Malkah Nobigrot, asesora del secretario de Desarrollo Económico, busca hacer de la CDMX una urbe global

Enlace Judío México e Israel – El pasado 7 de diciembre, Malkah Nobigrot Kleinman, distinguida abogada de la comunidad judía mexicana, fue nombrada asesora del secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México, José Luis Beato González. Enlace Judío platicó con la exalumna de Harvard que ve al pueblo judío con una esencia nata para conectar con otros, por lo que desea vincular a su urbe con el mundo globalizado y de innovación de hoy.

¿Explícanos un poco cuál va a ser tu papel en la Ciudad de México?

Me nombraron asesora del secretario de la Secretaría de Desarrollo Económico (SDE) de la Ciudad de México. Es una tarea donde mi papel se centra en dos ejes principales. Por una parte, todo lo que implica una asesoría del secretario, que es temática, que es de coordinación, pero más que nada veo la parte internacional de la SDE.

¿Qué quiere decir eso? La SDE ve muchos ejes y en esta administración se coordina transversalmente en diferentes temas con otras Secretarías. Hay temas en lo que uno puede tener una visión un poco centrada en donde se piense que sólo se toquen compañías u otras cosas. Pero aquí es una visión un poco más amplia, porque el secretario se coordina con otros secretarios en temas de turismo, de movilidad, de agua, etc., temas principales de la CDMX que de corregirlos o de tratar de avanzarlos, son detonadores de desarrollo económico.

Mi rol al ver la parte internacional es justamente hacer sinergias con otros países y ciudades para remediar estos problemas que a veces creemos que son únicos de la CDMX, pero si tenemos una visión global de las ciudades, vemos que las ciudades son el origen y la solución muchos de ellos. Si los abordamos de una forma comparativa, no tenemos que reinventar la rueda en todas las ocasiones. Tenemos que ver qué experiencias y qué fuerzas podemos combinar para solventar muchos de los temas de la CDMX.

¿Tienes alguna experiencia con algunas ciudades en Israel por ejemplo?

No tengo una experiencia propiamente, pero ya hay pláticas, y mi interés es justamente vincular a la CDMX con ciudades principales como Tel Aviv o como Haifa, que tienen una gran experiencia en desarrollo tecnológico y desarrollo de las nuevas tecnologías. Mi visión es de ciudades globales. ¿Qué es una ciudad global? Una ciudad global es aquella que centra, maneja y sirve a la economía global. Estas ciudades de Israel se han insertado muy bien en una economía global. En la economía global tienes cadenas de valor, es decir, nadie tiene toda la intelectualidad ni toda la propiedad de un proceso o de un servicio. México, por ejemplo, se dedica a un segmento de esa cadena de valor en lo que es el sector automotriz. México ensambla coches pero eso no quiere decir que eso sea solamente la cadena.

La cadena de valor implica que se tiene el diseño, la tecnología, la comercialización, el marketing, etc. En toda esa cadena de valor hay diferentes instancias y segmentos que tienen más valor que otros. En este ejemplo, el ensamblado es sustituible con la automatización. En la CDMX somos muy buenos en los servicios culturales, al respecto de las cadenas de valor. La CDMX es una ciudad que es muy competitiva, ocupa el nivel 11 en esto, cuando en otras cosas ocupa niveles más bajos. Esa es una cadena de valor. Tenemos una enorme cantidad de museos en la CDMX. ¿Qué queremos hacer? Ser muy buenos en esa cadena de valor de servicios culturales, pero hay que mudar e irnos con esta nueva tecnología de la Cuarta Revolución Industrial, ya que se están abriendo nuevas formas de hacer todo. Hay una disruption en todas estas cadenas de valor. En vez de estar en estas cadenas de valor que son sustituibles, tarde que temprano tenemos que mudar a estas nuevas cadenas de valor que se abren. Insertarnos en conceptualizar. La CDMX, aunque no lo sepan muchos, concentra una gran parte de gente innovadora y gente que está conceptualizándose y conceptualizando la CDMX y las necesidades de las ciudades en estas nuevas cadenas de valor. ¿Qué tenemos que hacer? Vincularlo con otras personas que están haciendo cosas similares y complementarias en otras ciudades.

