Enlace Judío México e Israel – El líder del partido Zehut (Identidad) de extrema derecha está atrayendo a multitudes en el izquierda laica de Tel Aviv, con su separación entre la religión y el Estado y promete legalizar la marihuana, pero estas políticas aparentemente liberales ocultan una actitud draconiana hacia los árabes de Israel.

YARON DEKEL

La polémica en torno a los comentarios de Rotem Sela, quien se atrevió a expresar su opinión sobre la igualdad de derechos para los árabes israelíes, tuvo un impacto: demostró que en estas elecciones, además de la eterna cuestión de “sí o no Bibi”, algunos candidatos de derecha compiten entre sí para ser más vocales, más vociferantes y más extremos en su posición contra el sector árabe.

Esta contienda se centra en la derecha, pero ha tenido un efecto paralizante en la alianza Kajol Laván, que no quiere ser representada como un movimiento que pretende reemplazar a Benjamín Netanyahu abrazando al diputado árabe Ahmad Tibi. Los comentarios puntuales del presidente Reuven Rivlin en apoyo a la plena igualdad entre judíos y árabes fueron un recordatorio de que el Likud de hoy no es el partido de Rivlin, de Menachem Begin o de Yitzhak Shamir.

En la próxima Knéset desaparecerán los últimos vestigios del Likud liberal, de la ideología de Ze’ev Jabotinsky de pleno respeto e igualdad para los árabes de Israel.

Moshé Feiglin, por otro lado, dejó el Likud hace años, pero hoy el partido está más cerca que nunca de sus posiciones. Feiglin es una revelación para los jóvenes seculares de centro-izquierda. Él enfatiza que es principalmente liberal con respecto a temas de religión y Estado, y un firme partidario de la legalización de la marihuana, pero está ocultando una plataforma extremadamente agresiva en otros ámbitos.

Los árabes, sugiere Feiglin, tendrían que pasar una prueba de lealtad si deseaban convertirse en ciudadanos. Los Acuerdos de Oslo se cancelarían y la Autoridad Palestina se vería a la par con Hamás, es decir, una organización terrorista y el enemigo. Quiere consagrar en la ley una prohibición de que los tribunales anulen cualquier legislación, y el gobierno podría reemplazar al fiscal general en cualquier momento. Según Feiglin, “los funcionarios electos no tendrán que acatar las recomendaciones del fiscal general”.

Feiglin triunfa donde otros han fallado. Él tiene una agenda; la gente está hablando de él y siempre está siendo entrevistado. Está presente, generando interés. Bennett, Gantz, Lapid y Ya’alon, Meretz o Gabbay no han logrado establecer ningún tipo de agenda en estas elecciones.

Esto también beneficia a Netanyahu. Todo novato político sabe que quien establece la agenda un mes antes de las elecciones tendrá un buen desempeño el día de las elecciones. El ruido en torno al partido Zehut (identidad) de Feiglin, ha hecho que supere el umbral electoral según las encuestas, y en algunas se le pronostican cuatro o cinco escaños.

Feiglin está presente en los ámbitos laicos, liberales y de izquierda de Tel Aviv. Su llamamiento a la legalización de la marihuana ya ha obligado al primer ministro a anunciar que él también respaldará tal movimiento después de las elecciones, en un esfuerzo torpe para evitar que los jóvenes votantes del Likud corran a los brazos de Feiglin.

A cuatro semanas de las elecciones, los acontecimientos en curso han hecho que el llamado del fiscal general para procesar al primer ministro prácticamente desaparezca. Todo aquel que pensaba que Mandelblit sería un factor decisivo en estas elecciones aparentemente estaba muy equivocado.

Pero Feiglin podría serlo. Veinte años después de su condena por sedición, podría ser un hacedor de reyes. Y aquí es donde está causando alarma entre los funcionarios del Likud, ya que con su aversión a Netanyahu, temen que Feiglin bien pueda recomendar al presidente que Benny Gantz forme el próximo gobierno.

Cualquiera que sea el resultado, ya sea que regrese a la Knéset o se mantenga fuera, Feiglin ya es un ganador.

Fuente: Ynet / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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