Enlace Judío México – Uno de los principales elementos de jasidismo es la importancia que da a la plegaria y la sinceridad del corazón en ella. Las siguientes parábolas jasídicas recopiladas por Martín Buber nos enseñan la forma correcta de rezar y para que D-os escuche nuestros rezos. Esperamos les guste.

Entre el rezo y la comida

Pregunta: “Y servirán al Señor tu D-os, y Él santificará tu pan” ¿Por qué el versículo dice primero “servirán” y después “tu” pan?

Respuesta: Servir significa rezar. Cuando el hombre reza, incluso cuando lo hace solo en su cuarto, primero se une a la comunidad de Israel dentro de su rezo; por eso en cualquier plegaria bien hecha, es en realidad la comunidad quien está rezando. Pero cuando uno come, incluso si es en una mesa llena de personas, cada hombre come para sí mismo.

Nota: El versículo sobre el cual se basa la parábola se recita en el rezo de después de las comidas

La importancia de la sinceridad en el llanto

Comulgar con tu Creador en soledad y silencio, recitar salmos y rezarle – es correcto hacerlo con llanto en los ojos si se hace con el corazón completo, si la persona llora frente a D-os como un niño llora frente a su padre. Pero llorar premeditadamente en medio de la plegaria – ¡eso es indigno!

El que lo hace ya no puede decir lo que hubiera dicho con un corazón puro, y el llanto que es genuino y abundante no lo afecta. Incluso los pensamientos que se tienen sobre la plegaria son como “pensamientos extraños” que impiden al alma de unirse completamente a Dios. Hay gente que musita palabras de oración con un fervor verdadero, para que las palabras resplandezcan como gemas, por sí mismas. Sin embargo, también hay gente cuyas palabras no son más que una ventana sin luz propia, que deja entrar el fulgor externo, y por eso mismo refulgen.

Altar que no es de piedra

Está escrito: “Un altar de tierra harás para Mí… y si me haces un altar de piedra, no las labres de cantería, porque si alzas tu herramienta sobre él, lo habrás profanado.

El altar de tierra es un altar de silencio, que agrada a Dios más que cualquier otra cosa. Pero si hicieras un altar de palabras, no las labres, no las cinceles, por tal artificio lo habrás profanado.

Fuente: Ten Rungs