Enlace Judío México e Israel.- Desde finales de los noventas Egipto ha padecido recurrentemente de atentados terroristas de grupos radicales yihadistas, basados en la Península del Sinaí, porción de Egipto en el continente asiático con una extensión territorial de 60 mil km2. La mayor parte de Egipto se sitúa en el Norte de África, con una superficie que sobrepasa ligeramente un millón de km2, tiene una población total de 100 millones, de la cual 90.0% son musulmanes de la rama sunita; cabe hacer notar que los yihadistas radicales pertenecen tanto a la rama sunita como chiita.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

En este contexto, en el 2012 Mohamed Morsi, fue elegido democráticamente como presidente de Egipto – Morsi pertenecía a la Hermandad Musulmana (fundada en 1928), grupo religioso y político que se basa en la creencia de que el islam no solamente es una religión, sino una forma de vida que aboga por el alejamiento de la laicidad y por un regreso a las reglas del Corán como fundamento de la salud de las familias, comunidades y Estados.

Al principio de su mandato, Morsi obtuvo las simpatías de la población, empero, ya en el 2013 fue percibido como una “marioneta” de la Hermandad Musulmana y demostró ser incapaz de reestablecer la seguridad y de relanzar a una economía muy golpeada; de aquí que el 30 de julio del 2013, millones de egipcios reclamaron su remoción; ese día fue derrocado por Abdel Fatah al Sisi, hoy presidente de Egipto.

Morsi fue juzgado por traición y después de pasar 6 años en prisión y tras comparecer en un Tribunal del Cairo, la capital de Egipto, se desvaneció en una sesión de juicio y murió a los 67 años el pasado 17 de junio. Los simpatizantes del expresidente han expresado que este fue asesinado; en este sentido se prevé que la Hermandad Musulmana iniciará una campaña para desestabilizar al régimen de Alsisi. De aquí que las autoridades prohibieran que la familia de Morsi celebrara el funeral en la Provincia Oriental (Sharquial) donde nació.

Tras el golpe de Estado contra Morsi, se ha constituido en Egipto una tenaz insurgencia de carácter islamita capaz de golpear al Estado de forma continua, aunque no ha podido lograr control de ninguna parte del territorio egipcio y, no obstante, que el gobierno del presidente Alsisi, ha situado la lucha antiterrorista en el centro de su agenda política, no ha logrado minar la capacidad de los grupos insurgentes.

En el 2013 la Franja Norte de la Península del Sinaí acumulaba dos terceras partes de los ataques terroristas, ahora representan un tercio, en cambio el Área Metropolitana del Cairo se ha convertido en un foco importante de los actos terroristas. La mayoría de las víctimas han sido miembros de las fuerzas de seguridad, tanto agentes de policías como soldados; sin embargo, en el último lustro el sector turístico, uno de los puntales de la economía de Egipto se ha convertido en objetivo de los terroristas. Asimismo, los radicales yihadistas han realizado atentados a mezquitas, destacando el atentado a la de la localidad de Al Rauda en el Norte de la Península, en donde murieron 311 personas y más de 100 resultaran heridas.

Los islamistas radicales del Sinaí también realizan ataques a Israel; durante varios años cazas, drones y helicópteros israelíes sin ningún distintivo que los identifique, han llevado ataques en más de un centenar de bombardeos en territorio de Egipto con la aprobación de Alsisi.

Desde el final de la guerra en 2014 en Gaza, Hamás y la Yihad Islámica Palestina, ambos coinciden en su objetivo prioritario de desaparecer del mapa a Israel. Desde Gaza han lanzado miles de cohetes contra objetivos civiles israelíes que han provocado ataques aéreos israelíes de represalia; para Hamás y la Yihad Islámica Palestina consideran que las escaladas en los ataques sirven a sus intereses, ya que ayudan a demostrar su compromiso con la lucha contra Israel. La escalada le permite presumir de sus capacidades militares, movilizar a la población para luchar contra el sionismo, distraerla de sus miserias diarias y obtener asistencia económica de Qatar, mientras que culpan al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, por las dificultades en Gaza y presionan a la Autoridad Palestina, Egipto, Qatar e Israel para mejorar las condiciones de vida en Gaza.

Las continuas ondas de conflictos plantean dudas sobre la capacidad de Hamás para cumplir sus objetivos. Sin embargo, hasta ahora Hamás ha podido restaurar la disciplina y la moderación. El problema fundamental es que la población de Gaza está compuesta principalmente por descendientes de refugiados palestinos que han sido adoctrinados por su liderazgo para creer que están obligados a luchar contra el sionismo hasta que puedan regresar a sus hogares ancestrales en Israel. Esta narrativa perpetúa el conflicto y hace casi imposible una solución política.

Israel está dispuesto a suavizar algunas limitaciones en la actividad económica de Gaza y facilitar el proceso de inversión en su infraestructura. Egipto aún vigila de cerca a Gaza, lo que permite el movimiento limitado de los palestinos de Gaza al territorio egipcio y viceversa. Hamás, por otro lado, sigue completamente decidido a continuar los disturbios a lo largo de la Valla de Gaza. A la vez Qatar se muestra renuente a afrontar algunos de los proyectos de ley necesarios para ayudar a los gazaties. Igualmente, Abbas se mantiene firme en su negativa de suministrar fondos de la Autoridad Palestina a Hamás. Resulta lamentable la destrucción de la infraestructura de ambos lados de la frontera, y aún más la pérdida de vidas. Los palestinos desean y merecen una vida mejor; ellos y sus líderes, sobretodo estos últimos no consideran que el objetivo contra Israel es más importante que la lucha.

La estrategia de las escaladas bélicas de Hamás está colmando la paciencia de los israelíes que viven en la periferia de la frontera de Gaza, ellos y en general la población de Israel, están demandando frenar de tajo los actos terroristas. No solo se trata de debilitar a Hamás para impedir que lance ataques contra Israel.

En este sentido, la estrategia de Israel está supeditada a la coordinación con Egipto, ya que comparte una frontera con Gaza y adicionalmente le interesa la represión de fuerzas radicales en Gaza para evitar que se fortalezcan elementos yihadistas en el resto de Egipto. Por lo demás, hay que tener presente que la Yihad Islámica Palestina no es controlada por Hamás; varios ataques recientes hacia Israel indican que son de su iniciativa, no de Hamás. Israel precisa evaluar su estrategia militar contra Hamás, quizá requiera eliminar a sus líderes que son un obstáculo para que los gazaties mejoren su nivel de vida y para alcanzar una solución política efectiva con Israel.

 

 

 

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