Enlace Judío México e Israel.- Leemos en la Perashá Itró: “En el mes tercero (Siván) de la salida de los Hijos de Israel de la tierra de Egipto, en aquel día, llegaron al desierto de Sinay… Y acampó allá, (el pueblo de) Israel, frente al Monte (de Sinay) (Shemot XIX 1-2). Comentario de Rash”í: (Todos los integrantes del Am Israel estaban, en ese momento,) “Como una sola persona, con un solo corazón”.

RAB. DAVID ZAED

Se desprende de este comentario que, contrariamente a lo que se podría pensar que el Am Israel llegó a las faldas del Har Sinay para recibir la Torá, en realidad, Hashem le entregó la Torá a los Hijos de Israel porque se encontraban en Har Sinay.

En todo el tiempo que duró la travesía por el desierto, los Hijos de Israel no siempre estuvieron unidos. Tuvieron desavenencias, a veces hasta peleas… y solamente cuando estuvieron frente al Har Sinay, aunque podían tener diferencias de opiniones unos con otros, estaban unidos “como una sola persona, con un solo corazón”, como comenta Rash”í.

Cuando Hashem vio que entre todos los integrantes del Am Israel reinaba la unión y la hermandad, dijo: “¡Ahora les voy a entregar la Torá!” Porque de nada sirve la Torá en el Am Israel, cuando cada Yehudí no se siente hermanado con el otro, como si fuese la misma persona.

Ahora se entiende ese párrafo tradicional de “Dayenu”, que mencionamos en la Hagadá de Pésaj, cuando decimos: “Si (Hashem) nos hubiese permitido acercarnos al Har Sinay, pero no nos hubiese entregado la Torá, sería suficiente”. Cabe preguntar: ¿Para qué llegamos al Har Sinay, si no íbamos a recibir la Torá? La respuesta es: valió la pena ir al Har Sinay, aun sin haber recibido la Torá, sólo por el hecho de que allí nos sentimos todos “como una sola persona, con un solo corazón”.

El primer día del mes de Siván es, históricamente, el de la Unión del todo el Am Israel. Aprovechemos este día para estrechar lazos con todos los Yehudim, lejanos y cercanos, y quebrar las barreras que nos distancian. Este día, tomémonos de las manos, y pidámosle a Hashem de todo corazón, que nos mande la Gueulá Shelemá.

 

 

Fuente: Revista Jodesh Tob Siván