Enlace Judío México e Israel.- Creo que la mayoría de nosotros preservamos una imagen superficial, infantil o en el mejor de los casos incompleta de lo que nuestros padres sufrieron en Egipto; imágenes –que no supimos desarrollar– de los dibujos que pintábamos en el jardín de infantes. Y esto sucede a pesar de la obligación explícita de recordar, lo más seria y fielmente posible, lo que experimentaron nuestros padres en Egipto.

RABBI YOSEF BITTON

Durante el Seder de Pésaj debemos recrear y visualizar los detalles de la redención hasta sentir que nosotros mismos estamos saliendo de Egipto. Parte de esta experiencia es rememorar el sufrimiento de la esclavitud y así poder valorar más plenamente el placer de la libertad e incrementar nuestro agradecimiento a D-os.

Los Sabios, los grandes maestros del Talmud, agregaron lo suyo para hacer más real, y especialmente más visual, la experiencia del Seder. Dijeron por ejemplo, que en el Seder debemos sentarnos reclinados como los nobles; que debemos continuar comiendo el maror, a pesar de que estas hierbas amargas eran dependientes del sacrificio de Pésaj, y al no haber ya sacrificio, dejan de ser obligatorias. Y también agregaron un precepto enteramente nuevo: el Jaroset, con el propósito de representar más vivencialmente la esclavitud.

Soy muy consciente de que casi nadie se pone a pensar de una forma seria lo que este alimento representa, es decir, qué memorias se supone que debe despertar. Hasta este año, que me forcé a estudiar un poco más sobre este tema, yo también pensaba que el Jaroset era sólo una cuestión de recetas y que todo lo que se podía decir del mismo era cuánta canela, nueces o vino le agregamos….

Pero estudiar sobre el inocente Jaroset me ha llevado a valorar mucho más allá de mis expectativas originales su valor educativo y admirar, una vez más, la sofisticación de nuestros sabios, de bendita memoria.

Lo más importante que he aprendido es que el Jaroset abre una ventana al aspecto más terrible de la esclavitud en Egipto. Nos permite (o nos obliga) a ver la característica de los trabajos forzados a los cuales estaban sometidos nuestros ancestros.

La palabra clave para entender la naturaleza de esclavitud de los judíos, y comprender por qué fue diferente, por ejemplo, de la servidumbre de los esclavos griegos, o romanos o incluso de los esclavos africanos en Estados Unidos hasta 1865, es “párej” (פרך), un término que curiosamente se repite dos veces en dos versículos seguidos: el pasuq 13 y 14 del primer capítulo de Shemot, el libro de Éxodo.

Comenzaremos por explicar que la esclavitud a la que sometió el Faraón a los judíos tuvo dos fases, con dos propósitos distintos.

Entonces impusieron sobre ellos capataces para debilitarlos con duros trabajos. Y los judíos edificaron para Faraón las ciudades fortificadas de Pitom y Ramsés.
Éxodo 1:11

En la primera fase de la esclavitud el Faraón hace trabajar a los hijos de Israel para construir Pitom y Ramsés. Los judíos trabajaban “para el gobierno”. Esta esclavitud era un procedimiento “legal”. El monarca egipcio –irónicamente desde el tiempo de Yosef –era también el “Amo y Señor” de todos los egipcios. Los egipcios eran sus súbditos y el Faraón podía demandar de ellos cualquier tipo de servicio: sumarse a su ejército para defender su territorio o trabajar en los proyectos de construcción que el soberano consideraba necesario.

En esta primera fase, el trabajo de los judíos consistía en construir las ciudades de Pitom y Ramsés, que según la interpretación más aceptada, eran fortificaciones posiblemente de uso militar. Este dato no es superfluo. Estas fortificaciones no eran construidas con ladrillos comunes (adobe, ver aquí) como las casas o templos, sino con piedras talladas. Podemos suponer que los judíos trabajaban en las canteras extrayendo la roca, tallándolas (“los egipcios fueron los primeros en emplear la piedra tallada para erigir templos, pirámides y otras edificaciones monumentales” idem) y cargando las pesadísimas piedras, que a veces, como en el caso de las pirámides, pesaban varias toneladas, y montarlas una encima de la otra.

Por último, debemos comprender cuál era el verdadero propósito de la esclavitud en esta primera fase. Cuando el Faraón pronuncia su famoso discurso de propaganda denunciando el supuesto peligro que los judíos representan para Egipto, propone un plan estratégico para afectar su procreación. Esclavizarlos y hacerlos trabajar en la construcción de día y de noche, era la manera de evitar que cuando regresaran a sus casas no tuvieran ni el tiempo ni la energía de procrear. Así, de una manera sofisticada, legal y no violenta ( הבה נתחכמה לו ) se reduciría significativamente la tasa de natalidad de los judíos. La construcción de estas fortificaciones, por lo tanto, no era el propósito de la esclavitud, sino la excusa para frenar el crecimiento demográfico de judíos. Pero, como la Torá lo dice explícitamente en el próximo versículo, el plan del Faraón no produjo los resultados esperados.

Pero cuanto más oprimían [a los judíos con trabajos forzados, los judíos] más procreaban y más se multiplicaban. Y los egipcios se sintieron amenazados por los hijos de Israel.
Éxodo 1:12

El plan del Faraón falló. El pueblo de Israel no se debilitó sino que por el contrario, se fortaleció y siguió creciendo.

En este punto, el Faraón decide comenzar con la fase 2 de la esclavitud de los hebreos, los trabajos forzados que se consideran “párej”.

Y entonces los egipcios hicieron trabajar a los hijos de Israel con “párej”.

Éxodo 1:13

Continurá…

 

Fuente: halaja.org