Enlace Judío México.- El año parece comenzar en Francia, respecto a lo literario, con un escándalo que quiere tomar dimensiones enormes: la editorial Gallimard, en connivencia con la muy anciana viuda del escritor, Lucette Destouches, que ha llegado a la edad de 105 años, ha anunciado la publicación de los textos antisemitas de Louis Ferdinand Céline, es decir, Bagatelas para una masacre, La escuela de los cadáveres y Las bellas sábanas. Se publicarán en mayo en un solo tomo y con el discreto título de Écrits Polémiques, otorgando a los textos un calificativo previo. Aun y así, hay ya en Francia quien ha pedido al gobierno de Enmanuel Macron que prohíba la publicación de los textos. La razón, dicen, es que en Francia han aumentado los actos antisemitas en los últimas semanas, superando incluso los años del gobierno de Hollande.

Bagatelas para una masacre se publicó en 1937, La escuela de los cadáveres al año siguiente y Las bellas sábanas en 1941, y aunque nunca se reeditaron en Francia desde el año 45, lo cierto es que en librerías de viejo no era difícil conseguirlas a precios nada baratos. Yo mismo he tenido en mis manos el delgado tomo de Bagatelles pour un massacre en un chiringuito de los bouquinistes del Sena y casi compré un ejemplar en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid al lado de una defensa del Álcazar escrito por un ilustre autor francés fusilado por colaboracionista, Robert Brasillach, en cuya revista de clara ideología fascista, Je suis partout, escribieron Céline y Pierre Drieu la Rochelle, amén de fascistas italianos y falangistas españoles.

“Hitler no ha dicho nada contra los bretones o los flamencos. Nada de nada. Sólo se ha referido a los judíos, porque no le gustan los judíos. A mí tampoco”

“Francia es una colonia del poder internacional judío”

“Quien ha hecho más por los obreros no ha sido Stalin, ha sido Hitler”

“Encuentro a Hitler y Mussolini admirablemente magnánimos, infinitamente más a mi gusto, destacados pacifistas, en una palabra, dignos de 250 premios Nobel”

Estas son frases deliberadamente suaves entresacadas de estos libros que, por lo demás, están escritas admirablemente como género panfletario y que dicen tales barbaridades que uno se pregunta muchas veces que tamañas exageraciones restan a tales escritos cualquier atisbo de verosimilitud hasta el punto de rozar, si las consecuencias no hubieran sido feroces, con el cómic. Ernst Jünger, en sus Diarios, se refiere a Louis Ferdinand Céline en términos despreciativos, le llama Merline no sin cierto asco y refiere cuando iba al hotel donde se alojaba el Mando Alemán, creo que era el Meurice, y allí intentaba hacer la rosca a Jünger y otros destacados oficiales perorando contra los judíos. Las páginas que Jünger le dedica en esos Diarios sirvieron, más tarde, para inculpar al escritor francés en el juicio que hubo en Dinamarca y donde fue condenado a prisión por colaboracionista. Céline nunca perdonó a Jünger esas páginas y conociendo la personalidad del autor de Viaje al fin de la noche, suponemos que la cosa llegó a la obsesión.

Lucette Destouches se negó siempre a dar permiso para la publicación de estos tres libros alegando que Céline no quería que se publicaran nunca más porque fueron producto de una época y, además, no sabía nada de los campos de exterminio en ese momento. Lucette ha cambiado ahora de opinión, suponemos que por motivos económicos, y Gallimard ha prometido realizar una “edición científica”, al modo de la edición alemana de Mi lucha, editada hace menos de tres años en el país germano y objeto de polémicas más agrias que éstas de Francia. Por lo pronto el Consejo representativo de instituciones judías de Francia o la Liga Internacional contra el racismo y el antisemitismo han protestado ante el gobierno de Macron y éste ha enviado una carta a Antoine Gallimard mostrando su preocupación. Por su lado, Serge Klasferd, presidente de la Asociación de Hijos e Hijas deportados de Francia ha pedido a Macron que prohiba la publicación, así, sin más ni más, aunque está de acuerdo en que los textos sean estudiados por especialistas en bibliotecas universitarias.

Céline es escritor que en Francia viene y va sin rumbo determinado: Mitterrand prohibió celebrar oficialmente el cincuenta aniversario de la muerte del escritor y el alcalde de París entonces, Bertrand Delanoe, llegó a decir que Céline era un gran escritor pero un perfecto cabrón… y así, entre alabanzas y denuestos, llegamos al 2018 con polémica prevista que en el mundillo cultural francés es necesidad perentoria desde Luis XIV, desde Molière, desde los enciclopedistas, desde Hugo, desde Zola, desde el caso Dreyfus…

Y ahora los hechos reales: la editorial Huit, del Québec, publicó en 2012 estos escritos, que se pueden adquirir sin problema alguno porque las leyes canadienses permiten la publicación de los escritos de un autor pasados cincuenta años de su muerte. Es más, desde Internet usted se puede bajar estos textos desde hace años, así como Mi lucha, y no sólo en alemán sino en español.

¿En qué queda la polémica entonces?

Tengo para mí que vivimos cada vez más en mundos paralelos. Por un lado Internet, por otro el funcionamiento de la tinta que se imprime. El lado oficial sigue reverenciando el papel impreso, al modo bíblico, mientras las nuevas tecnologías parecen anunciar el Nuevo Testamento. Así, la polémica Céline se inicia desde el lado del papel impreso mientras hace años que los textos celinianos son accesibles a cualquiera en la Red y gratis, además.

La cosa da que pensar. En realidad la polémica, como todo, tiene visos de puro marketing y eso a pesar de las muchas verdades y falsedades que saldrán a la luz en estos meses en debates televisivos y en revistas literarias. Céline y el antisemitismo como espectáculo. Que alguien nos pille confesados.