Enlace Judío México e Israel – Comienzan a surgir grietas en la alianza regional que Estados Unidos esperaba aprovechar contra Irán. En la medida en que sea posible hablar de una política coherente de Trump, el presidente estadounidense parece estar siguiendo una línea bastante clara sobre la cuestión iraní.

AMOS HAREL

En mayo de 2018, EE.UU. se retiró del acuerdo nuclear, después de haberlo atacado constantemente desde que se firmó. Luego aumentó la presión de las sanciones económicas sobre Teherán, amenazando con tomar medidas contra las empresas internacionales que comercian con Irán (y, en consecuencia, muchas de ellas habían dejado de hacerlo). Desde el punto de vista de Trump, el objetivo de este movimiento era llevar a los iraníes a las negociaciones y obligarlos a aceptar un nuevo acuerdo más exigente.

Mientras tanto, Irán ha sido inflexible. Está respondiendo con una presión controlada mediante ataques a los intereses de la industria petrolera en el Golfo, y ocasionalmente a los activos estadounidenses. Aunque funcionarios cercanos a Trump (en particular, el asesor de Seguridad Nacional John Bolton) apoyan la imposición de un cambio de régimen en Teherán, algo que podría conducir a una guerra, esta no es la línea adoptada por el propio presidente. Trump también se abstuvo de una respuesta militar al derribo del dron estadounidense por parte de Irán hace dos meses.

Al parecer, la moderación estadounidense está llevando a los Estados del Golfo a reconsiderar su política con respecto a Irán. Han habido varios indicios de esto, entre ellos un acuerdo inusual firmado por el comandante de la guardia costera de los Emiratos Árabes Unidos y su homólogo iraní durante una visita a Teherán. El acontecimiento más importante hasta la fecha es la decisión de los Emiratos de reducir (y quizás cesar por completo) su participación en los combates en Yemen, una guerra que ha generado muchas bajas y pocos logros.

Sin el apoyo militar de los Emiratos, parece que la ambición saudita de derrotar a los rebeldes hutíes fracasará de manera concluyente. El control militar de los rebeldes en la parte norte del país continuará. Desde la perspectiva de Israel, esta no es una buena noticia, ya que la presencia de huti en la región facilita a los iraníes el contrabando de armas a través del Mar Rojo. Uno de los destinos finales es Hamás en la Franja de Gaza. (Hace unas semanas, un palestino fue asesinado en Yemen, se cree que era un miembro de Hamás relacionado con el contrabando). Irán también es capaz de utilizar a los hutíes para amenazar la libertad de los buques civiles y de guerra israelíes a través del estrecho de Bab al Mandeb.

El apoyo iraní a los hutíes ha dado sus frutos: los yacimientos petroleros de Arabia Saudita y los Emiratos han sido atacados por drones y los aeropuertos saudíes han sido atacados por misiles Scud operados con la ayuda de Hezbolá.

El resultado aparente es que los Emiratos han abandonado la guerra en Yemen, el esfuerzo saudí ha fallado, Yemen sigue dividido y sumido en su miseria y los iraníes pueden anotar un logro considerable.

Estas son malas noticias para la alianza anti-iraní y posiblemente indican una tendencia que debería preocupar al presidente estadounidense y a su amigo cercano, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

Combatientes de una milicia conocida como el Cinturón de Seguridad, financiada y armada por los Emiratos Árabes Unidos, en la provincia de Dhale, Yemen, el 5 de agosto de 2019. Foto: Nariman El-Mofty / AP

Desde el principio, los movimientos contra Irán no fueron sencillos. Ahora parece que se están volviendo aún más complejos, y hay duda de si la estrategia de Trump tendrá éxito. El pesimismo está penetrando en Jerusalén, aunque no se haya dicho nada en público.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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