Enlace Judío México e Israel.- El 5 de mayo de 1949, el Comité Político Ad Hoc de la Asamblea General de las Naciones Unidas se reunió para escuchar las palabras del enviado de Israel, Abba Eban. Ninguna otra nación debió alegar a favor de su ingreso a la ONU, sólo al Estado judío se le impuso esa condición. Fue forzada por las naciones árabes derrotadas en una guerra que ellas habían iniciado colectivamente contra el país naciente. Buscaban aniquilar diplomáticamente a Israel, habiendo fracasado en hacerlo militarmente en el campo de batalla.

JULIÁN SCHVINDLERMAN

Afortunadamente para Israel, el hombre encargado de alegar a su favor en la ONU era el políticamente sofisticado, académicamente pulido e intelectualmente dotado Abba Eban. Oriundo de Sudáfrica, había sido profesor de literatura árabe, persa y hebrea en la Universidad de Cambridge, oficial del ejército británico en Palestina y activista sionista global. Apoyando el obstruccionismo de los países árabes, Gran Bretaña sugirió que la admisión de Israel a la ONU estuviese condicionada a la resolución del status de Jerusalén y la situación de los refugiados palestinos. En su discurso, Eban hizo una encendida defensa del derecho de Israel a ser aceptada como un par entre las naciones y denunció la politización indebida del caso.

“Rara vez en la historia, un pueblo tan pequeño en todos los atributos del poder físico superó tantas pruebas y adversidades en su camino hacia la independencia. Ha surgido del peligro mortal hacia la clara perspectiva de la supervivencia “, señaló.

“La imaginación y el sentimiento del mundo se vieron profundamente impresionados por el espectáculo de la rápida consolidación de Israel. Israel ya ha obtenido el reconocimiento de una mayoría abrumadora de otros estados, en los cinco continentes, en el Viejo Mundo y en el Nuevo” dijo Eban, y subrayó el carácter democrático del nuevo país: “Ha llevado a cabo la única elección democrática con plena participación popular que esta parte del Cercano Oriente ha visto durante varios años. Se ha establecido una legislatura basada en el sufragio popular. Ha formado un gobierno dedicado a los principios de la democracia parlamentaria y la reforma social”. También notó la elección como jefe del Estado de David Ben Gurión, “el ciudadano más respetado y venerado”, para simbolizar “tanto la preocupación de Israel por el prestigio internacional como su visión del humanismo científico”.

Eban destacó la atención desproporcionada que la postulación había suscitado. “No menos de ochenta y nueve reuniones del Consejo de Seguridad se dedicaron a la cuestión de Palestina; y al final de esta minuciosa investigación sin precedentes, el Consejo de Seguridad decidió que ´a su juicio, Israel es un Estado amante de la paz, capaz y dispuesto a cumplir con sus obligaciones en virtud de la Carta´”. Sin embargo, se le exigía a Israel el abordaje de dos asuntos resultantes del conflicto, algo que no se le había exigido ningún otro estado postulante, y citó a colación los casos de Pakistán y Yemen. “Cuando finalmente se llegó a la etapa de discusión del comité, el representante de Pakistán no fue interrogado sobre sus intenciones con respecto a Cachemira. No se le pidió que explicara las intenciones de su país con respecto a los once millones de refugiados que quedaron sin hogar a través del establecimiento de su Estado. En la misma ocasión, cuando la Primera Comisión examinó la solicitud de membresía de Yemen para ser miembro de las Naciones Unidas, no se discutió si una política de esclavitud organizada patrocinada oficialmente se ajustaba a los requisitos de la Carta sobre derechos humanos fundamentales”.

Eban buscó echar claridad sobre el propósito de ese encuentro. “No estamos aquí, entiendo, para encontrar soluciones a los problemas de Jerusalén o de los refugiados árabes. Esa tarea ha sido asignada a la Comisión de Conciliación con la que mi Gobierno está en contacto más cercano y con mayor formato en este momento. Una pregunta y una pregunta solamente es relevante: ¿es elegible Israel para ser miembro en el sentido del Artículo 4 de la Carta?”. Concluyendo, Eban comparó la situación de su país con la de un hombre atacado por siete pandilleros en una calle oscura que luego es arrastrado a la corte y encuentra a sus agresores sentados en el banco para juzgarlo. Una vez más, instó al comité a considerar favorablemente la solicitud de membresía de Israel.

Para entonces, Eban había disertando largamente. En algún momento anterior, el Comité Ad hoc hizo una pausa, debatió si proseguir con la sesión o interrumpirla para ir almorzar, y optó por permanecer en el recinto. Pero en este punto, tras dos horas y media de estar escuchando al enviado israelí, el presidente del comité cerró el encuentro con fina ironía: agradeció al orador “por su resistencia” y sugirió que el comité “solicite la admisión al restaurante”. Seis días después, la Asamblea General votó a favor del ingreso de Israel a la ONU.

Claramente, hubo otras razones por las cuales Israel fue admitido en la ONU. Pero no es menos cierto que la nobleza, la pasión, la brillantez y la gracia de la oratoria de Abba Eban contribuyeron decididamente a ello.

 

 

Fuente: The Algemeiner