“Y [los egipcios] amargaron la vida [de los hijos e Israel, obligándolos a hacer] las obras más duras,

[como la extracción del] barro y [la fabricación de] los ladrillos…”

Éxodo 1:14

LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO

Enlace Judío México e Israel.- Durante varias décadas, desde la época de Yosef hasta la nueva dinastía egipcia (la XVIII) que gobernó Egipto, los judíos tuvieron una vida privilegiada. Vivían en una zona segura y fértil, Goshen, y disfrutaban de prosperidad y buena salud. No les faltaba comida. Y este bienestar material se refleja más de una vez en la Torá al mencionar la excepcional alta tasa de natalidad de los hijos de Israel.

RABBI YOSEF BITTON

El nuevo faraón buscó frenar el poder de los judíos, y su crecimiento demográfico, imponiendo impuestos laborales excesivos para empobrecerlos y debilitarlos. Pero no tuvo éxito.

Luego, el faraón pasó a la segunda etapa de su plan. Declarar a los judíos oficialmente como “enemigos o prisioneros”, y asignarlos como “los esclavos del pueblo”. Visualizar este escenario es muy difícil desde nuestras cómodas residencias. Solo puede volverse más real, y aterrador, si pensamos en la Shoá. Dicho sea de paso, la más profunda comparación que leí entre lo que sucedió en Egipto y lo que sucedió en Europa 1939-1945 fue en el libro de Elie Wiesel, “Job: Ou Dieu dans la tempête” (francés). Siguiendo la línea de pensamiento de Wiesel, imagino que en este punto las casas, las propiedades y los bienes de los judíos fueron confiscados por el gobierno y entregados al faraón o a la aristocracia egipcia. Los hombres, mujeres y niños judíos, deben haber sido sacados a la fuerza de sus hogares y llevados a “guetos” o fortificaciones, donde fueron encadenados, y luego entregados a los ciudadanos egipcios como mano de obra gratuita. Este punto poco conocido, que los judíos fueron entregados a la gente común como esclavos, es mencionado entre otros por el rabino Wisser, el Malbim (Rusia, 1809 – 1879) que escribe “los judíos fueron tomados como esclavos permanentes, pero ya no trabajaban para el monarca [el gobierno], sino para la población en general. Los judíos eran ahora los esclavos de los esclavos [del Faraón] y estaban obligados a hacer cualquier trabajo que cualquier egipcio les pidiera”.

Nuestro versículo describe la forma que los egipcios trataron a sus esclavos judíos.

“Y los egipcios amargaron sus vidas con duros trabajos”. Había algo personal en este maltrato a los judíos. Animosidad. Resentimiento. ¿Cómo sucedió esto? El nuevo faraón, un calculado revisionista, cambió la narrativa y demonizó a Yosef y sus descendientes como los nazis demonizaron a los judíos. Los hebreos fueron clasificados como “Persona no grata”, “Los enemigos del pueblo”. El faraón seguramente representó a Yosef, no como el héroe que salvó a Egipto de la hambruna, sino como el villano que aprovechó la hambruna egipcia a favor de un faraón extranjero (¿un hicso?) y de su propia familia.

Algo más. Los judíos eran prósperos. En lugar de mirar y admirar los esfuerzos que los judíos habían hecho para ganarse su prosperidad, o los sacrificios que hicieron para no derrochar sus ganancias, los egipcios acusaron a los judíos de deshonestidad y abuso. Este resentimiento ahora se tradujo en la más terrible venganza: los judíos “ricos” eran ahora absolutamente vulnerables, mano de obra gratis en manos de los resentidos egipcios, que disfrutaban de tenerlos bajo sus pies.

EL PEOR TRABAJO

Los trabajos asignados a los judíos eran, por supuesto, los peores. Los más insalubres y riesgosos, que nadie más en Egipto estaba dispuesto a hacer. El primer ejemplo mencionado en la Torá es el “jomer ulbenim”, barro y ladrillos. Al parecer, de todos los arduos trabajos que había que hacer en Egipto, el más humillante, agotador y letal era el de producir los ladrillos.

Los ladrillos de Egipto estaban hechos de dos materiales: barro, o lodo y paja. Esta forma de hacer ladrillos es universal. Los ladrillos de barro y paja todavía se producen hasta el día de hoy en las áreas pobres en casi todo el planeta (en castellano se llaman “adobe”).

Los esclavos judíos tenían que extraer el lodo del Nilo, que era rico en minerales. Transportarlo, mezclarlo con estiércol y revolverlo con los pies y manos durante 4 o 5 días, hasta que el lodo alcance el punto de fermentación. Luego, se introducía la paja en ese lodo para hacerlo más fuerte, sólido y duradero. Todo este trabajo se realizaba en los pantanos del Nilo, un río infestado de cocodrilos, hipopótamos y mosquitos, y bajo el sol abrasador del desierto que quemaba la piel.

EL JAROSET

Maimónides explica que los Sabios introdujeron la Mitzvá del Jaroset para recordar estos tiempos terribles. La pasta marrón recuerda el color y la textura del barro. El vinagre, el sabor de la amargura. Y los tebalín, las hierbas comestibles (o pedazos finos y largos de hierbas o especias) que se introducen en el Jaroset nos recuerdan la paja. La extracción del barro y la fabricación de los ladrillos con paja fue el trabajo más duro, más humillante y más letal que los esclavos judíos tuvieron que realizar durante generaciones. En el Seder, cuando vemos el Jaroset, la imagen de la esclavitud se despierta en nuestra memoria colectiva, como un trauma nacional que no podemos olvidar.

La historia de nuestro cautiverio la continuaremos BH el Pésaj que viene. B”H desde Yerushalayim.

 

 

Fuente: halaja.org