Enlace Judío México e Israel.- El Ayuno del 17 de Tamuz está casi sobre nosotros. (Domingo 21 de julio Β’H ) Debemos recordar aquellos eventos y circunstancias que llevaron a nuestro presente exilio, sin Bet Hamikdash, el Templo Sagrado de Yerushalaim, para servir como nuestro Centro Espiritual. Se supone que debemos tomar de corazón las lecciones que hemos aprendido de nuestro largo y doloroso exilio, y mejorar nuestra relación con nuestro prójimo y con Hashem.

RAB. DAVID ZAED

Es difícil, en estos tiempos, encontrar un rayo de luz en la nube en la que estamos envueltos actualmente. Sin embargo, nuestros Jajamim declararon explícitamente: “Todos los que lloran la destrucción de Yerushalaim merecen verla en su alegría” (M. Taanit 30-2). Estamos seguros de que, si apreciamos debidamente la enormidad de nuestra pérdida, seremos meritorios para compartir la alegría de ver a Yerushalaim restablecida en toda su gloria. Los Jajamim analizan la interesante sintaxis de la frase mencionada. En la Guemará no está escrito que “los que lloran merecerán verla en su alegría”, en el tiempo futuro; sino que “merecen verla en su alegría”, en tiempo presente. ¿Cómo es que actualmente podemos ver la alegría de una Yerushalaim reestablecida en estos tiempos de exilio y destierro?

En el Midrash (Bereshit Rabá 84:21) se relatan los pormenores del episodio de la venta de Yosef como esclavo, por sus hermanos. Los hermanos, que no querían revelar que habían vendido a Yosef, le dieron a entender a su padre Yaakob que “un animal había atacado a Yosef”. Yaakov estaba abrumado por la pérdida de su hijo más querido. La Torá cuenta que, por más que la gente trató de consolar a Yaakov por la pérdida de su hijo, “se negó a ser consolado” (ver en Bereshit Cap. XXXVII).

En relación con esta incapacidad de ser consolado, el Midrash lo relaciona con la pregunta que le hizo una matrona (que sabía mucho sobre la Torá) a Rabí Yosí: “Si está escrito en la Torá que Yehudá “se consoló” por el fallecimiento de su esposa, entonces, ¿por qué Yaakov “no se consoló” por Yosef? Yehudá era el líder de sus hermanos, y su conducta, el ejemplo a seguir para todos los demás. Pero Yaakov era su padre, y fue él quien le indicó el camino a su hijo. ¿Cómo es posible que los dos reaccionaran de manera diferente? Uno se consoló, y el otro, no.

La respuesta, dijo Rabí Yosí, es que “una persona se consuela, por un fallecido, pero no se consuela por un vivo”. Rabí Yosí interpretó que “el consuelo” es algo así como una resignación a lo inevitable, y a lo que no se puede arreglar, como un fallecimiento. Cuando una persona pierde físicamente a un ser querido porque falleció, Bar Minán, se sume en la desesperanza, porque ya no hay nada que hacer, y por eso acepta el consuelo. No sucede lo mismo cuando un ser querido vive, en cualquiera de sus situaciones. No se acepta el consuelo, porque no hay resignación. Sí puede haber dolor, angustia, pero hay una luz de esperanza, que mantiene viva la ilusión.

Yehudá “se consoló”, porque su esposa había fallecido, y él tenía la certeza de eso. Yaakov Abinu “se negó a consolarse”, porque no estaba seguro de que su hijo Yosef había muerto. Es más: tenía la esperanza de verlo vivo nuevamente, lo que al final sucedió.

Desde el Ayuno del Diecisiete de Tamuz, hasta “Tishá Beav”, son “Días de Duelo y Recogimiento”, como figura en nuestros Libros Sagrados.

Estos “Días de Duelo” son como los que manifestó Yaakov Abinu, que nunca perdió la esperanza de ver a su hijo nuevamente. Rajel Imenu llora por sus hijos, y “se niega a consolarse”, como está escrito en el Nabí. Leemos en la Meguilat Ejá: “(La ciudad de Yerushalaim) Llorar Llora, en la noche, y su lágrima está permanentemente en su mejilla… No hay quien la consuele…”.

En estos días, nos abstendremos de muchas cosas placenteras. Ayunaremos, nos lamentaremos y lloraremos. Pero no queremos recibir consuelo.

Porque en nuestros corazones sabemos que el Bet Hamikdash ahí está, a la espera de que lo reconstruyamos con nuestras propias manos.

Porque sabemos fehacientemente que la Palabra de Hashem, de que nos va a traer la Gueulá, se va a cumplir.
Porque el Mashíaj está vivo. Está esperando detrás de la puerta, para que nosotros le abramos y lo recibamos.

Que sea pronto, en nuestros días,

¡Amén!

 

 

Fuente: Revista Jodesh Tob Elul