Enlace Judío México e Israel.- Se cumplen 40 años del estreno en España de ‘Holocausto’, serie sobre el genocidio judío cuya emisión se retrasó al existir dudas sobre su veracidad entre directivos de la cadena.

FRANCISCO ANDRÉS GALLARDO

Valga este ejemplo de las carteleras españolas. Lo que debió titularse escuetamente, como en el resto del mundo, El juicio de Nuremberg, la película en cuestión protagonizada por Spencer Tracy en 1961 se tituló ¿Vencedores o vencidos? Con su interrogación y todo. Dejando en el aire cierta duda sobre si la inhumanidad ejercida por los alemanes y sus satélites fue cierta o era una exageración.

Y esta película no se emitió en TVE hasta 1984. El diario de Ana Frank (1959), hasta 1986; Ser o no ser hasta 1988; o Esta tierra es mía, hasta 1981. En los años 70, y tras la muerte de un dictador aupado por el propio Adolf Hitler, en España aún se debatía sobre la autenticidad del exterminio judío, con encendidas susceptibilidades entre quienes habían sido leales defensores del franquismo.

La dirección de la TVE de UCD en 1979 no terminaba de decidirse por la emisión de la serie Holocausto, producción estadounidense del canal NBC que por primera vez llevaba a la televisión la represión nazi y sus asesinatos masivos. Ya en 1978 en la excelente serie documental británica El Mundo en guerra (un acontecimiento, pese a su difícil horario en la tarde de los viernes de la Primera Cadena) el doblaje español, pronunciado por voces de los informativos de TVE, suavizaba la cuestión hablando de “pormenores nazis”. Se llegó a cancelar incluso el episodio dedicado a los campos de exterminio. En el video, uno de los pocos capítulos que se pueden consultar en internet con el doblaje original de la cadena pública española.

Durante los primeros 23 años de historia de la cadena pública, entre 1956 y 1979, entrada la transición, la figura de Adolf Hitler fue tratada con incómoda delicadeza, obviándose en todo lo posible, reduciendo los reportajes sobre la contienda mundial a una narración de tintes deportivos (el pacifismo incluso estaba mal visto) y prohibiendo las películas que fueran una afrenta hacia el III Reich o al menos hacia sus dirigentes.

El término “fascista” estaba vetado, cortándose cualquier alusión en las películas, como sucedía por mor de la censura con los besos prolongados, los destapes o cualquier gesto insinuante.

El informador de TV del periódico El País, José Ramón Pérez Ornia, reiteraba que el responsable de programación foránea de TVE en 1978, Eduardo Autrán Arias-Salgado, tenía sus dudas sobre el relato de Holocausto y por eso la cadena española fue la última de su entorno en programar esta ficción histórica que causó un impacto sin igual en la sociedad alemana de 1979.

La vergüenza en Alemania

Un 70% de la población de la RFA en enero del 79 siguió los seis capítulos de Holocausto, entre la estupefacción general e indignación hacia sus mayores. Se pasó por el tercer canal y hubo sabotajes filonazis contra repetidores de televisión mientras la población no salía de su sorpresa por la ocultación y eufemismos de los crímenes durante tanto tiempo, por la siniestra complicidad de millones de sus paisanos. Un apocalipsis global que había acaecido tan sólo 40 años antes.

En Portugal, también marcada por la dictadura, se ofreció Holocausto por el segundo canal que apenas se captaba más allá de Lisboa y Oporto. Y la televisión pública del Chile de Pinochet compró esta serie. Sí, pero para no emitirla. Se estrenó en 1990, después de la derrota electoral del militar.

En la RAI italiana Holocausto se estrenó tarde, en mayo del 79, y en TVE ya se vieron acorralados para aceptar su emisión, justificando el retraso por la dureza de sus imágenes. Fernando Arias-Salgado (primo del directivo censor) era el director general de una RTVE que por entonces se enfrentaba a la redacción de su estatuto para adaptarse al sistema constitucional y de libertades.

