Enlace Judío México – Uno de los momentos más importantes de la semana es cuando llega la hora de hacer Havdalá. Este es un rezo con prácticas rituales a través del cual separamos el Shabat del resto de los días. Se hace en la noche del sábado cuando el día sagrado ha terminado y su realización representa el inicio de la semana y los días laborales; a partir de entonces es que uno puede empezar a hacer los trabajos prohibidos durante el Shabat.

Se hace por muchas razones, una de ellas es que al hacer Havdalá estamos extendiendo la santidad del Shabat al resto de la semana. Reconocemos que el mundo fue creado a través de un balance, que el Shabat está separado de los días laborales pero al mismo tiempo depende de ellos para existir, si no hubiera seis días de creación, no podría haber habido un descanso. La espiritualidad del mundo necesita del mundo material para manifestarse, al mismo tiempo el mundo material depende del mundo espiritual para existir y permanecer en el tiempo. En la Havdalá reconocemos ese balance. Dentro del texto que decimos se establece la separación que existe entre lo sagrado y lo común, la luz y la oscuridad, Israel y las naciones, los seis días de Creación y el Shabat. De esta forma sabemos que aunque son entidades que dentro del mundo existen separadas dependen una de la otra mutuamente, existen a través de la relación que establecen entre sí. Sin luz no habría oscuridad, sin los seis días de Creación no existiría el Shabat.

¿Cómo se hace el rito?

El rezo se hace sobre una copa de vino y durante él hacemos ciertas acciones que nos conectan con la realidad que nos rodea. Para ello necesitamos dos elementos básicos una vela de tres mechas que se mantiene prendida en el transcurso del rito y especies aromáticas que pueden ser de cualquier tipo.

Lo primero que se hace es la santificación del vino, el que dirige el rezo dice la bendición y el resto de los presentes contestan amén a su afirmación. Después se toman las especies y se huelen, uno debe disfrutar su aroma, posteriormente quien sostiene la vela la acerca a los presentes y todos miran la luz que irradia reflejarse en sus uñas. Este acto nos ayuda apreciar la luz de la cual estamos hablando, pero también a través del rito nos conecta con otra realidad espiritual; las uñas son el recuerdo de la piel que tenía Adán antes de pecar; al ver nuestras uñas no sólo pensamos en la luz de este mundo sino también en la luz espiritual que se reflejaba en su piel, la luz eterna que mantiene el mundo.

Finalmente como última acción el que dirige el rito dice las palabras que hablan sobre la separación de los elementos bebe poco más de la mitad de la copa de vino y con el líquido restante apaga la vela sumergiéndola en él. Es un momento bastante climático que nos ayuda a vivir los contrastes de los cuales el rezo habla. Al acabar, la sensación que el rito produce es de paz y de un nuevo comienzo, el estado de ánimo perfecto para despedir el Shabat y darle la bienvenida a la nueva semana.