Enlace Judío México.- Durante el mes de agosto de 1940 el diario El Porvenir de Monterrey reportó en sus ocho columnas: “Submarino alemán en Puerto Alvarado, Veracruz”. En un subtítulo añadió: “Vino exclusivamente a cargar 500 toneladas de mercurio que le llevaron embarcaciones pesqueras. Una empresa particular mexicana le vendió mercurio. Metal que desde el inicio de la guerra triplicó su valor, que pasó de 8 a 24 pesos por kilo”.

JUAN ALBERTO CEDILLO EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

El tráfico de metales estratégicos fue una de las actividades más relevantes de los agentes nazis en Latinoamérica. Aunque hasta ahora se desconoce la cantidad total que se envió a Europa desde el Continente Sudamericano.

En esa época el mercurio era el metal más codiciado debido a que se usaba para la fabricación de bombas y explosivos.

Además de mercurio se mandó aluminio y tungsteno, contrabando que significó la operación más sofisticada que realizaron los oficiales del Ejército del Tercer Reich que operaron en México.

En esa operación participaron empresas y empresarios de origen alemán. Destacan personalidades como Roberto Boker, dueño de Casa Boker, ubicada en el esplendoroso edificio de 16 de Septiembre e Isabela Católica.

En Monterrey el prestigiado empresario Otto Guido Moebius, dueño de la empresa Química Apolo, encabezó el tráfico de metales estratégicos para mandarlos a la Alemania del Tercer Reich desde el puerto de Tampico.

En la capital mexicana, la empresa farmacéutica Beick Félix y Cía., la más grande en esa época, sirvió como instrumento legal para comprar toneladas de mercurio.

También el gobierno de Juan Domingo Perón contribuyó a mandar metales estratégicos a través de su Agregado Militar de la Embajada Argentina en el Distrito Federal.

El Agregado Militar, el Teniente Coronel José C. Belbin, compraba regularmente tres mil pesos de metales como níquel, tolueno, mercurio, cinc, cobre, bronce y tungsteno, entre otros productos. El agregado militar argentino también adquirió herramientas para maquinaria de acero, grandes cantidades de trinitrotolueno cristalizado y granulado (TNT, o dinamita) y trotyl, materiales para producir explosivos que fueron triangulados a Europa. Las órdenes de compra provenían directamente de la Oficina de Adquisiciones del Ministerio de Guerra de la República de Argentina. La dirección que se proporcionó fue 1775 Broadway, Nueva York.

Altos militares mexicanos encabezados por el Coronel Bolívar Sierra y el General Francisco Javier González, entre otros, también colaboraron para saquear mercurio de minas mexicanas.

No obstante, el funcionario de más alto nivel que protegió la sofisticada operación de los agentes alemanes fue el Secretario de Gobernación Miguel Alemán Valdés.

Gracias al amorío de Hilda Kruger con Miguel Alemán, los agentes nazis pudieron mandar a Alemania y Japón cientos de toneladas de esos metales estratégicos para la fabricación de armamento y explosivos a través del ferrocarril, que lo transportó a puertos del Golfo de México.

El secretario de Gobernación les consiguió un 50% de descuento en las tarifas de Ferrocarriles Nacionales para mandar a Coatzacoalcos, Veracruz, cientos de toneladas de mercurio y los otros metales.

Posteriormente de llegar al puerto eran trasladados en embarcaciones a una laguneta conocida como Tres Bocas y de ahí la recogían submarinos transatlánticos que los llevaron a las fábricas alemanas para la fabricación de explosivos y material de guerra.