Enlace Judío México – Uno de los momentos más importantes para la vida de un judío es cuando inicia los preparativos de su fiesta de Bar Mitzvá. Más allá de los regalos, el salón y las decenas de personas que estarán reunidas a su lado, lo que el joven judío celebra es que por fin ya tiene trece años, la edad necesaria para empezar a cumplir mitzvot (1). Eso quiere decir que ya es un individuo responsable, separado de la crianza de sus padres. Sin embargo, más importante aún que el día del cumpleaños son los preparativos previos a ese momento; puesto que durante un año el joven será iniciado por su padre o su rabino en lo que se conoce como el estudio de Torá.

Todas las semanas por al menos una vez en el día el niño se sentará con su padre a repasar el pasaje de Torá que leerá públicamente en el templo el día de su Bar Mitzvá. Cuando el momento llegue debe sabérselo de memoria, con suma precisión cada una de las palabras que el texto exige y lo entonará públicamente frente a la comunidad.

Esto es así porque antes de ese momento el niño y el padre habrán analizado juntos ya todos los aspectos que el pasaje puede enseñarnos y todas las formas en que puede ser leído. Habrán visto los comentarios de Rashi, de Rambán y de otros grandes sabios; habrán leído los midrashim (relatos exegeticos), revisado el Talmud, y buscado incansablemente respuestas a las preguntas que el texto presenta. Sobre todo habrán discutido larga e incansablemente las enseñanzas que esas letras juntas traen a sus vidas. Sin duda alguna habrá sido un camino largo y bello que habrán recorrido juntos.

Sin embargo, ¿Por qué es así?, ¿por qué este momento es tan significativo?, ¿por qué el centro de la fiesta es la lectura de la Torá? ¿Acaso no hay maneras más ligeras de celebrar? La respuesta es sencilla: el estudio cuidadoso y meticuloso de la Torá es lo que ha mantenido la identidad del pueblo judío hasta nuestros días. Es el estudio lo conecta la Torá que vivimos hoy en día con la Torá que fue dada a Moisés en el Sinaí. Es la exigencia más básica y fundamental que tiene D-os sobre notros. Puesto que es a través del estudio una de las forma más perfectas que tenemos de conocer a D-os. Sólo estudiando podemos establecer contacto con la realidad que nos rodea y la única forma de acercarnos a D-os es conociendo la realidad que Él creó para nosotros.

¿Por qué estudiar?

A diferencia de otras culturas y filosofías que perciben lo sagrado como algo separado de la realidad material, incomprensible e imperceptible para la razón humana, el judío cree que D-os se expresa en el mundo que Él mismo creó. No sólo está en la realidad que lo rodea, todo lo que existe para existir necesariamente tiene conexión con D-os, puesto que D-os es la fuente de la existencia y la fuente de la vida; de tal manera que el mundo no fue creado en un solo acto de extensión de Su parte sino que es creado de forma constante, presente y continua. Para conocer a D-os uno debe estar cerca de esa realidad. Sin embargo, por la naturaleza humana fácilmente uno puede separarse de ella. Lo cual representa una de las tragedias humanas más duras que un ser humano puede experimentar. Puesto que si se separa completamente de la realidad no puede conocer a D-os en la forma en que se le presenta.

No puede verlo, entenderlo, ni imitarlo, entre más separado esté de la realidad que lo rodea, más pierde la posibilidad de tener una relación con su Creador. Por eso, el mejor regalo que una persona puede tener es claridad sobre el funcionamiento natural de las cosas, sobre la dimensión y el actuar de la realidad. El estudio, es decir el análisis racional y meticuloso del mundo que nos rodea nos da esa claridad que buscamos. Pero para eso uno tiene que buscar y desear tener claridad y uno debe estudiar correctamente sin vicios. Puesto que el hombre naturalmente es muy dado a engañarse.

¿Qué es el estudio?

D-os al hacernos crecer en este mundo nos puso en una situación donde existen dos realidades una realidad interna y una realidad externa. Trágicamente vemos el mundo como queremos verlo. Un sólo suceso puede ser explicado de cien maneras distintas, todas coherentes y todas probables. Sin embargo, naturalmente escogemos la explicación que se adecua más a lo que queremos entender, no necesariamente a lo que es. Para poder ver la realidad como es y no como queremos que sea necesitamos querer ver la realidad tal cual es; y para ello necesitamos contrastar a través de la razón, la realidad interna en que vivimos, las explicaciones que nos damos del mundo que nos rodea, con la realidad externa, con cómo se presenta ese mundo frente a nosotros; y debemos hacer que ambas sean coherentes.

Eso es lo que uno hace cuando estudia meticulosamente un tema; contrasta la realidad interna con la realidad externa a través de preguntas. Entre más preguntas se hacen, más se contrastan las dos realidades y más caras se muestran de la cosa analizada. A través de las peguntas y la coherencia se puede descartar la falsedad y acercarse uno a la verdad, es decir a la realidad de lo que la cosa es. Al análisis meticuloso y el acto de preguntar incansablemente lo llamamos “talmud” (estudio) y lo usamos primordialmente para entender la Torá.

¿Cómo estudiar?

Hay numerosos métodos que se usan para el estudio de Torá y Guemará. Sin embargo lo más importante de cada uno son los principios que nos enseñan y los vicios que nos empujan a evitar. A continuación explicamos dos de ellos y los vicios que nos ayuda a evitar

Método 1

Lo primero que cualquier método de estudio exige es que uno lea con precisión las palabras que están escritas en el texto que está estudiando. Uno debe asumir que cada una de las palabras fue colocada de esa manera y no otra por una razón específica. De esta forma uno entiende lo que el texto dice y no lo que uno quiere que el texto diga.

Después uno debe traducir con sus propias palabras lo que está escrito y notar las diferencias entre lo que dice el texto y las palabras que uno usaría. De esta forma uno constantemente está preguntando por qué el texto escogió esta palabra y no aquella, lo cual lo empuja a entender con profundidad cada una de las palabras y ver las numerosas facetas de significados que el pasaje tiene. También lo obliga a uno a poner atención a aquello que no le parece completamente coherente, aquello que le molesta; es aquello que le va a hacer crecer más. Hecho esto uno debe explicar esas diferencias, empieza a buscar respuestas a las preguntas que se hizo todas y cada una deben ser coherentes, pueden diferir entre sí, pero la explicación tiene que ser coherente consigo misma y finalmente explica la perspectiva del autor.

Método 2

Escuchar el texto. Repetirlo claramente hasta que uno se sepa de memoria las palabras. Dividir el texto y hacer preguntas sobre lo que uno no tiene claro o no le parezca coherente con la realidad. Finamente buscar respuestas hasta que uno quede satisfecho.

Este método exige que las preguntas que uno hace tienen que ser las preguntas que a uno le molestan y las respuestas deben de ser respuestas que sean coherentes con el texto y dejen satisfecho al que pregunta.