Enlace Judío México.- Hainan Airlines anunció nuevas rutas de Israel a China. Desde hace ya dos años la prestigiosa aerolínea investigó a fondo el mercado, con el fin de determinar la viabilidad de rutas y las expectativas así como las necesidades de los viajeros israelíes, antes de decidirse a abrir la línea de Tel Aviv-Pekín. Hainan presenta a los clientes israelíes aviones ultramodernos y la más alta calidad de servicio. Además, los chinos hace un par de años compraron Tnuva, la principal compañía láctea de Israel. Pero me acordé de los chinos por otra cosa.

SHULAMIT BEIGEL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Lo confieso: últimamente he sentido mucha animosidad en Israel a raíz del debate acerca de la ley de la nacionalidad, los drusos por ejemplo, se han quejado, se sienten humillados, los beduinos también, y por otro lado, sin embargo, una gran cantidad de personas a quienes consideraba mis amigos, me han llamado intrigadas porque nunca me han visto hablar mal de los que supuestamente son o deberían ser considerados mis/nuestros enemigos; los árabes en general. Me acusan de que me importan más ellos que mis amigos y que debiera, como la mayoría de los israelíes, esperar más bien ver pasar el cadáver de los mismos. Mucha gente durante los últimos días manifiesta lo que verdaderamente siente o piensa sobre el tema, ya sea por twitter, Facebook, radio, WhatsApp, etc. Y muchos me han dicho: “Ya verás, muy pronto podrás sentarte a la puerta de tu casa, como dice el famoso proverbio chino, para ver pasar el cadáver de nuestros enemigos.”

¿Saben por qué no lo he hecho? Pues ahí les van las razones más importantes y las circunstancias que me han impedido adoptar este conocido proverbio chino.

En primer lugar, porque vivo en Ramat Gan, en un edificio muy alto, de quince pisos, y el departamento da a la parte de atrás, y aunque quiera, no puedo, ni podría, bajar a tiempo para ver pasar los cadáveres de mis enemigos, que en otros países pasan por la puerta de las casas vía el cementerio, como recuerdo se hacía en Tovar, el pueblo venezolano en que viví mucho tiempo. Además, no sabría si los que pasan son enemigos, amigos o gente que ni conozco. Vivo hoy en día en el último piso de este edificio, y me da terror el ascensor, pues tengo claustrofobia, y para lo único que bajaba corriendo en un minuto con tres segundos era cuando hace unos cuatro años escuchaba las sirenas en la época de los kasam, esos terribles misiles, durante la guerra de Tzuk Eitan.

Por otro lado, hace un calor infernal en agosto, y cuando salgo a la calle por unos minutos es para comprar algo en la tienda de abarrotes que aquí se llama makolet. Si estuviera sentada esperando en la calle para ver el cadáver de mis enemigos, quedaría quemada, hervida. Y según el proverbio chino se trata de ver pasar los cadáveres de mis enemigos y no de que la gente me vea a mí, Shulamit, una gallina achicharrada convertida ella misma en cadáver.

El dichoso departamento me cuesta seis mil shekel al mes, aparte de la luz, 400 shekels en invierno, no prendo el aire acondicionado, el gas, 200 shekels,(cada vez cocino menos), la municipalidad, 400, el agua, 250 , (cada vez me baño menos o más rápido como sugería Chávez en Venezuela), el servicio de limpieza de las escaleras y el patio que igual siempre están sucios, 150, el aire que respiro 2000, por lo que casi nunca salgo y prefiero quedarme en casa para disfrutar por lo menos por todo aquello que pago. En mi departamento, sea como sea, estoy sentada o recostada cómodamente tomándome un tequila, mientras veo las series de Netflix, que no son muy buenas, pero sí mucho más divertidas que las noticias de cometas quemando campos, leyes que considero discriminatorias, o estar esperando a mis enemigos muertos.

Además, en el departamento de enfrente vive un señor llamado Vladimir, un ex comunista que llegó hace ya varios años a Israel. Como la mayoría de los rusos, bebe vodka sin medirse. Pero este señor tiene la manía de desnudarse y bailar al son de sus viejos discos LP, bailes como aquellos que veíamos bailaban los del ejército rojo. Lo hace casi todas las noches, sobre todo ahora que hace tanto calor y hasta debe extrañar Siberia. Así que ¿para qué voy a salir a la calle a esperar cadáveres de enemigos teniéndo a Vladimir tan cerca?

Me gustaría, lo confieso, estarme sentada en la calle y ver cómo pasa el cadáver de mis enemigos, pero si no trabajo, ¿cómo pago la renta, el seguro del coche, la luz, la municipalidad, el gas, etcétera? es inacabable lo que hay que pagar en este país…no hay tiempo para los enemigos…y menos aún para los amigos.

Además, yo sé que mis enemigos de Gaza, Siria, Irak, Líbano, Irán, etcétera, etcétera, no van a darme el gusto de pasar muertos por mi casa.

Y si pasara un cadáver, que lo dudo, tal vez sería alguien que nunca vi, que no me hizo nada y que no es mi enemigo.

Y además no quiero hacerlo porque nunca me gustó ver cadáveres, ni de amigos ni de enemigos, eso es necrofilia, y soy muchas cosas pero no eso, y ni siquiera en las películas soy capaz de verlos.

Pues por todo esto y muchas razones que no se me ocurren, pero que tal vez se me ocurrieran si me pusiera a escribir sobre ello en este día caluroso de verano, no me voy a sentar ni aquí ni en ningún lugar del mundo para ver pasar los cadáveres de mis enemigos.

Y además, pero lo más importante que casi se me olvida: yo no soy china.