Enlace Judío México e Israel – Hacia el año 770 de la era común, existió en Mesopotamia un hombre llamado Anán Ben David. Él era uno de los discípulos de Yehuda Gaón, un gran erudito de la época. Anán discrepaba del judaísmo rabínico, aquel que surgió después de la destrucción del segundo Templo. En un inicio, sus desacuerdos sólo involucraban aspectos del calendario judío; sin embargo, con el paso de los años, sus desacuerdos se fueron incrementando.

 

 

Poco a poco, estás diferencias se convirtieron en una corriente nueva del judaísmo, entonces Anán escribió su libro Sefer Hamitzvot, libro de los preceptos. En este texto, Anán propone cumplir con lo dictaminado sólo en los cinco libros de la Torá e ignorar todas las reglas derivadas de las interpretaciones rabínicas. Esta propuesta era revolucionaria, pues dejaba fuera, entre otras cosas, al valorado Talmud.

Anán abogaba por la libre e individual interpretación de la Torá, sin embargo, esa interpretación era sumamente estricta y para el siglo IX se le llamó a los integrantes de esta corriente: Caraítas. Palabra que hace referencia al verbo leer, es decir: lectores.

Fue tanta la separación producida entre judíos caraítas y judíos rabanitas, que los caraítas llegaron a prohibir a sus integrantes contraer matrimonio con judíos regulares.

Las cruzadas provocaron que el caraísmo se viera afectado en el Medio Oriente, sin embargo, esta corriente del judaísmo se incrementó en el Imperio Bizantino, y fue ahí, en Constantinopla, que Yehuda Hadassi escribió Eshkol Ha-Kafer, un sumario enciclopédico de la teología caraíta.

Durante el Siglo X el caraísmo se expandió por Egipto, Babilonia, Persia y Jerusalén. Sus fines proselitistas comenzaron a molestar a judíos ortodoxos, principalmente al célebre Rabino Saadia Gaón, pero a pesar de los distintos desacuerdos los caraítas continuaban sumando adeptos. En estos años de crecimiento se generó una gran literatura hasta que en el año 1530 Eliahu Bashyazi escribió Aderet Eliahu, el código legal definitivo del caraísmo.

A lo largo de la historia los caraítas han sido tratados tanto como judíos como no judíos. Por ejemplo:

En el año 1099, los cruzados invadieron Jerusalén y así como muchos otros judíos, los caraítas fueron encerrados en sus sinagogas y quemados vivos.

Ocho siglos después su suerte tuvo importantes mejorías, pues Catalina II, la emperatriz de Rusia, decidió dar un buen trato a los caraítas, muy distinto al trato que recibían los judíos regulares que vivían en su imperio, pues a diferencia de ellos, los caraítas podían comprar tierras y no estaban obligados a pagar los impuestos especiales a los que los judíos rabanitas estaban subyugados.

El buen trato a los caraítas llegó a ser tanto, que en 1827 fueron exonerados de prestar el servicio militar por órdenes del mismísimo zar.

Cuando Hitler invadió la Unión Soviética, el Ministerio de los Territorios Ocupados del Este, regido por un hombre de apellido Rosenberg, emitió la siguiente declaración: “Los Caraítas son religiosa y nacionalmente distintos de los judíos. No son de origen judío, más bien se les considera de origen turco-tártaro, emparentados estrechamente con los tártaros de Crimea; se trata esencialmente de una raza casi asiático-oriental que posee rasgos mongoloides, y por tanto son extranjeros. La mezcla de Caraítas y alemanes está prohibida. No hay que tratar a los Caraítas como judíos, sino que de la misma manera que a los pueblos turco-tártaros”.

A pesar de esta declaración, los caraítas corrieron la misma suerte que el resto de los judíos. Se estima que 10,000 judíos caraítas murieron en Crimea y en Lituania, tanto en las cámaras de gas, como en lo que fue llamado el Holocausto de balas.

Para cuando el estado de Israel se formó los caraítas fueron recibidos en Israel como el resto de los judíos. En 1973, el Rabino Supremo Ovadía Yosef dictaminó que los caraítas debían ser considerados como judíos y plenamente aceptados. Las diferencias quedaron en el pasado, los caraítas pudieron establecerse libremente en ciudades como Ashdod, Beersheva o Jerusalén.

 

Hoy por hoy, residen al rededor de 25,000 judíos caraítas en el estado de Israel.