¿Hacia dónde va la CDMX en tu opinión?

Yo creo que la CDMX tiene muchos temas que tiene que trabajar. Tiene problemas que solventar muy importantes como de movilidad, agua, de mudar a energía limpia. Pero el otro reto es que hay ciudades que ya están pensando en otro nivel de conectividad. Mientras nosotros estamos pensando en autos eléctricos o ese tipo de tecnologías, hay ciudades que ya están pensando en loops, es decir, trenes que circulan como a 500 kilómetros por hora, por lo que depura un poco las ciudades, abre la posibilidad de que la gente que trabaja en la CDMX pueda vivir en otros lados y hacer el commuting de una manera más fácil.

Primero que nada tenemos que abrir un poco la perspectiva. En ciertas cosas es curioso, en cuestiones sociales y derechos, somos muy abiertos, pero en otras cuestiones vamos poco a poco. Falta un poco de temas de conectividad. Una ciudad global es una ciudad conectada. También debemos de conectar más a los ciudadanos. Nosotros vivimos en un mundo muy interconectado, donde tenemos acceso al internet y a nuevas tecnologías, pero eso no es el caso de muchos ciudadanos dentro de la ciudad. Lo mismo ocurre con las alcaldías. Hay algunas con una vocación muy tecnológica, con una vocación muy fuerte de interconexión, pero si tú piensas en otras zonas dentro de la CDMX, no están integradas a esta interconexión. El gran reto es empujar a toda la población de la CDMX a interconectarse, y no sólo eso, un reto de esta nueva era es utilizar la tecnología con una forma de autocapacitación. Si existen modelos de educación un poco rígidos, el gran tema entonces es darle una mentalidad nueva al ciudadano para que se autocapacite y no se autolimite. También llevar el desarrollo económico a partes de la ciudad que son mucho menos visibles, como Iztapalapa, que no se puede comparar con Miguel Hidalgo. Ese es el gran reto.

Tenemos retos de contaminación, de seguridad, de darle oportunidades a los ciudadanos de una forma un poco más abierta. La vocación de la CDMX es muy distinta a la de las demás ciudades dentro de la República. Es bisagra de la economía nacional ante la internacional. También tenemos una parte de la CDMX cuya vocación es agrícola. Somos más de servicios, sólo cuando se sale al exterior se da uno cuenta del potencial que tenemos y justamente el gran reto es utilizar el gran potencial de los ciudadanos para darle una motivación, porque somos muy buenos. En ningún lado hay una atención en servicios gastronómicos como en la CDMX. Los extranjeros que vienen a la CDMX nos dicen, “Wow, qué ciudad tan verde”. Tenemos que hacer esos espacios públicos donde el poco tiempo que le queda a la familia de vincularse y de convivir, lo pueda hacer en un espacio público, porque una tendencia muy fuerte es hacernos un nicho en nuestros edificios, y no salir, porque no hay espacios públicos adecuados. Tus hijos van a correr al jardín del edificio y no pueden convivir con otros niños en un espacio público seguro. Todos estos son esos pequeños retos que tenemos.

¿Eso requiere de mucha inversión?

Si nosotros queremos ciudadanos globales, tenemos que empezar a pensar como un ciudadano global. Hay que traer espacios para abrir la mente de los ciudadanos de la CDMX. Creo que está superado el modelo de conferencias internacionales. No es lo mismo una conferencia o evento internacional que un evento con contenido internacional. Estamos tratando de traer con el equipo de SEDECO conferencias que verdaderamente cambian el paradigma de cómo piensa el ciudadano en innovación, de gente que hace las cosas y las hace muy bien. Que la CDMX sea un nicho de innovación. Si queremos tener innovadores tienen primero que conocer los procesos para poder innovar. Traer experiencias internacionales y, en los segmentos donde somos eficientes y capaces de competir a nivel internacional, generar sinergias de inversión en la CDMX, pero también de que podamos penetrar a otros mercados internacionales.

