Una mujer  argelina que hizo todo lo posible por ser independiente, culta y famosa, pero de la que nadie se acuerda hoy tras haberse inventado todo un personaje que tuvo mucho éxito en París.


Cuando naces  mujer , pobre, judía, y en el último cuarto del S XIX en una ciudad de provincias de Argelia, lo habitual no es ser una mujer emancipada y dedicarse a una tarea prácticamente reservada al mundo de los hombres. Pero el caso de Elissa Rais es distinto y ya sólo por eso, digno de recuerdo.

Elissa Rhais  fue a nacer en la ciudad de  Blida, Argelia, el doce de diciembre de 1876: su verdadero nombre era   Rosina Boumendil y era   hija de un judío , Ya´akov, panadero, y su esposa, también hebrea, Mazaltov, nacida Seror. Hasta la edad de doce años fue a la escuela comunitaria de Blida -la ciudad en la que por aquel mismo entonces el premio Nobel André Gide sitúa “El inmoralista”.

Rosina tuvo que abandonar la escuela primaria para  trabajar como sirvienta doméstica en la casa de una de una familia judía. A los  dieciocho años, se casó con el rabino de la sinagoga de la calle Sabine, en Alger, r. Moshé Amar, y tuvieron  tres hijos: la primogénita  moriría a los once años de edad  -cosa bastante habitual entonces y allí-  y un hijo,  Ya´kob Raymond ,que luego se cambiará el nombre;  por último tuvieron una hija a la que llamaron Mireille, que morirá jovencísima.

 

El matrimonio entre el rabino y la hija del panadero terminó al pasar 20 años. El motivo era que quería casarse con uno de los mercaderes más ricos de Argel: Mordejai Chemouil. , cuyo sobrino -Raoul Robert Tevet,-  ella cuidaba. El nuevo matrimonio se instaló en una villa de aquel Argel colonial llamada Ville des Fleurs.  La señora Chemoul, Rosina Chemoul, abrió en Ville des Fleurs una especie de “salon”  donde paraba,por así decirlo, todo Argel : los Bloomfield, los Holden, los Maklay, las glicinias, los acantos, el té, Charles de Galland -el alcalde-  el profesor de letras DaCosta, Basset, la costa azul de Argel.

Rosina empezó a ganarse fama de contadora de cuentos  y   leyendas tradicionales que ella había oído de niña contar a la madre del panadero en Blida.  Y su público  le dice  que debiera escribir y publicar . Entonces ella encarga a su hijo adoptivo, Raoul Robert, aún mero estudiante de bachillerato, recopilar sus historias, convirtiéndolo así en su secretario. Quien sabía de literatura en Argel, aconsejó que aquellas narraciones deberían ser publicadas en París, cosa que entusiasmó a Rosina, pero que desagradó a su esposo. Tal es así que la pareja decide separarse -no divorciarse, que esto nunca lo hicieron- tan sólo alejarse físicamente el uno del otro para siempre jamás.

Una vez acabada la guerra mundial, Rosina se va a París, con sus hijos y una carta de recomendación para presentarse a René Doumic,  de l’Académie Française, editor de una revista literaria de gran difusión, La Revista de Dos Mundos. Nace entonces Elissa Rhaîs, a quien presentan no como Hija de la Estrella de David sino como musulmana huida de un harén. Elisa es el nombre antiguo de Chipre; rhaîs es una dignidad de la administración musulmana: jefe, señor. Parece  ser que Doumic quería hacer de Rosine la George Sand del islamismo, bien que Rosina no tuviera por esposo un Chopin ni tras la Gran Guerra hubiera que escribir con seudónimo para abrazar la causa de la emancipación literaria de las mujeres. Más bien fue todo una  estrategia editorial para atender a clientes con necesidad de evasión a mundos  exóticos, orientalizados. La editorial Plom la presentó como una audaz musulmana que se había arrancado los velos que portaba en el harén para descubrirnos el universo femenino de las mujeres del Magreb a través de sus historias. Y durante unos años, el entuerto fascina a Colette, Sarah Barnardt, Paul Morand y muchos nombres más de la pléyade cultural de la Ciudad Luz deslumbrada. Saada la marrocana, Los Judíos o la hija de Eleazar,  fueron novelas de éxito.

Pero en 1922,  Rosina retorna a su Blida natal y se instala en una villa que ella hace llamar como su primera novela, Ville Saada, donde reside hasta 1931; ese año aparece en una localidad de las afueras de Paris, l’Haÿ-les­Roses, escribiendo en esos tiempos doce novelas en tres editoriales y algunas en varias ediciones. Moralizantes, cuenteríos llenos de  adúlteras, traiciones, venganzas y muertes, amoríos interconfesionales.

Rosine Rhaîs, o Elissa Boumedil -viuda de Amar y Chemoudil, o todo lo contrario- abandona Blida en 1931 tras la muerte de su hija Mireille, que en un viaje por Marruecos contrajo una fiebres tifoideas cuando estaba a punto de casarse.  Rosina no volverá a escribir ni a hacer vida social.  Nueve años después, en la canícula de agosto e 1940,  morirá ella misma en Blida.

Y  todo el mundo la olvidó.

Hasta que en 1982, Paul Tabet saca a la luz un libro sobre Elisa y lo primero que cuenta es que su padre, Raoul Robert, el sobrino  político adoptado, no sólo se convirtió en el secretario de la autora, sino en su amante. Y es más, toda la obra de Elisa Rhaìs es obra de su padre, pero la firmaba ella, que era quien daba la materia literaria, pero su hijo-sobrino y amante era el redactor.

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