Enlace Judío México e Israel.- El 28 de Iyar celebramos Yom Yerushalayim, el día que Jerusalén, luego de 1899 años, regresó a nuestras manos. Este año, 2019, marca el 52 aniversario de este glorioso día.

RABBI YOSEF BITTON

Como lo estuvimos explicando la semana pasada, los eventos que tuvieron lugar en la guerra de los Seis Días deben ser vistos como milagros de proporciones Bíblicas. Uno de estos hechos providenciales fue que, contra toda lógica, el rey Hussein de Jordania decidió unirse a Egipto en la guerra contra Israel. Durante el Día Uno de la guerra, 26 de Iyar por la mañana, Israel ya había destruido 3/4 partes de los aviones de guerra Egipcios y había dejado fuera de operación todos sus aeropuertos y bases militares. Y milagrosamente la fuerza aérea de Israel quedó prácticamente intacta. Israel le solicitó al rey Hussein no intervenir: y le aseguró que si Jordania no atacaba, Israel no atacaría a Jordania.

Pero contra toda lógica militar y política esa mañana, alrededor de las 9:30, Jordania comenzó su ataque contra la parte Oeste de Jerusalén, donde vivían los judíos. Aclaremos que en ese entonces Jerusalén estaba dividida. La parte Oeste pertenencia a los judíos y la parte Este, incluyendo la Ciudad Vieja, el Muro de los Lamentos, etc. le pertenecía a Jordania. Y a los judíos les estaba prohibido el acceso a la ciudad vieja y al Muro de los Lamentos, el Kotel Hamaaraví.

MANTENER LA CALMA

La reacción de Israel al ataque jordano fue, al principio, muy moderada… Israel estuvo dispuesta a tolerar estos ataques, razonando que solo se trataba de una demostración simbólica de fuerza para ayudar moralmente a los egipcios. Pero el ataque de Jordania se hizo más intenso. La fuerza aérea jordana bombardeó a la población civil, escuelas y hasta el hospital Hadasa. Los comandantes del ejército israelí que no querían escalar la situación no tuvieron otro remedio que reaccionar para defenderse. En las primeras horas de la tarde las bases aéreas militares de Jordania fueron destruidas y todos los aviones jordanos quedaron inoperables. Una vez terminado el problema de los aviones lo que le quedaba a Israel era enfrentarse a Jordania en tierra. Esto era muy peligroso porque a diferencia del ejército egipcio, los jordanos estaban muy cerca y les era fácil acceder y aprovisionarse. Pero gracias al inesperado y milagroso bajísimo costo de las operaciones contra los aeropuertos militares egipcios, Israel pudo re-asignar 3 brigadas de paracaidistas para defender Jerusalén. Insisto en usar la palabra «defender» porque en ese momento todo el mundo rezaba por el milagro de sobrevivir el ataque concertado de 4 países árabes. NADIE en su sano juicio podía imaginar o soñar con conquistar territorio enemigo, y mucho menos la ciudad vieja de Jerusalén…

DE LA DEFENSA AL ATAQUE

La batalla más sangrienta de la guerra de los Seis Días fue también la batalla más dura en la historia del conflicto Árabe Israelí. Esta batalla tuvo lugar el DIA DOS de la guerra de los Seis Días, en Giba’t Ha Tajmoshet (Ammunition Hill). Duró varias horas y cobró numerosas vidas. Pero Israel obtuvo la victoria. Parte de la razón por la que esta batalla resultó tan difícil fue que el ejército de Israel no usó el apoyo aéreo para no causar bajas civiles y no destruir las múltiples estructuras religiosas que abundan en Jerusalén. Al otro día, el TERCER DIA de la guerra, el 28 de Iyar, la situación se revirtió 180 grados. Israel pasó a la ofensiva. Levy Eshkol autorizó el ingreso de las tropas Jerusalén Oriental pero se apuró a aclarar: “Vamos a avanzar hacia la ciudad vieja pero una vez que termine la guerra debemos abandonar Jerusalén”. Era como si los líderes militares y políticos de Israel tuvieran miedo de triunfar. O vergüenza. “El mundo”, decían los líderes, “particularmente el Vaticano, no permitirá que los judíos custodiemos los lugares santos de los cristianos”. Los judíos que cargábamos en nuestras espaldas 20 siglos de persecución y humillación no estábamos preparados mentalmente para recuperar Jerusalén. No estaba en los planes de nadie. Sólo en los planes Divinos. Todo lo que aspirábamos antes de esta guerra era sobrevivir.

UN REGALO DEL CIELO

Entonces sucedió lo completamente impensado y no planeado: los soldados de Israel entraron a la Ciudad Vieja y la conquistaron casi sin resistencia de los jordanos. A las 10:00 de la mañana la batalla por Jerusalén ya había sido ganada. El comandante Mordejai Gur repitió dos veces las icónicas palabras que se hicieron historia: HAR HABAYIT BEYADENU, HAR HABAYIT BEYADENU. «El Monte del templo está en nuestras manos. Pero, ¿cómo se explica que Hussein cometió ese enorme error de juicio e ingresó a una guerra que ya estaba perdida? Cuando nos relata acerca de la salida de Egipto, la Torá dice que Hashem intervino numerosas veces en «el corazón» (esto es, «la mente») del Faraón. Dios endureció el corazón del Faraón y el rey de Egipto tomó decisiones ilógicas, que terminaron perjudicando su meta, eliminar a los judíos, y protegiendo a Israel. Creo que esta debería ser también la interpretación judía acerca de lo que pasó con el rey de Jordania cuando decidió atacar a Israel. Israel solo quería sobrevivir, y terminó ¡conquistando Jerusalén! Si el rey jordano no hubiera decidido salir a la guerra contra Israel, en teoría, la ciudad vieja, el muro de los lamentos y todo Jerusalén Oriental estaría todavía en manos de Jordania.

¿UN ERROR IMPERDONABLE?

Pero en la confusión del inesperado triunfo, creo que cometimos un gran error. Los jordanos ya habían capitulado, se habían retirado vencidos y el gobernador jordano de Jerusalén les entregó las llaves de la ciudad vieja a los judíos. Esto incluía el acceso al Monte del Templo, el sitio del Bet Hamikdash, «el lugar más Santo de la Tierra Santa» para los Yehudim. Esto era bien sabido por los jordanos, que en ese momento se resignaban a que allí los judíos reconstruirán su Gran Templo. Durante casi 200m años estuvimos rezando por recuperar nuestro Templo, y ahora Hashem nos lo entregaba en nuestras manos. Pero, inexplicablemente, en lugar de instalarse en el Monte del Templo, Har Habayit y rezar allí, los Yehudim, incluso los rabinos, corrieron todos instintivamente a rezar ¡al Muro de los Lamentos! Esa ruina del Gran Templo que había quedado en pie por 20 siglos.

¿Por qué desaprovechamos esa oportunidad? ¿Fue un error humano? ¿Una subestimación de la importancia del Bet Hamikdash de parte de los generales que en su mayoría eran laicos? O quizás todavía no era el momento de tener el Bet Hamikdash, y Hashem intervino en el juicio de nuestros líderes y no les permitió ver la oportunidad de recuperar nuestro Bet Hamikdash….

Es posible que desde una perspectiva histórica aun sea muy pronto para saberlo…

Mientras tanto, los Yehudim de esta generación disfrutamos de un privilegio que nuestros antepasados ni siquiera pudieron haber soñado: tener nuevamente Yerushalayim, nuestra capital, la ciudad donde la tierra se encuentra con el cielo.

 

 

 

Fuente:halaja.org