Enlace Judío México – ¡Qué bien!, yo tengo algo que decir y tú tienes un poquito de curiosidad. Me da gusto, porque este video te hará saber algo que pasó en algún momento, en algún lugar del mundo.

Espero que hayas escuchado bien, dije “pasó” eso significa sucedió, suscitó, aconteció, se llevó a cabo, existió; si algo tan sencillo como eso no te queda claro, búscalo en el diccionario. ¿Qué por qué la agresividad? Es lo mismo que me pregunto yo, qué casualidad.

Berlín 1933:

“-Mi amor, subió al poder ese hombre con ideas racistas, está moviendo enormes tropas, tengo miedo, deberíamos de irnos ahora que hay tiempo.

– Mi vida nada es tan grave, no digas tonterías, no podemos dejar mi trabajo, tu familia…

– Mamá, papá, están prendiendo fuego a los templos, rompen los vidrios de nuestros negocios. Beto entró a la sinagoga para sacar la Torá, el fuego le alcanzó la ropa, intentó encontrar la salida pero…”

Poco tiempo después llegaron oficiales a mi casa derribando la puerta, tomaron lo que quisieron de nuestras pertenencias y nos llevaron a la fuerza. Llegamos a la estación de tren y nos metieron a todos en vagones de mercancía, pobres bebés, pobres ancianos, los muertos ni siquiera pudieron caer.

Llegó el momento de bajar, hombres a la derecha, mujeres a la izquierda, ¡qué fácil les fue separar!

“Mamá cuídate, papá estaré bien, mi amor te volveré a ver”, todo estuvo de más. A esa despedida le siguieron duros días, y era tanta la agonía que muchos se suicidaron, así, con su uniforme rayado y con su identidad mutilada con un número tatuado en el brazo.

Quien tuvo la fortaleza de sobrevivir extendió su propia tortura a varios años, hasta que llegaba la hora de bañarse, sólo que los nazis sustituían el agua por gas y hasta el ultimo momento intentábamos ser fuertes en esa maquinaria de muerte.

Sí, para tanto sufrimiento fui breve. No mencionaba que me untaba sangre en la cara para verme menos pálida, más sana, y con esto, aumentar las posibilidades de que los oficiales me perdonen la vida y me sumerjan en el trabajo forzado. No mencioné que ese trabajo tenía una jornada de 18 horas diarias, a menos de cero grados en invierno y un sol insoportablemente abrasador en verano. No mencioné que pesé 15 kilos a los 20 años.

¿Pero para que ser más detallista? Nadie entendería la gravedad del sufrimiento, nadie entendería que fueron más de cinco años del más cruel infierno. Por que eso, fue el infierno, y si no me crees, imagina a tus hijos muriendo desesperadamente en una cámara de gas, imagina al amor de tu vida muriendo día a día, imagina a tus padres marcados, balaceados, ahorcados. No, no soy amarillista, ésta es mi historia y así fue mi vida.

Adolfo Hitler y su gente trataron de aniquilarme a mí, a mi familia, a una cultura de 5,700 años, simplemente, a seis millones de humanos, seis millones de hombres, de almas, de sueños.

Ahora que si tú lo decides puedes dejar de leer esto ahora, pero por favor, dame un segundo, sólo un segundo más, quiero asegurarme de que lo hayas entendido: Entre 1939 y 1945 murieron en Europa seis millones de personas por el simple hecho de ser judíos, y aunque haya gente que se atreva a negarlo hay suficiente material para probarlo, los mismos nazis que recibieron un juicio lo aceptaron, así que por favor, no confundas el Holocausto con la inmensa Segunda Guerra Mundial, nosotros no pertenecíamos a ningún ejército, ni siquiera se nos dio la opción de pelear, así que por ellos, por esas 6 millones de muertes injustas, vale la pena recordar, guardar un minuto de silencio y prometerles a ellos y a nosotros mismos: Nunca jamás.