¿Cómo piensas atraer la inversión?

Es un gran reto. Mi papá, que en paz descanse, cuando veía el tiradero que yo tenía en mi cuarto le decía, “Pá, ¿cómo le haré para ordenar esto?”, y me decía, “Empieza con los zapatos. Empieza sentándote en algo”. Tenemos muchos retos en esta administración. El primero es que somos mucho menos personas haciendo las mismas tareas. Mi gran reto es centrarme en dos o tres iniciativas que detonen el desarrollo económico de la CDMX. Si queremos abordar 20 vías, no podremos hacer nada. Cada año tener 3 o 4 objetivos muy claros de atraer inversión, y después hacerlo más grande.

¿Cuáles serían esos primeros 3?

Está la conferencia internacional C2, que la provincia  de Quebec tiene y está haciendo ahí. Bajo un formato verdaderamente muy innovador, se aliaron con el Cirque du Soleil. Están muy interesados en hacer a la CDMX la sede de esta conferencia. Se me hace una gran oportunidad porque además tienen nuevas tecnologías para vincular empresas. Se vincula a PyMES, que a veces no tienen contacto con lo internacional ni saben cómo ir.

Otra es crear un espacio para PyMES y gente que innova para que realicen un intercambio. En la CDMX tenemos la mala reputación de ser monotemáticos con los temas de inseguridad y contaminación. Creo que es necesario abrir los ojos a todos los innovadores y decirles que somos una ciudad vibrante con gente creativa y que piensa en muchas dimensiones. En esta CDMX tienes que ser muy creativo para sobrevivir. Somos muy ingeniosos pero tenemos que empezar a abrirnos y decir, “sí podemos”. Y tan podemos, que somos muy buenos en muchas cosas. En la Comunidad también estamos muy abiertos, además traemos el bagaje judío, el bagaje de nuestras tradiciones, más la picardía y la innovación de gente de la CDMX. Por lo que estamos muy bien posicionados en este mundo globalizado para innovar y detonar. Nuestra educación está muy bien para un ciudadano global que está pensando en otra dimensión.

Amos Oz en un libro suyo dice que somos el pueblo del libro, pero yo creo que somos el pueblo del conocimiento en muchos sentidos y tenemos mucho que aportarle a la CDMX, y nosotros como ciudadanos mexicanos y de la CDMX, a este mundo interconectado, porque es un mundo de ideas. Creo que estamos bien equipados para hacer eso.

¿Qué se le va a poder ofrecer a los pequeños y medianos empresarios de la Comunidad judía de la CDMX?

Quedamos muy maniatados en administraciones pasadas. No tenemos dinero en la SDE, pero tenemos vinculación, y esa creo que es una aportación más grande. Las PyMES a veces piden recursos, pero creo que hay formas de orientar de a dónde están los recursos. A veces las PyMES son pocas personas, entonces tienen que hacer de todo, por lo que creo que para detonar su negocio necesitan abrirse y no limitarse al mercado mexicano. El secretario Beato tiene una gran vinculación con los empresarios. El diálogo entre diferentes sectores es muy importante, y lo tenemos en mente.  Hay mucho que podemos hacer con la vinculación. A veces no lo entendemos, pero tener esta vinculación con el ámbito internacional permite tener otro abanico de oportunidades que se le puede ofrecer a las PyMES.

Platícanos un poco de ti

Yo soy una persona muy ecléctica. A veces no me han entendido muy bien en México, pero creo que en esta administración sí. Soy abogada de formación de la Universidad Iberoamericana. Después la Escuela de Derecho de Harvard me beca para hacer mi maestría, un poco ecléctica.  En vez de irme hacia el Derecho, participé en jóvenes profesionales del Banco Interamericano de Desarrollo, y soy la primera mexicana y abogada en ser aceptada a este mundo de desarrollo. Mi inquietud me llevó a estar en 3 secciones del Banco: operaciones del Estado, la sección política y la presidencia, y terminé por ser asesora junior del presidente del Banco. A raíz de eso, me pidieron que fuera a la oficina especial en París, Francia.

