Enlace Judío México.- “Un amigo me dijo una vez que ser hombre significaba dos cosas: cuidar a los seres queridos y enterrar a los muertos. Todo lo demás proviene de eso”.

GIULIO MEOTTI

Pero, ¿qué sucede en una sociedad que no tiene hijos y no tiene enemigos? Se lo preguntas al periodista de National Review y escritor estadounidense Sebastian Junger, que ganó un Emmy y fue nominado al Oscar por “Restrepo – Hell en Afganistán” (el documental escrito con Tim Hetherington, el periodista muerto en Libia en 2011).

Junger es el autor de “Tribe”, un libro en el que explica “el triunfo y la tragedia de la sociedad moderna”.

La cuestión de la virilidad parece ser de mala educación. Hace unos años, le hice una pregunta a un joven, y él me miró alarmado y me dijo: ‘¿Se nos permite incluso hablar de eso?’. La idea de que la hombría es moralmente sospechosa ha existido desde que estaba en la universidad en la década de 1980. Recuerdo una mañana caminando por el campus con mi novia encontrar, clavados a los árboles, carteles que decían: ‘Todo el sexo es violación’. Una definición común de hombría a lo largo de la historia ha sido la voluntad de poner la seguridad de los demás por encima de la propia. (…) En nuestra era moderna, ¿cómo demuestra un hombre su dignidad y virilidad si no tiene hijos para criar ni enemigos para luchar?“.

Y esto, dice Junger, es el triunfo y la tragedia de la sociedad moderna, “que hemos eliminado casi todos los inconvenientes y peligros en la vida cotidiana. En su mayor parte, es una gran bendición, pero tiene un costo. La misma eficiencia de la sociedad de masas hace que las personas se sientan innecesarias, y aquí hay una profunda amenaza para nuestra dignidad“.

Según Junger, los tiroteos masivos en Estados Unidos podrían ser una consecuencia de esta paradoja contemporánea que surge de la supuesta eliminación de conflictos externos. No es de extrañar, continúa Junger, el espíritu de comunidad se ha disparado después del 11 de septiembre, las tasas de suicidio se han desplomado y no ha habido ataques en las escuelas y universidades durante los dos años sucesivos.

Había un anciano en una silla de ruedas a quien vi tratando de subir a un automóvil frente a un hotel en Norfolk, Virginia“, dice Junger. “‘Pareces muy valiente’, le dije. Me miró como si fuera el tonto más grande que había conocido. “Hay hombres jóvenes en este país que carecen de ambas piernas“, dijo. ‘No me llames valiente‘ “.

Un poco de hombría occidental, Junger había ido a buscarla entre los soldados estadounidenses en un puesto avanzado en el valle de Korengal, en Afganistán. Ahora Junger dice que las sociedades occidentales deberían redescubrir la empatía por los militares. “Lo que estos hombres tienen en común es que ponen el bienestar de los demás por encima del suyo. Algunos están dispuestos a morir para que otros puedan estar en un metro lleno de gente“.

Entre las sociedades occidentales, escribe Junger, solo Israel mantiene una alta tasa de virilidad democrática que se expresa en gratitud al ejército. Y no es casual que hace unos días llegara la noticia de que Israel, a pesar de estar en guerra durante setenta años, tiene la tasa de fecundidad más alta entre los países industrializados. Esta es la tragedia contemporánea de la que habla Junger, que creemos que es “tan universalmente humana que no tenemos enemigos“.

En el nivel material, (el hombre occidental, ed) está claramente más cómodo y protegido de la adversidad. Pero a medida que las sociedades se hacen más ricas, tienden a reclamar más tiempo, en lugar de menos, al individuo, y es posible que muchas personas sientan que la riqueza y la seguridad no son un buen compromiso para la libertad”.

Entonces, una mañana, las sociedades occidentales se despiertan con una toma de rehenes por terroristas islámicos en Trèbes, en el sur de Francia, el grito “Alá Akbar”. Y no sabemos qué hacer con este enemigo.

Fuente: Informazione corretta – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico