Enlace Judío México e Israel – Hasta hace poco no sabía yo donde quedaba Sri Lanka, pero la muerte de más de 200 personas, al igual que los cientos que resultaron heridos en nueve explosiones que sacudieron iglesias, hoteles y otros sitios en Domingo de Resurrección, me llevaron a buscar dónde quedaba ese país del sur de Asia, en el peor episodio de violencia que ha sufrido en muchos años. Un ataque terrorista cometido por extremistas religiosos. La mayoría de los estallidos fueron detonados por atacantes suicidas.

SHULAMIT BEIGEL PARA ENLACE JUDÍO

La magnitud del derramamiento de sangre hizo recordar los peores días de la guerra civil de 26 años en Sri Lanka, en la que los Tigres Tamiles, un grupo rebelde de la minoría étnica tamil, intentó independizarse del país de mayoría budista. Los Tamiles son hindúes, musulmanes y cristianos. Sri Lanka, ubicada al sur de la India, es aproximadamente 70% budista y en los últimos años ha habido incidentes de acoso a los cristianos.

Los Tigres Tamiles fueron derrotados en 2009, lo cual acabó con la guerra civil, que cobró más de 100,000 vidas, y en la que ambas partes fueron acusadas de graves violaciones a los Derechos Humanos.

Todo este incidente de hoy me hace recordar a mi amigo inglés Christopher, quien volvió hace unos años de un viaje donde recorrió varias ciudades no de Asia, sino de Turquía, y me decía:

“Soy católico y fui en busca de un albergue donde me había quedado hace veinte años. Pero ¿qué encontré? Ruina de las iglesias y los monasterios, los albergues para peregrinos cristianos que había yo visitado hace años ofrecen hoy día en Turquía un panorama de edificios desmoronados, de muros destruidos y bóvedas hundidas”.

Recordando a mi amigo, y viendo lo sucedido en Sri Lanka, me he puesto a pensar que las esperanzas y las convicciones más profundas del ser humano suelen ser inexplicables desde la limitada perspectiva de la lógica o de la razón. ¿Cómo puede ser que tantas bellezas arquitectónicas sagradas presenten ahora a nuestros ojos la embarazosa realidad de que hoy sólo podemos vislumbrar vagamente, a veces con los ojos de la fe, lo que conmovió a las antiguas generaciones? ¿Cómo puede ser que un Domingo de Resurrección, día sagrado para los cristianos, termine en al menos 290 muertos en un ataque tan devastador a las iglesias cristianas? Terroristas suicidas dijeron. Absurdo e inexplicable.

Ya no sólo es un ataque contra los judíos.

Ahora y desde hace un tiempo son los cristianos quienes están siendo atacados. En Turquía por ejemplo, donde los centros cristianos fueron en un pasado verdaderas ciudades bazar de la ruta de la seda, como si hubiesen sido sacadas de Las mil y una noches, laberintos de callejas, un poco como la ciudad vieja de Jerusalén, llenas de ruidosas conversaciones en diferentes lenguas. Ahí, árabe, persa, kurdo, turco. En la Jerusalén de hoy, árabe, hebreo, inglés. Hoy todo ha cambiado.

La atmósfera de Estambul y Jerusalén igualmente, estaba cargada en todas partes del humo de los kebabs y del olor a carne a la brasa. Entre las sombras, e iluminados a ratos por los rayos del sol, pasaba una marea de hombres de aire tribal y salvaje. Hombres de mirada penetrante y gesto arrogante. Peregrinos de otros lados. Egipcios curtidos por el trabajo bajo el sol. Árabes bajos y fornidos, con chilaba y kefiya. Ciudades que estaban llenas de una mezcla explosiva de diferentes nacionalidades.

¿Sabían ustedes que durante más de trescientos años, desde la época de Constantino, que fue a comienzos del siglo IV hasta el ascenso del Islam a comienzos del siglo VII, el mundo mediterráneo oriental fue casi en su totalidad cristiano?

Aunque hoy las cosas han cambiado, sobre todo para los viajeros israelíes y cristianos, el Islam, anterior o tradicionalmente, fue tolerante con las minorías religiosas y sus éxitos se basaban precisamente en esto, en su tolerancia étnica y religiosa.

¿Qué paso? ¿Por qué todo cambió? Podrá haber varias respuestas, pero el caso es que la paulatina erosión de esa tolerancia tradicional por la marejada nacionalista del siglo XIX, fue la principal razón de lo que vemos hoy. Y Sri Lanka es simplemente un ejemplo más.

A finales del siglo XIX todavía había una gran población cristiana (y judía) en Estambul. Pero los acontecimientos tumultuosos del primer cuarto del siglo XX, como fue la victoria turca en la guerra greco turca, de 1922, y la expulsión de todos los griegos (cristianos), de Anatolia, (llamada también Asia menor, la península ocupada hoy en día por la parte asiática de Turquía) a cambio de la población turca desalojada de Grecia septentrional, fueron cambiando las cosas, hasta que en 1955 la situación cambió del todo, y Estambul fue escenario de los disturbios más raciales y más graves vividos en Europa desde la Kristallnacht. En una sola noche, y en presencia de la Policía, miles de matones a sueldo invadieron los guetos griegos de la ciudad. Rompieron los escaparates de casi todas las tiendas griegas,  se profanaron  los cementerios, se destruyeron las tumbas de los patriarcas. Los griegos, que habían controlado el comercio de la ciudad, fueron echados y sus negocios apoderados.

La nueva Turquía, la de Atatürk, pasó al extremo opuesto de lo que había sido. En vez de la tolerancia y la diversidad, se pasó a la uniformidad absoluta. Se expulsó a casi todos los griegos, y los que se quedaron tuvieron que hacerse turcos, por lo menos de nombre. Lo mismo le pasó a los kurdos. Oficialmente no existían. Su lengua y sus canciones han estado prohibidas hasta hace poco. Estambul, que fue la capital de la cristiandad, ha cambiado. La iglesia ortodoxa siria por ejemplo, prácticamente ha desaparecido, y los antiguos monasterios están vacíos o en proceso de evacuación.

Hay una similitud con la guerra civil de Sri Lanka que fue, así mismo, una guerra civil y étnica. Desde 1983 hasta 2009 hubo una lucha  entre el gobierno y los Tigres Tamiles, un grupo militar separatista. Organizaciones de la etnia tamil  pelearon contra lo que a su percepción era una discriminación de la mayoría, perteneciente a la etnia cingalesa, y eventualmente pidieron la creación de un Estado independiente y exclusivo para ellos. Con el tiempo, la organización terrorista Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE) eliminó a todos sus rivales moderados y tomó el control completo del norte y el este de Sri Lanka, agrediendo a su propia gente y llevando consigo una campaña de terror a la isla y más allá. Los Tigres luchaban para crear un Estado tamil independiente que se llamaría “Tamil Eelam”. Los Estados Unidos y la Unión Europea lo consideraban un grupo terrorista.

Mientras tanto, líderes estrictos del gobierno de Sri Lanka agravaron el problema con su enfoque de cero tolerancias, al igual que en Turquía. Mucha gente fue torturada, mientras que los periodistas que criticaban al gobierno y otros oponentes fueron asesinados. Cuando un grupo de jóvenes nacionalistas de izquierda, llamado Janatha Vimukthi Peramuna, organizó un levantamiento en el sur del país, más de 30 mil personas “desaparecieron” en manos del gobierno.

En el 2005 el candidato Mahinda Rajapaksa fue elegido presidente. Estaba determinado a acabar militarmente con la guerra civil y bajo su mandato hubo asaltos brutales a las zonas donde se encontraban los miembros del grupo guerrillero tamil.

Se estima que unas 80 a 100 mil personas perdieron la vida durante el conflicto que ha causado gran daño a la economía y a la población.

La organización Tigres de la Liberación Tamil Eelam fue derrotada el 17 de mayo de 2009 y su líder (Velupillai Prabhakaran) muerto en combate.

Sería injusto juzgar al Islam por las atrocidades del fundamentalismo islámico, pues sería como juzgar al cristianismo por la Inquisición. Hay muchísimas cosas buenas en ambos. Cómo olvidar lo que el Islam brindó en su época de oro a España por ejemplo, Córdoba, Granada, Sevilla. ¿Será que esos musulmanes eran distintos de los de ahora? Los fanáticos chiítas de Irán, que la verdad es que ni siquiera árabes son, sino persas maniqueos, que es el nombre que recibe la religión fundada por el sabio persa Mani, quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la humanidad. El maniqueísmo se concibe desde sus orígenes como la fe definitiva, ya que pretende invalidar a todas las demás. Han sido ellos los que desde ya hace un tiempo obligan a que una mujer caminando en la calle esconda su cabello,  que no muestre brazos, piernas, y que si no respeta estas leyes, deberá ser apedreada en público. ¿Y por qué?  Pues porque, según dicen ellos, los cabellos de una mujer inducen al hombre hacia la tentación y deben ser ocultados. Una religión que prohíbe tantas cosas, y que ha originado mujeres aburridas cubiertas de velos y trapos, en un vulgar alarde de repugnante castidad. Hombres que con una mano matan y con la otra sostienen un vaso de whiskey inglés, para seguir emborrachándose y gozar la vida a la Occidental. Son tan tontos que no sólo se privan de los pocos placeres que tenemos en esta corta vida, sino que pretenden una doctrina moral que no pasa de ser una miserable manifestación de sádica impotencia. Como lo sucedido en Sri Lanka.


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