Enlace Judío México e Israel.- Para el judaísmo de hoy, una de las lecciones más importantes que podemos aprender de Sarah Schenirer es cómo equilibrar con éxito la tradición y la innovación.

MARCOS GOJMAN

Sarah Schenirer (1883-1935) nació y murió en Cracovia, Polonia, donde creció en el seno de una familia jasídica. Asistió a la escuela hasta los trece años, pero no pudo continuar porque su familia no tenía los medios económicos. Schenirer aprendió a ser costurera y continuó su educación secular con lecturas y pláticas. También fue autodidacta en el tema judío, especialmente leyendo el Tze’na Urena, una traducción en idish del Jumash y el compendio Jok L’Yisrael.

El profesor Shaul Stampfer dice: “En aquellos tiempos, en las comunidades ortodoxas en Europa del Este, se consideraba que la educación judía formal para las niñas era innecesaria, inapropiada e incluso prohibida por la ley judía. Para la mayoría de las niñas, la educación judía tenía lugar en el hogar. Enseñadas por miembros de la familia o tutores privados, su educación consistía en alfabetización básica en idish y suficiente hebreo para poder leer un sidur. Cualquier otra cosa que una niña necesitara saber, podría aprenderlo observando a su madre en el hogar.”

Con una educación obligatoria, cada vez más niños judíos comenzaron a asistir a escuelas públicas seculares. Y eran más las niñas que los niños los que asistían a esas escuelas. Como resultado de su exposición al aprendizaje secular, las niñas experimentaron una gran disparidad entre sus estudios seculares y su entrenamiento informal en las leyes y tradiciones judías. Como nunca se les enseñó formalmente su herencia judía, veían la religión como algo arcaico y un obstáculo para crecer en lo intelectual. La asimilación, los matrimonios mixtos y la conversión se hicieron rampantes.

Algunos rabinos culparon de esto a la falta de una educación judía significativa para las niñas, pero el liderazgo de la comunidad se mantuvo firme en su postura. Sarah Schenirer estaba consciente del problema y de su posible solución, pero fue hasta años después, al huir a Viena durante la Primera Guerra Mundial, que se vio expuesta e impactada por el pensamiento neo-ortodoxo del rabino Samson Raphael Hirsch. Las obras de Hirsch no estaban disponibles en Polonia. Ella pensó que, si solo pudiera transmitirles esas ideas, las mujeres judías se reconectarían con su religión.

Al regresar a Polonia, decidió enseñar lo que había aprendido. Después de fracasar en su primer intento de formar una escuela para mujeres y niñas mayores, Schenirer decidió que mejor sería comenzar con niñas pequeñas. Logró que el Belzer Rebbe respondiera a su propuesta con una frase: “berajá be hatzlajá” (bendición y éxito). Otros prominentes rabinos también la apoyaron, especialmente el Jofetz Jaim. Sarah Schenirer vio chicas desconectadas y alienadas. Y su solución fue: educar y empoderar. En 1917, con 25 niñas de nivel primario, fundó el primer “Bais Yaakov”. Para 1935, Bais Yaakov tenía 35,000 alumnas y 248 escuelas.

Para el judaísmo de hoy, una de las lecciones más importantes que podemos aprender de Sarah Schenirer es cómo equilibrar con éxito la tradición y la innovación. Por un lado, Sarah Schenirer reconectó a las mujeres con el pasado y la tradición. Por el otro, Sara Schenirer se dedicó a reestablecer la tradición de una manera muy moderna y creativa. Ella desafió costumbre tras costumbre en una sociedad altamente conservadora. Ella llamó al cambio a una cultura que estaba contra el cambio. Sarah Schenirer fue una costurera tradicional y revolucionaria a la vez.

 

 

Bibliografía: Artículos de Leslie Ginsparg Klein, Asaf Kaniel y otras fuentes.

 

Fuente: alreguelajat.com