Enlace Judío México e Israel – “No por ser judíos tenemos menos violencia”, dice Susana Franklin, psicoterapeuta y activista que desde hace 17 años trabaja para proteger a las mujeres víctimas de violencia. En esta entrevista exclusiva, Franklin abunda sobre los motivos de los comportamientos violentos, el papel de la familia en la perpetuación de la violencia, y el funcionamiento de la Fundación Diarq, que ofrece albergue, servicios de salud, psicoterapia, capacitación y asesoría legal a mujeres y familias víctimas de la violencia de género. 

 

Susana Franklin llegó por accidente a la Fundación Diarq, entonces dedicada a la atención de pacientes de VIH sida y, también por accidente, asumió su dirección y la convirtió en una organización que ayuda a las mujeres que huyen de la violencia de sus parejas.

Primero crearon un refugio que carecía de medidas de seguridad, “y cada vez el refugio se fue volviendo de mayor seguridad; ahora es de alta seguridad, por toda la delincuencia organizada, ya sabemos todos que judiciales, militares…. Pues es gente muy violenta”, asegura la también psicoterapeuta.

Originalmente, en Fundación Diarq trabajaban seis personas. Ahora, 32 profesionales atienden a mujeres víctmas de violencia y sus familias, en áreas diversas como Asesoría legal, Prevención y Medicina.

“Ahora, por el lado del refugio, tenemos una trabajadora social, tenemos el área de Psicología, que es psicología para niñas y niños, psicología para adultas y terapia familiar porque, como nosotros sabemos, la familia es con o sin papá”, relata Franklin.

“Tenemos el área de Asesoría legal, tenemos el área médica, tenemos el área de Desarrollo infantil, donde es como una escuelita donde van los niños o los bebés, a estimulación temprana, porque llegan con mucho retraso, no todos, pero muchos de ellos, para los bebés, y para los grandes lo que hacemos es que Trabajo social habla con las escuelas, nos dan las guías, por lo tanto los preparamos para que no reprueben el año, porque no pueden volver a la escuela porque si no llegaría el agresor a sacarlos.”

 

Además de recibir, refugiar y dar asesoría a las mujeres que sufrieron violencia en su hogar, Fundación Diarq, bajo la dirección de Susana Franklin, les da capacitación para que logren una independencia económica que les permita resistir la tentación de volver a su entorno violento.

“Les damos talleres: computación, pastelería, plomería, para que no sea una cuestión de género, ¿no? ‘las mujeres no pueden ser plomeras’, no: sí pueden. Pueden lo que quieran”, enfatiza, y agrega que “muchas de ellas, la verdad, se mueven y salen muy bien adelante. Y luego se les da un año de seguimiento en el centro externo.”

Por desgracia, muchas mujeres, probablemente una amplia mayoría, regresan con sus parejas violentas tras salir del centro. “Te soy honesta, las que quieren salir adelante, salen como aviones. Las que no, que es un alto porcentaje, pues regresan…. Con el marido, ¿no? O la pareja.” Según la experta, hay estudios que prueban que las mujeres víctimas de violencia, en promedio, vuelven siete veces con su agresor antes de dejarlo definitivamente.

Espiral del violencia

La violencia de género en la pareja no se manifiesta en episodios aislados sino como una espiral de episodios que se repiten, como explica Franklin: “la pareja que vive violencia pasa por un… antes le llamaban el ciclo de la violencia; ahora se le llama la espiral de la violencia, porque la violencia cada vez es más fuerte y más frecuente.” Lo que alimenta la espiral es lo que la experta llama la ·”luna de miel”, cuando el abusador se arrepiente, se disculpa y cambia drásticamente su actitud… por un tiempo.  “Así, se derriten, les llevan regalos, etcétera, y bueno, viene toda esta luna de miel intensa, donde él está vulnerable y pues obviamente eso es lo que ella quiere, ese es el hombre con el que ella quería estar. Con un hombre vulnerable, presente, que la escuche.”

Luego, poco a poco, la cotidianidad devuelve a la pareja a una situación que se va tensando paulatinamente. Y esa tensión se vuelve “cada vez más fuerte, más fuerte, y a veces las mismas mujeres, cuando la tensión ya es tan fuerte, prefieren provocar el evento violento para no seguir viviendo esta tensión. Entonces vuelve el evento violento y ahí vamos otra vez. Y lo que va pasando con los años, o meses, dependiendo de cada mujer, es que las lunas de miel se van haciendo cada vez más cortas y en muchísimas ocasiones ya ni hay luna de miel.”

 

Síndrome de Indefensión

Le preguntamos a Franklin por qué algunas mujeres aguantan los abusos de sus parejas durante tanto tiempo, a lo que la experta respondió que “Hay un síndrome que se llama de Indefensión, que si yo te digo ‘no sirves para nada, eres una ‘P’, cualquiera lo hace mejor que tú, no sabes ni cocinar…’ y lo escuchas años, se lo van creyendo y la autoestima se les va haciendo así, chiquititita.”

