadas que sirven como escondite, habitación o santuario ritual. ¿Cómo vivirías en ellas? ¿qué tipo de piedra escogerías? o ¿cómo le harías para entrar? Aunque no lo creas este sitio existe se encuentra en Israel y se llama Beit Guvrin.

A 13 kilómetros de Kiryat Gat se encuentran las famosas cuevas de Beit Guvrin y Maresha. Esta belleza prehistórica consiste en un conjunto de cuevas formadas entre muros de piedra caliza. En ellas se han escondido todo tipo de personas, culturas y objetos. Han servido como bodegas, escondites, espacios rituales y hasta tumbas. Hoy, son tan sólo un vestigio de la grandeza pasada, se encuentran el camino de peregrinos judíos y turistas para mostrar un poco de lo que fueron otros tiempos.

Las cuevas toman el nombre de las ciudades que se encontraban por encima de ellas y que el tiempo se ha tragado. Maresha fue la primer ciudad en pararse en ese sitio. La referencia más antigua que se tiene de ella se encuentra en el Tanaj, en el libro de Joshua. Se dice que dicha ciudad fue dada a la tribu de Judá. Sin embargo, aunque claramente hebreos, los restos más antiguos que se han encontrado datan del siglo VIII antes de la Era Común. Más adelante fue saqueada y remplazada por Beit Guvrin, que a su vez fue conquistada y destruida por los romanos, quienes no dejaron de ella más que ruinas.

Ahora lo que queda es una red de más de 10,000 cuevas, de las cuales sólo 480 pertenecen a estas ciudades. La consistencia suave de los muros de cal hace que la manipulación de la piedra sea sencilla, incluso para las herramientas tan primitivas de la época. Así, al pasearnos por el parque arqueológico entre ellas, podemos encontrar todo lo necesario para sostener una ciudad subterránea.

Podemos ver espacios dedicados a la ganadería y agricultura como establos, criaderos de palomas y almazaras (molinos de aceite y frutos); espacios habitacionales como recámaras, escondites o baños y espacios rituales como santuarios y tumbas. Todos estos mezclados y divididos entre el pasar de los años. Ya que son los vestigios que sidionos, israelitas y romanos, dejaron en su paso antes de irse.

De todas las cuevas, destacan principalmente tres espacios. El complejo de “Las Campanas” que son 70 cuevas conectadas con forma de campana. Para hacerlas, los habitantes primero debían atravesar con un hoyo tres metros de piedra dura, antes de llegar al mineral blando que se esconde por debajo, una vez ahí expandían el hoyo y le daban forma de campana al recito. La piedra aún puede apreciarse entre las cuevas, su color verde contrasta con el blanco de la cal y toma el nombre de “nari”.

Otros recintos también reconocidos son los “columbrarium”. A lo largo de todo el sitio se encuentran 85 cuevas con nichos donde en antaño se colocaban las palomas. Se puede observar la forma en que eran alimentadas y cuidadas. Son cuevas circulares, de extensiones largas, cuyos nichos crean patrones y embellecen el lugar. La más larga puede recorrerse aminando en 20 minutos.

Sin embargo, de todas las cuevas las que más han sido destacadas por los visitantes son los cuartos mortuorios de los sidonios. Consiste en tumbas pintadas con colores alegres que gracias a los minerales del lugar se han logrado conservar en sus tonos originales a lo largo de los siglos.

Por encima de las cuevas se puede también apreciar el anfiteatro romano, las ruinas de la ciudad de Maresha, una villa de olivos y una fortaleza medieval. Sin embargo, es en las cuevas donde radica la gran belleza de este lugar.