La serie de los judíos perseguidos llegaba en el contexto de otras superproducciones de temas espinosos que habían despertado intensos debates sociales en Estados Unidos. Una vertiente de la influencia de la pantalla de casa confirmada por Raíces, sobre la esclavitud y emitida por la ABC, que impresionó a los estadounidenses de 1977 y en pocos meses a todo el planeta. Tras admitir el horror contra la población afroamericana existía una deuda pendiente con los judíos. A través de otra novela sobre una saga familiar, como sucedía con la del descendiente de Kunta Kinte, de Alex Haley, Holocausto también tomaba el eje de una familia, los Weiss, a través de parientes del autor del best seller, Gerald Green.

En su reparto, una joven Meryl Streep (cumplía ayer 70 años), tras la película El cazador, en el papel de la sufrida esposa católica de un pintor judío encarnado por otra estrella en ciernes, James Woods.

El melodrama dominaba sobre las escenas de violencia explícita. En Raíces y Holocausto un espectador contemporáneo no encontraría la crudeza excesiva de quienes la vieron en los estrenos. En el caso de la ficción ambientada en la Segunda Guerra Mundial aparecían agresiones, fusilamientos, desnudos en las cámaras de gas. Sobrecogió. Pero en realismo está a bastante distancia de La lista de Schindler, estrenada trece años después.

Cómo se fue experimentando con las cámaras de gas (y las empresas alemanas que se lucraban con ellas), el enriquecimiento a costa del expolio contra los judíos o la resistencia del gueto de Varsovia habían estado hasta entonces inéditos en la televisión.

Y durante los años 60 y 70 la aniquilación planeada y perpetrada por el sistema de Hitler había quedado olvidada o difuminada. Incluso disculpada. Y no sólo en España y su cadena de televisión, sino en todo el bloque occidental, en plena Guerra Fría. De ahí el estupor entre los propios alemanes occidentales al contarles a la cara vergüenzas que estaban sin cicatrizar. En Alemania la serie adquirió un título ambiguo: Catástrofe.

Debate para analizar ‘Holocausto’

El mundo en guerra, ofrecida en el Reino Unido en 1974 y emitida con censura en TVE en 1978; y Holocausto, estrenada en la Primera Cadena en la noche del viernes 22 de junio del 79, pusieron sobre la mesa la tragedia bélica más allá de los combates y destaparon los indiscriminados crímenes contra la población civil, lo que también venía a mover la memoria histórica sobre nuestra guerra y posguerra.

TVE la emitió como en Estados Unidos y Alemania: en franja diaria nocturna (las incómodas Raíces y Yo, Claudio en meses atrás se programaron una noche a la semana, los domingos). Con el ritmo diario se fidelizaba más a la audiencia (con el formato denominado Grandes relatos). Pero de paso también se aliviaba el ‘problema’ con celeridad:en una semana.

Para dar empaque a un estreno que se había postergado sin justificación la serie se abrió y cerró con sendos debates del equipo del programa de la Segunda Cadena Tribuna de la Historia, conducido por un rostro de la divulgación de la cadena, José Antonio Silva.

Los participantes en el coloquio fueron un antiguo prisionero de Treblinka, Joaquín García Ribes; el historiador alemán Hans Jurgen Pulile; y tres prestigiosos analistas como el historiador Javier Tusell, el filósofo Julián Marías y el psicólogo José Luis Pinillos. Cuarenta años después es una mesa impensable para el horario nocturno de la televisión actual.

La 1 de nuestros tiempos ofrece a esa hora contenidos insustanciales como TVemos junto a películas como Acorralado.

Con los debates de Tribuna de la Historia, a imitación de lo que habían hecho otras cadenas europeas, se disipaba cualquier intención amarillista sobre la programación de Holocausto y TVE compensaba tantas omisiones y disfraces durante tres décadas en torno al nazismo y sus líderes.

Sí, con la emisión de Holocausto hace 40 años vino a colocarse otro hito en la rehabilitación democrática.

La audiencia española se aproximó así a las discriminaciones sufridas en la Alemania de los años 30, las injusticias y la falta de humanidad frente al ascenso de los próximos de un régimen de raíces similares sobre el que se sostuvo Franco y su élite.

La programación de Holocausto llegó a ser entendida como una provocación por más de un nostálgico. España había cambiado. Lo tenía que demostrar.

Y TVE, aunque fuera a rastras, se sumó a ser más justa con el pasado y a poner el fascismo en su sitio.

 

 

 

Fuente: diariodesevilla.es