De regreso a México, comencé a trabajar con el ministro Mariano Azuela de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Justo llegaban todos los temas internacionales en materia de Derechos Humanos a la Corte. Después de eso pasé por el gobierno federal, por la CFE, y después viene una oportunidad de incorporarme a la TV, donde tuve que aprender y desaprender. Mi educación de abogada me dio la aportación de poder ver los temas en lo general y cuáles son sus esencias. Y después se presentó esta oportunidad de incorporarme a la SDE. Siempre con diferentes velocidades: internacional, federal y ahora CDMX.

¿Crees que la parte judía haya tenido alguna influencia sobre ti?

Claro. Me queda claro por qué me volví abogada. Mis padres siempre tuvieron un gran amor por leer. Incluso escriben. Crecí en un ámbito donde todo se cuestionaba, donde no me trataban como una mujer diferente a los hombres. Siempre me orientaron a hacer yo mis cosas, a ser independiente, a estudiar. Cuando nos sentábamos en la mesa, ¡ay de ti que vayas a cuestionar sin tener un argumento bueno! Era una mesa de debate literalmente cada noche con la cena. Siempre se compartían experiencias en diferentes vías. Mis hermanos cantan, son médicos, mi papá era médico, mi mamá es una persona súper leída. Siempre traíamos algo distinto a la mesa. No sólo eso. Con mi papá, si tu querías algo de él, tenías que hacerle un caso jurídico casi para justificar cómo ibas a usar el presupuesto de la casa. Nunca me dieron domingo, siempre había una bolsa que era una bolsa de dinero para todos y donde si tú tenías que agarrar, implicaba que alguien más iba a mermar su presupuesto. Siempre tenías que justificar por qué tu causa era un poco mejor a la de tus hermanos.

Cuando llegué a Harvard, es un poco eso, es una educación socrática. Tú tienes que decir por qué tu argumento es mejor, no hay nada de memorización. Mi forma de ver el derecho es una muy permeable, donde metes conceptos de economía, etc. Y me fue muy fácil llegar a una educación de esa naturaleza, porque en las casas judías eso sucede. Tampoco hay mucha jerarquía: el niño puede cuestionar al papá. Y si tú ves eso en los Jeder se hace eso, siempre se ha hecho eso. El conocimiento lo llevamos a cuestas, y lo hemos logrado tropicalizar mucho en las ciudades a donde vamos. El conocimiento siempre se enriquece. Por ejemplo, simplemente en nuestras comidas. Mi comida de nuestras fiestas es mexicana, pero también hago borscht y otras cosas, hago una fusión extraña. Siempre llevamos esta forma de pensar tan particular a nuestra comunidad que se enriquece con gente que es ashkenazí, sefardí o de los países árabes.

Principalmente en México, donde gracias a Dios interactuamos todos y no hay una gran segmentación, hemos logrado enriquecer nuestro pensamiento enormemente. Tenemos tanto que aportar y creo que esa disruption que tenemos en nuestras casas se amolda muy bien a los retos que necesitamos en esta nueva era. Hablar idiomas también. Nuestro background hace que como judíos sepamos muchos idiomas. Una herramienta más en este mundo globalizado. Hay una persona que me preguntó una cosa muy interesante: “Hay nuevas tecnologías, te pones unos audífonos y tu hablas y la otra persona sabe qué idioma estas hablando, y puedes hablar en diferentes idiomas”. Y le dije, sí, es cierto. Pero todavía cerramos negocios sentándote enfrente de la otra persona, reconociendo al otro. Que el otro sepa que tú admiras su cultura y que has hecho al menos el esfuerzo de investigar al menos su idioma, y esto te abre las puertas increíblemente. Seguimos siendo esta parte humana que necesita reconocimiento y en ese sentido creo que tenemos enormemente que aportar, porque venimos de backgrounds de diferentes países, y que tenemos algo nato de saber conectar con otros, y creo que es algo muy importante.

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