Muchas veces, el punto final lo ponen las mujeres cuando ven amenazada la seguridad de sus hijos “cuando él abusa, viola, les pega a sus hijos, ese es un detonante fuerte” para que ellas los dejen.

 

Una formación sólida

No cualquiera puede dirigir una organización tan exigente, tan compleja y tan delicada como Fundación Diarq. Consciente de la magnitud del reto, Franklin ha dedicado muchos años a su formación profesional y académica. Tras egresar del Ipade, estudió “la maestría en terapia familiar, que fueron cuatro años, y de ahí me fui a Estados Unidos a aprender el modelo de terapia focalizada en emociones (Emotionaly Focused Teraphy), de Sue Johnson.”

La experta explica que “este modelo habla mucho del apego que tuvimos de niños. Si tuvimos un apego seguro o uno inseguro. Entonces, cuando ves de dónde vienen (las víctimas), pues obviamente vienen de un apego muy inseguro. Que además se va repitiendo a lo largo de nuestras vidas pero con nuestra pareja se detona mucho más.” Pero no solo tiene que ver la estructura mental de la víctima: obviamente, el victimario también debe provenir de cierto entorno que explique, aunque no justifique, su comportamiento: “y entonces, si los dos vienen de un apego inseguro, si vienen de un background de violencia, pues seguramente él toma el prototipo de su papá y ella el de su mamá, o al revés, también pudo haber sido la madre la violenta y el padre el sumiso, repiten patrones, se juntan y (así se forma) la tormenta perfecta.”

 

Atender al perpetrador

Por eso, en una visión sistémica, es importante atender a todos los miembros de la familia. “Necesitamos también atender al generador de violencia para que esto cambie porque, además, si él es violento, por supuesto también fue víctima de violencia, o víctima de abuso, o violado y por eso repite lo mismo”, dice Franklin, y asegura que, de acuerdo con su experiencia, si se atiende a toda la familia es posible revertir esa tendencia de la violencia a perpetuarse.

“Si se atienden todos, de verdad, lo digo con todo el conocimiento, la violencia para (…). Ahora, no te voy a decir que hay muchísimos casos pero en los casos que yo lo he logrado personalmente, los niños paran, las generaciones empiezan a tener hijos, que ya me ha tocado también y ya no hay violencia(…). Tú reviertes una, una mujer o una familia, y tienen por lo menos tres hijos promedio, y ya estás hablando que estos tres van a tener hijos donde no se va a repetir la violencia, entonces esto se vuelve exponencial, entonces, mientras más gente puedes ayudar pues imagínate cuánta más gente deja de repetir este patrón.”

 

Violencia de género en nuestra comunidad

A pregunta expresa sobre si hay violencia de género dentro de la comunidad judía, Franklin dice tajante: “Sí. Lo bueno es que siento que la comunidad ya está abriendo los ojos a esta parte de violencia, abuso, violación.” Aunque solemos pensar en nuestra comunidad como un grupo pacífico, como un espacio de seguridad y confianza, “a ver, somos humanos. En todos lados, no importa la religión…. Es como el alcoholismo (…) le puede dar a cualquiera, en cualquier lugar, de cualquier raza, género… la violencia igual: No por ser judíos tenemos menos violencia.”

La psicoterapeuta asegura que este asunto ha sido un tabú dentro de la comunidad: “Se tapó muchos años. Porque además, tú sabes para la mujer qué es decir ‘me está pegando, me tiene sin comer una semana’. Es muy difícil porque, además, lo que nos ha pasado es que la ropa sucia se lava en casa. Entonces, ‘sí, te pegué, pero tú, calladita’ Y ella, pues calladita porque ‘qué vergüenza’.

También advierte sobre el papel de los testigos silenciosos. “Quien sabe que alguien está viviendo violencia y no abre la boca es cómplice del generador”, sentencia.  “La violencia, el mejor amigo que tiene es el silencio. Por eso no podemos quedarnos calladas, nuca”

Un servicio gratuito y profesional

Pese a que todos los servicios que brinda Fundación Diarq son totalmente gratuitos, la organización no acepta voluntarios. Todo su equipo está integrado por profesionales capacitados. Al respecto, Franklin se explaya: “me parece muy importante aclarar que las mujeres que llegan son sobrevivientes de violencia. Sus vidas están en peligro y no es (posible) minimizar esto. Hemos tenido mujeres a las que las han balaceado, las han acuchillado, a una le pasó una bala por acá —dice al tiempo que se toca el costado de la cabeza—. Casi las matan. Y si nosotros aconsejamos algo inadecuado, podríamos poner su vida en riesgo. No es broma. De verdad es algo muy delicado. Sí matan a las mujeres.

 

 

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