Enlace Judío México.- Conocí al escritor Yaron Avitov en un sector paradisiaco bañado por aguas termales, que son las piscinas de Nangulví, ubicadas a una hora de Cotacachi. Avitov, es alto, blanco, con una barba cerrada, Juan Ramón Jiménez diría Nazarena, vive en un pueblito chiquito, dedicado a trabajar el cuero, que es Cotacachi, a los pies del Imbabura.

FERNANDO ESPARZA DÁVALOS

Avitov publico la antología “Jerusalén Celestial, Jerusalén Terrenal”, gran antología que recoge la producción de noventa y dos obras escritas: poesía, cuento, fragmentos de novelas, ensayo, avizor de teatro en la poesía que han condensado ochenta escritores israelíes, como una muestra de una palabra que pese a no tener una sólida cimentación de territorio jamás se ha negado a sucumbir. Esta obra cuyo contenido se evidencia en 415 páginas, que se sostienen por una explicación biográfica y sociológica sobre los autores, al final de la exposición de cada autor, incluye además una fotografía de sus creadores y fotografías de la ciudad de Jerusalén.

El nombre del libro es todo un símbolo y obliga a reverencia a los creyentes y no creyentes, Jerusalén corazón del mundo, tierra de fe, de historia política y religiosa, tierra de culto turístico, porque quien visita Jerusalén no tiene otro motivo que el embudo religioso, tierra que ha sido disputada en su soberanía, después de la fundación del rey David por los hombres de cultos monoteístas como son los católicos y musulmanes, ortodoxos y protestantes. Además muestra vivos y genuinos relatos que muestran la visión de Oriente frente a la ecuménica de Occidente, el conflicto Israelí – Palestino, entre varios objetivos. Felicito a Avitov, quien me ha descubierto a su gente en cueros, me ha dado su voz desde el monte Sinai y con un gran cuerno, me ha hecho probar los dulces dáctiles de las narraciones y poesías, no exentas de un humorismo, pues los signos que recoge la fonética en su lengua son duros, como duro debe ser el israelí para no haber sucumbido ante tanta tragedia y voracidad. La dicotomía entre lo celestial y lo terrenal está bien demostrada y es el valor más alto de la obra, pues efectivamente “Porque Jerusalén se mueve entre dos polos de santidad y secularidad, entre ciudad antigua y ciudad nueva, entre oriente y occidente, entre judíos y árabes”.

Pero a más de esto, Jerusalén son plegarias frente al Muro de los lamentos y bombas que nos espantan. He comprendido mejor la figura de María Magdalena, de los fariseos, del mismo Cristo. Este es un pueblo también festivo. Algo hemos leído de Tolstoi, Dostoweiky, Hesse, Tomas Man, Karem Blixem, Holderin, Strinberg, Balzac, Hugo y por supuesto Cervantes.

No digo nada de los místicos españoles, como tampoco de la literatura latinoaméricana, que ya tienen su sitio en la historia, pero lo cierto es que después de haber leído este libro me da una gran curiosidad de conocer gente, escritores israelíes como: S H Agñon, Orzion Yishai, Yehuda Amijai, Leah Goldberg, y celebro también la producción cuentística de Avitov, entre muchas excelencias. Que en el fondo, marcan la tragedia de un pueblo como lo presentó por siempre a la humanidad el gran Kafka y la premio Novel Gabriela Mistral quien en un poema nos dijo:

AL PUEBLO HEBREO: “Raza judía, carne de dolores, Raza judía, río de amargura, como los cielos y la tierra dura y crece aún tu selva de clamores”.

Nuevamente, gracias Avitov por la obra.

 

*Fernando Esparza Dávalos es un periodista y escritor ecuatoriano conocido por sus obras, entre otras “Ecuador paso a paso”, “Los más bellos cuentos del poeta” y “Deuda final con los recuerdos”.

*Yaron Avitov – escritor, documentalista, crítico literario, poeta y editor. Conocido por su investigación sobre la historia de los conversos en Centro y Sudamérica.

Ha publicado 18 libros en hebreo y 7 en idioma español, entre ellos: “El libro de la paz”, “Jerusalén Celestial, Jerusalén Terrenal” y “Escrito en la Ceniza” sobre el Holocausto. Ha obtenido 7 premios, entre ellos a la investigación en Ciencias Sociales. Por su investigación sobre los descendientes de los conversos le otorgaron el premio del Misgav Yerushalayim establecido por la Universidad Hebrea de Jerusalén (2011).

Es director y guionista de cinco documentales de cine, entre ellos “América Ladina”, “La Judería Lojana” y “El último rincón”.

Ha participado en ferias del libro en la región, entre ellas dos veces en la FIL en Guadalajara, y varios festivales de cine en la región y en Los Estados Unidos.

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